¿Qué hay que hacer?
¿Cómo abolir la pobreza, la opresión y la tiranía? ¿Cómo eliminar el mal y la injusticia, la mala hierba de la corrupción, y poner fin al crimen y al asesinato?
¿Cómo suprimir la esclavitud asalariada?
¿Cómo asegurar la libertad y el bienestar, el gozo y la alegría para todos?
«Vuélvete a Dios», manda la Iglesia. «Sólo una vida cristiana puede salvar al mundo».
«Demos nuevas leyes», dice el reformador. «Hay que obligar a la gente a ser bueno»
«¡Vótame!», dice el político. «Yo cuidaré de tus intereses».
«Los sindicatos», aconseja tu compañero de trabajo. «Esa es tu esperanza».
«Sólo el socialismo puede abolir el capitalismo y suprimir la esclavitud asalariada», insiste el socialista.
«Soy un bolchevique», anuncia otro; «tan sólo la dictadura del proletariado liberará a los obreros».
«Permaneceremos esclavos mientras tengamos gobernantes y amos», dice el anarquista. «Sólo la libertad puede hacernos libres».
El proteccionismo y la libertad de comercio, el impuesto único y el fabiano, el partido de Tolstoi y el mutualista, y una legión de otros métodos sociales, todos ellos prescriben su medicina particular para curar los males de la sociedad, y tú te preguntas quién lleva la razón y cuál podría ser la verdadera solución.
No puedes cometer mayor error que aceptar ciegamente este o el otro consejo. Puedes estar seguro de que es un camino equivocado.
Sólo tu propia razón y experiencia pueden decidir dónde se encuentra el camino correcto. Examina las diversas propuestas y determina con tu propio sentido común cuál es la más razonable y la más práctica. Sólo entonces sabrás lo que es mejor para ti, para el trabajador, para la humanidad.
Consideremos los diferentes planes.
¿Puede ayudarte la Iglesia?
Tal ves tú eres un cristiano, o un miembro de alguna otra religión, judío, mormón, mahometano, budista, o cualquier otra cosa.
No constituye diferencia alguna. Un hombre debería ser libre para creer lo que le plazca. La cuestión está no en cuál es tu fe religiosa, sino en si la religión puede abolir los males que sufrimos.
Como dije antes, sólo tenemos una vida que vivir en esta tierra, y queremos hacerla lo mejor posible. No sabemos lo que nos ocurrirá después de muertos. Las posibilidades son que nunca lo sabremos y por ello no vale la pena preocuparse de eso.
La cuestión es aquí sobre la vida, no sobre la muerte. Nos estamos refiriendo a los vivos, a ti, a mí y a otros como nosotros. ¿Se puede hacer del mundo un ligar mejor donde podamos vivir? Esto es lo que deseamos saber. ¿Puede hacerlo la religión?
El cristianismo tiene aproximadamente dos mil años de antigüedad. ¿Ha abolido algún mal? ¿Ha suprimido el crimen y el asesinato? ¿Nos ha liberado de la pobreza y de la miseria, del despotismo y de la tiranía?
Sabes que no. sabes que la Iglesia cristiana, como todas las otras iglesias, ha estado siempre del lado de los amos, contra el pueblo. Más aún: la Iglesia ha causado peores contiendas y derramamientos de sangre que todas las guerras de los reyes y emperadores. La religión ha dividido a la humanidad en creencias opuestas, y han tenido lugar las guerras más sangrientas a causa de diferencias religiosas. La Iglesia ha perseguido a la gente por sus opiniones, los ha encarcelados y los ha matado. La inquisición católica aterrorizó a todo el mundo, torturó a los denominados herejes y los quemó vivos. Otras iglesias hicieron lo mismo cuando tenían el poder. Ellas siempre buscaron esclavizar y explotar al pueblo, mantenerlos en la ignorancia y en la oscuridad. Condenaron cualquier esfuerzo del hombre por desarrollar su mente, por avanzar, por mejorar su condición. Condenaron la ciencia y silenciaron a los hombres que tenían sed de conocimiento. Hasta este mismo día la religión institucionalizada es el Judas de su pretendido Salvador. Aprueba el asesinato y la guerra, la esclavitud asalariada y el robo capitalista, y siempre apoya «la ley y el orden» que crucificó al Nazareno.
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El ABC del comunismo libertario
Non-FictionEl ABC del comunismo libertario es una de las obras fundamentales para comprender el anarquismo. En un lenguaje claro y directo, Alexander Berkman nos muestra los grandes males de la sociedad: el trabajo asalariado, el Estado, la religión, la guerra...