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❛ Tarde en Familia ❜
La Mansión Lewis originalmente no le correspondía a Grace, ya que la era herencia para su hermano mayor y ella al ser la menor de los cinco Lewis no podía permitirse ni soñar con poseer aquella increíble propiedad.
Hasta el asesinato simultáneo de todos sus hermanos por parte de los mortífagos, Grace aprendió dos cosas de aquel terrible suceso, la primera; que su familia tenía un largo historial de peleas por obtener la escritura de esa mansión en específico y la segunda; que debía aprender a ocultar sus lealtades en épocas donde la Orden Mortífaga reinaba.
Cuando se casó con John, decidieron irse a vivir a la Mansión Lewis, ya que se encontraba alejada de poblados muggles, aunque estaba a unos minutos en auto de Londres, además contaba con cientos de hectáreas de terreno, lo que les permitía tener caballos mágicos y no mágicos, teniendo así más del espacio suficiente para montarlos, también tenía una cancha de polo, decenas de árboles frutales y una gran piscina.
──¡Vamos! Apresúrate── la menor le gritó a su hermano, quién caminaba tranquilamente hacia su abraxan.
Aidan iba ajustando sus guantes, su mirada era tan calmada que estresaba a Arian, quien ya estaba sentada en la montura del aethonan, lista para partir.
El pelinegro se tomó su tiempo para ajustar los tirantes del casco, luego se demoró unos segundos en montar al caballo teniendo cuidado de no pasar a llevar sus alas.
Ambos sujetaron las riendas con las dos manos, y se acomodaron en sus asientos, con sus pies en los estribos.
Antes de que pudieran partir la carrera para luego elevarse, John los detuvo, parecía molesto, llevaba su varita cruzada sobre sus brazos.
──¿Dónde están los encantamientos?── preguntó──. Aún los veo y a los caballos también.
Aidan y Arian intercambiaron una mirada de preocupación, habían olvidado encantar a los equinos y a sí mismos.
Los propietarios de caballos alados estaban obligados por la ley mágica a lanzar encantamientos desilusionadores sobre ellos con regularidad y los jinetes debían aplicar un hechizo de invisibilidad en sí mismos en caso de querer montarlos.
John sonrió, dejando de lado la expresión casi enojada que había estado en su rostro, levantó su varita y murmurró unas palabras que sus hijos no entendieron.
──Listo── informó guardando su varita en el bolsillo interno de su chaqueta──. Disfruten el vuelo.
Arian miró hacia abajo, no veía sus piernas y mucho menos al caballo, así que se guió por el tacto para prepararse para empezar a cabalgar, Aidan también utilizó su tacto para guiarse.
