IV. Cómo funciona el sistema

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Pero considera un poco más cerca esto y mira cómo «funciona» el sistema.

Considera cómo la vida y su significado real se ha trastocado y trastornado. Mira cómo tu propia existencia está envenenada y se ha convertido en algo miserable a causa del sistema absurdo.

¿Dónde se encuentra el objetivo de tu vida, dónde el gozo de ella?

La tierra es rica y hermosa, el rayo del sol brillante debería alegrar tu corazón. El genio y el trabajo del hombre han conquistado las fuerzas de la naturaleza y han utilizado la luz y el aire para el servicio de la humanidad. La ciencia y la invención, el trabajo y el esfuerzo humano han producido riquezas indecibles. Hemos tendido un puente sobre los mares in orillas, la máquina de vapor ha aniquilado la distancia, la chispa eléctrica y el motor de gasolina ha desencadenado al hombre de la tierra y ha encadenado incluso a la atmósfera para que atienda sus órdenes. Hemos triunfado sobre el espacio, y los rincones más lejanos del globo se han aproximado. La voz humana circunda ahora los hemisferios, y a través del firmamento se mueven veloces mensajeros, que portan el saludo del hombre a todos los pueblos del mundo.

Sin embargo, el pueblo gime bajo unas cargas pesadas y no hay gozo en sus corazones. Sus vidas están llenas de miseria, sus almas están frías con la necesidad y la carencia. La pobreza y el crimen llenan cada país; miles de hombres son presa de la enfermedad y de la locura, la guerra destruye a millones y trae a los que viven la tiranía y la opresión.

¿Por qué existe esta miseria y estos asesinatos en un mundo tan rico y tan hermoso? ¿Por qué todo el sufrimiento y el dolor sobre una tierra tan llena de la esplendidez y de la claridad de la naturaleza?

«Es la voluntad de Dios», dice la Iglesia.

«La gente es mala», dice el legislador.

«Tiene que ser así», dice el loco.

¿Es verdad? ¿Tiene realmente que ser así?

Tú y yo, cada uno de nosotros, todos deseamos vivir. No tenemos sino una vida y deseamos hacerla lo mejor posible, exactamente así. Deseamos el mismo gozo y claridad mientras vivimos. No sabemos lo que ocurrirá cuando hayamos muerto. Nadie lo sabe. Las posibilidades son que una vez muertos permaneceremos muertos. Pero sea o no sea esto así, mientras vivamos todo nuestro ser tiene ansia de gozo y de risa, de claridad y de felicidad. La naturaleza nos ha hecho de esta forma. Te ha hecho y me ha hecho, y a millones como nosotros, de tal modo que anhelamos la vida y el gozo. ¿Es correcto y justo que tengamos que ser privados de ello y permanecer para siempre los esclavos de un puñado de hombres que disponen de nosotros y de nuestra vida?

¿Puede ser esto «la voluntad de Dios», como nos dice la Iglesia?

Pero si hubiera un Dios, tendría que ser justo. ¿Permitiría él que seamos defraudados y despojados de la vida y de sus gozos? Si hubiera un Dios, tendría que ser nuestro padre y todos los hombres serían sus hijos. ¿Permitiría un buen padre que algunos de sus hijos sufriera hambre y miseria, mientras que los otros tienen tanto que no saben qué hacer con ello? ¿Soportaría que miles e incluso millones de sus hijos fueran asesinados y destrozados precisamente por la gloria de algún rey o por la ganancia del capitalista? ¿Sancionaría él la injusticia, el ultraje y el asesinato? No, amigo mío, no puedes creer eso de un buen padre, de un Dios justo. Si la gente te dice que Dios desea tales cosas, ciertamente te mienten.

Tal vez digas que Dios es bueno, pero que la gente es mala y que esa es la razón por la que las cosas van mal en el mundo.

Pero si la gente es mala, ¿quién la hizo así? Seguramente no crees que Dios hizo a la gente mala, porque en ese caso él mismo sería responsable de ello. Entonces esto significa que si la gente es mala, alguna otra cosa la hizo así. Esto pudiera ser. Vamos a examinarlo.

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