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❛ Para unos un prólogo, para otros un epílogo ❜
Esa mañana era calurosa, Arian había despertado cerca de las 10 am y se resistía a dejar de bostezar.
Llevaba un pijama rosado sin mangas, con tirantes en vez de estas y un estampado de estrellas hechas en morado y fucsia. Sostenía una rebanada de pan tostado cubierto con queso crema y un par de láminas de salmón ahumado.
A excepción de ella, todos en la casa estaban agitados ─especialmente April y Aidan─, todos estaban intentando poner en orden un montón de cosas, sus padres por ejemplo, buscaban un permiso notarial, que acababa de perderse, para permitirle a sus hijos salir del país, los mellizos alistaban los últimos detalles de sus maletas y Avelline estaba tratando de hacer que la cafetera funcionara.
Dio un mordisco al pan y luego sorbió un poco de su jugo de frutillas, se encontraba sentada en una de las sillas del juego de mesa del patio, Chai le hacía compañía, recostado a su lado.
Sonrió al ver a su perro, se encontraba dormido, parecía que disfrutaba de su siesta.
──¡Accio permiso notarial!── su madre resolvió, gritando el encantamiento convocador, pronto el papel llegó a sus manos──. Vamos denuevo── dijo para volver a revisar que tuvieran todos los papeles.
Arian le dio otro mordisco a su pan antes de ponerse de pie y caminar descalza por el húmedo suelo.
El antejardín de la Mansión Lewis era un espacio de treinta metros de largo por cien de ancho, lleno de flores azules, moradas y rosadas.
Optó por tomar el camino de piedras que llevaba desde la puerta de entrada al cerco que rodeaba la propiedad.
Las rocas estaban frías, escuchó unos pasitos tras ella, Chai acababa de despertarse y la seguía, moviendo su cola de lado a lado.
Pronto, el cachorro le lamió una pierna y se abalanzó (o por lo menos lo intentó) sobre ella, le lamió toda la cara.
──¡Chai!── exclamó riendo.
Las cosas se habían calmado en su casa, sus padres tenían todos los papeles guardados en una carpeta, los mellizos acababan de terminar las maletas y Avelline había arreglado la cafetera.
Estaban sentados en la terraza, esperando a que llegaran las pizzas que habían pedido, también esperaban a la llegada del abuelo y sus tíos.
Aidan estaba tratando de enseñarle a hacer algunas cosas a su hurón, regalo de Donald que no llevaba más de una semana con él, Arian se encontraba con él, intentando ayudarle.
A diferencia del resto, ellos dos se encontraban sentados en el pasto, la muchacha tenía a Chai durmiendo sobre sus piernas.
──Creo que deberías preocuparte de enseñarle a orinar en una caja de arena o en el patio, en vez de la alfombra── dijo mientras pasaba la página de la revista──. Aquí dice que debes rociar spray con olor a manzana amarga en los lugares que no debería orinar.
