¡Guerra! ¿Te das cuenta de lo que esto significa? ¿Conoces alguna palabra más terrible en nuestro lenguaje? ¿No trae a tu mente imágenes de matanzas y de carnicerías, de asesinatos, pillajes y destrucción? ¿No puedes oír el vomitar de los cañones, los gritos de los que mueren y de los heridos? ¿No puedes ver el campo de batalla sembrado de cadáveres? Seres humanos destrozados, su sangre y sus cerebros esparcidos, hombres llenos de vida convertidos de repente en carroña. Y allí, en casa, miles de padres y madres, viudas y novias viviendo en un temor continuo de que le ocurra alguna desgracia a sus seres queridos y esperando, esperando el retorno de los que no retornarán nunca.
Sabes lo que significa la guerra. Incluso si tú mismo no has estado nunca en el frente, sabes que no hay una maldición mayor que la guerra con sus millones de muertos y mutilados, sus incontables sacrificios humanos, sus vidas rotas, los hogares en ruina, con su angustia y miseria indescriptibles.
«Es terrible», admites, «pero no puede evitar». Piensas que la guerra tiene que llegar, que viene el momento en que es inevitable, que tú tienes que defender tu país cuando esta en peligro.
Veamos, entonces, si tú realmente defiendes a tu país cuando vas a la guerra. Consideremos qué es lo que causa la guerra y si es para el beneficio de tu país para lo que te llaman a ponerte el uniforme y comenzar con la campaña de matanza.
Consideremos a quién y qué defiendes en la guerra, quién está interesado en ella y quién se aprovecha de ella.
Debemos volver a nuestro fabricante. Incapaz de vender su producto con alguna ganancia en su propio país, él (y los fabricantes de otras mercancías de igual manera) busca un mercado en algún país extranjero. Va a Inglaterra, Alemania, Francia, o a cualquier otro país, e intenta disponer allí de su «superproducción», de su «excedente».
Pero allí encuentra las mismas condiciones que en su propio país. También allí tienen «superproducción»; es decir, los trabajadores están de tal manera explotados y mal pagados que no pueden comprar las mercancías que han producido. Los fabricantes de Inglaterra, Alemania, Francia, etc., están buscando, por consiguiente, otros mercados, exactamente igual que los fabricantes de América.
Los fabricantes de América de una determinada industria se organizan en un monopolio, los magnates industriales de otros países hacen lo mismo y los monopolios nacionales comienzan a competir entre sí. Los capitalistas de cada país intentan apoderarse de los mejores mercados, especialmente de nuevos mercados. Encuentran nuevos mercados así en China, Japón, India y en países semejantes; es decir, en países que todavía no han desarrollado sus propias industrias. Cuando cada país haya desarrollado sus propias industrias, no habrá más mercado extranjero y entonces algún grupo capitalista poderoso se convertirá en trust internacional de todo el mundo. Pero mientras tanto los intereses capitalistas de los diversos países industriales luchan por los mercados extranjeros y compiten entre sí. Obligan a ciertas naciones más débiles a concederles especiales privilegios, «tratamiento favorable»; provocan la envidia de sus competidores, se meten en problemas sobre concesiones y fuentes de ganancia, e invocan a sus respectivos gobiernos para defender sus intereses. El capitalista americano apela a su gobierno para proteger los intereses americanos. Los capitalistas de Francia, Alemania e Inglaterra hacen lo mismo: invocan a sus gobiernos para que éstos protejan sus ganancias, entonces los diferentes gobiernos llaman a su pueblo para «defender su país».
¿Ves cómo se ha desarrollado el juego? No te dicen que te piden proteger los privilegios y los dividendos de algunos capitalistas americanos en un país extranjero. Saben que si te dijeran esto, te reirías de ellos y rehusarías que te mataran para aumentar las ganancias de los plutócratas. ¡Pero sin ti y sin otros como tú, ellos no pueden hacer la guerra! Por eso elevan el grito de «Defiende tu país. Han insultado tu bandera». Algunas veces efectivamente alquilan desalmados que insulten a la bandera de tu país en un país extranjero o que destruyan alguna propiedad americana allí, con lo que se aseguran que el pueblo en su país se enfurecerá con ello y se lanzará a unirse al ejército y a la armada.
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El ABC del comunismo libertario
Non-FictionEl ABC del comunismo libertario es una de las obras fundamentales para comprender el anarquismo. En un lenguaje claro y directo, Alexander Berkman nos muestra los grandes males de la sociedad: el trabajo asalariado, el Estado, la religión, la guerra...