V. El paro

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Me alegro de que tu amigo hiciera la pregunta, pues cada trabajador se da cuenta de la importancia que tiene este asunto del paro para él. Sabes lo que es tu vida cuando estás fuera del trabajo; y cuando tienes un empleo, sabes cómo cuelga sobre ti el temor de perderlo. También te das cuenta del peligro que supone el ejército permanente de parados cuando te lanzas a la huelga por mejores condiciones. Sabes que los esquiroles son reclutados entre los parados a los que el capitalismo siempre tiene a mano para ayudarle a romper tu huelga.

«¿Cómo dispone el capitalismo de los parados?», preguntas.

Simplemente obligándote a trabajar largas jornadas y lo más duro posible de modo que produzcas la mayor cantidad. Todos los modernos esquemas de «eficiencia», el sistema Taylor y otros sistemas de «economía» y de «racionalización» sirven tan sólo para exprimir grandes ganancias del trabajador. Es economía tan sólo en interés del empresario. Pero en lo que se refiere a ti, el trabajador, esta «economía» supone el gasto más grande de tu esfuerzo y de tu energía, un desgaste fatal de tu vitalidad.

Le conviene al empresario utilizar y explotar tu fuerza y habilidad con la máxima intensidad. Verdaderamente esto arruina tu salud y destruye tu sistema nervioso, te convierte en presa de la enfermedad y los achaques (existen incluso especiales enfermedades proletarias), te mutila y te lleva a una muerte temprana; pero, ¿qué le importa todo eso a tu patrón? ¿No hay miles de parados que esperan conseguir tu trabajo y que están dispuestos a cogerlo en el momento en que estés incapacitado o muerto?

Por esta razón, le conviene al capitalista mantener un ejército de parados a mano. Es una parte y una parcela del sistema salarial, una característica necesaria e inevitable de él.

Al pueblo le interesa que no haya paro, que todos tengan una oportunidad de trabajar y de ganar su sustento, que todos contribuyan, cada uno de acuerdo con su habilidad y su fuerza, a incrementar la riqueza del país, de modo que todos sean capaces de tener una participación más grande en ella.

Pero el capitalismo no está interesado en el bienestar del pueblo. El capitalismo, como lo he mostrado antes, está interesado tan sólo en la ganancia. Empleando menos gente y haciéndoles trabajar largas jornadas se puede sacar más ganancia que dando trabajo a más gente con jornadas más cortas. Por eso le interesa más a tu empresario, por ejemplo, hacer trabajar a 100 personas durante diez horas diarias, que emplear a 200 durante cinco horas. Necesitaría más espacio para 200 que para 100, una fábrica más grande, más herramientas y maquinaria, etc. Es decir, necesitaría más inversión de capital. El empleo de una fuerza mayor durante menos horas aportaría menos ganancia, y esa es la razón por la que tu empresario no dirigiría su fábrica o su tienda en esa forma. Lo cual significa que un sistema de buscar ganancias no es compatible con consideraciones de humanidad y de bienestar de los trabajadores. Al contrario, cuanto más duro y más «eficientemente» trabajes, y cuantas más horas permanezcas allí, tanto mejor para el empresario y tanta mayor será la ganancia.

Puedes ver, por tanto, que el capitalismo no está interesado en emplear a todos los que desean y son capaces de trabajar. Al contrario, un mínimo de «brazos» y un máximo de esfuerzo es el principio y la ganancia del sistema capitalista. Este es todo el secreto de cualquier esquema de «racionalización». Y esta es la razón por la que encontrarás a millares de personas en cada país capitalista deseando trabajar y ansiosos por trabajar, pero incapaces de conseguir un empleo. Este ejército de parados es una amenaza constante a tu nivel de vida. Están dispuestos a coger tu puesto con una paga inferior, porque la necesidad los impulsa a esto. Esto es, por supuesto, muy ventajoso para el patrón; es un látigo en sus manos que mantiene constantemente sobre ti, para que trabajes como un negro por él y sepas «comportarte».

Puedes ver por ti mismo lo peligrosa y degradante que es una situación así para el trabajador, sin hablar de otros males del sistema.

«¿Entonces por qué no suprimir el paro?», preguntas. Sí, sería estupendo suprimirlo. Pero sólo se podría realizar suprimiendo el sistema capitalista y su esclavitud asalariada. Mientras que tengas capitalismo —o cualquier otro sistema de explotación del trabajo y de hacer ganancias—, tendrás paro. El capitalismo no puede existir sin él, es algo inherente al sistema salarial. Es la condición fundamental de una producción capitalista con éxito.

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