Te has detenido alguna vez a plantearte esta pregunta: ¿por qué naciste de tus padres y no de otros?
Comprendes, por supuesto, a lo que quiero llegar. Quiero indicar que no se te pidió tu consentimiento. Simplemente naciste, no tuviste la posibilidad de elegir el lugar de tu nacimiento o escoger tus padres. Fue mera casualidad.
De este modo ocurrió que no naciste rico. Tal vez tu gente es de la clase media; más probablemente, sin embargo, pertenece a los trabajadores y así tú eres una de esos millones, las masas, que tienen que trabajar para vivir.
El hombre que tiene dinero puede colocarlo en algún negocio o industria. Lo invierte y vive de las ganancias. Pero tú no tienes dinero. Tienes tan sólo tu habilidad para trabajar, tu fuerza de trabajo.
Hubo una época en la que cada trabajador trabajaba para sí mismo. Entonces no había fábricas ni grandes industrias. El trabajador tenía sus propias herramientas y su propio pequeño taller, e incluso él mismo se compraba las materias primas que necesitaba. Trabajaba por sí mismo y se denominaba un artesano o menestral.
Entonces vinieron las fábricas y los grandes talleres. Poco a poco excluyeron al trabajador independiente, al artesano, porque él no podía hacer las cosas tan baratas como la fábrica, no podía competir con el gran industrial. De este modo el artesano tuvo que abandonar su pequeño taller e ir a trabajar a la fábrica.
En las fábricas y en las grandes plantas se producen las cosas en gran escala. Esa producción a gran escala se denomina industrialismo. Ha hecho muy ricos a los empresarios e industriales, de modo que los señores de la industria y del comercio han acumulado mucho dinero, mucho capital. Por eso ese sistema se denomina capitalismo. Todos nosotros vivimos actualmente en el sistema capitalista.
En el sistema capitalista, el trabajador no puede trabajar para sí mismo, como en los tiempos pasados. No puede competir con los grandes industriales. Por eso, si eres un trabajador, tienes que encontrar un empresario. Tú trabajas para él; es decir, le das tu trabajo durante tantas y tantas horas al día o a la semana y él te paga por ello. Tú le vendes tu fuerza de trabajo y él te paga los salarios.
En el sistema capitalista la totalidad de la clase trabajadora vende su fuerza de trabajo a la clase empresarial. Los trabajadores construyen fábricas, hacen maquinaria y herramientas y producen mercancías. Los empresarios se guardan las fábricas, la maquinaria, las herramientas y las mercancías para sí mismos como su ganancia. Los trabajadores tan sólo obtienen salarios.
Esta disposición se denomina el sistema salarial.
Hombres de ciencia han calculado que el trabajador recibe como salario tan sólo una décima parte aproximadamente de lo que él produce. Las otras nueve décimas partes se dividen entre el terrateniente, el industrial, la compañía de ferrocarril, el vendedor al por mayor, el agiotista y otros intermediarios.
Esto quiere decir que: Aunque los trabajadores, como clase, han construido las fábricas, un trozo de su trabajo diario se lo quitan por el privilegio de usar esas fábricas. Esa es la ganancia del terrateniente.
Aunque los trabajadores han hecho las herramientas y la maquinaria, otro trozo de su trabajo diario se lo quitan por el privilegio de usar esas herramientas y maquinaria. Esa es la ganancia del industrial.
Aunque los trabajadores construyen los ferrocarriles y los están poniendo en funcionamiento, otra parte de su trabajo diario se lo quitan por el transporte de las mercancías que ellos hacen. Esta es la ganancia de los ferrocarriles.
Y así sucesivamente, incluyendo al banquero que presta al industrial el dinero de otra gente, al vendedor al por mayor, al agiotista y a otros intermediarios, todos los cuales obtienen su porción de la fatiga del trabajador.
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El ABC del comunismo libertario
Non-FictionEl ABC del comunismo libertario es una de las obras fundamentales para comprender el anarquismo. En un lenguaje claro y directo, Alexander Berkman nos muestra los grandes males de la sociedad: el trabajo asalariado, el Estado, la religión, la guerra...