¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las estrellas, los caballos, el ballet, la nieve y como no, los libros. Esas cosas, por banales que fueran para el resto, lo eran todo para ARIAN LANGDON. Decían que aquellos que se sentían atraídos a ella olían nieve y magnolias en su amortentia. Comentaban que los caballos y los pegasos la seguían por todas partes, ella era una excelente jinete.
Algunos días se la veía con zapatos de punta negros en vez de sus zapatillas del uniforme, saltando con elegancia en dirección a la torre de astronomía con un libro bajo su brazo.
Los colores verde y plateado parecían ser los más comunes en su ropa, una miembro más de la casa de Salazar Slytherin, sin embargo, el azul era su color favorito, amaba la paz que transmitía, ese sentimiento de "Todo va a estar bien, confía".
Cuando HARRY POTTER la miraba a los ojos, veía un par de iris café avellana con borde verde y manchas azules, ambos con sus pupilas extremadamente dilatadas.
Arian le decía "Te quiero, Harry" con una sonrisa en sus carnosos labios, lo veía con ojos de amor, conteniendo sus más empalagosas fantasías dentro de lo más recóndito en su cabeza.
