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❛ Vals Inmemorial ❜
Si había alguien que había aprendido a disfrutar su vejez (y el dinero) ese había sido su abuelo, Donald. Melancólico empedernido a los vals que le faltaron bailar con su fallecida esposa, Charlotte, había adquirido la extraña costumbre de organizar una gala cada vez que se veía joven y apuesto, bailando con Lottie en su boda.
Era algo recurrente.
Cada vez que pensaba en ella, Charlotte Hyacint van Rysselberghe, recordaba a una mujer enfermiza y que sin embargo, había tenido la fuerza para montar un granian, la especie de caballo alado más difícil de montar por su rapidez y fuerza.
Surcaba los aires con gran facilidad y a veces no tenía la necesidad de sostenerse de las riendas, él la seguía por detrás, siempre montando en un abraxan, el pegaso favorito de su familia.
Donald, se encontraba observando un gran cuadro de óleo, enmarcado en roble, que contenía a todos los miembros de su familia. En la parte superior se encontraban Valentine, Regulus, Grace y John, justo en el medio y sentados en dos sillas acolchadas estaban Charlotte y él, a los costados de las sillas, se encontraban Avelline, April, Aidan y Arian.
──Señor── el mayordomo llamó──. Su familia ha llegado.
Después de un rápido asentimiento, comenzó a caminar con lentitud, como si arrastrara cada paso que daba. Una vez llegado al recibidor, se encontró con un gran espejo que iba de techo a suelo y no estaba seguro del porqué lo había mandado a instalar en aquel lugar.
Se aseguró de que su sweater rojo oscuro estuviera bien estirado y en su lugar, también acomodó el cuello de su camisa, revisó la posición del cinturón (justo en el medio del botón del pantalón) y ató con fuerza los cordones de cuero de sus zapatos recién lustrados.
Abrió la puerta de la casa, sus familiares le dedicaron grandes sonrisas y uno a uno fueron entrando para abrazarlo y posterior a ello quitarse sus abrigos.
Aquella semana no parecía de verano, puesto que se encontraba lloviendo y tenía temperaturas que no superaban los 15 grados centígrados.
Una serie de chaquetas de distintos géneros colgaban de perchas dispuestas para ello, los paraguas se encontraban boca abajo en un receptáculo especial para que escurriera el agua.
Se dirigieron al gran salón, que a diferencia de las galas, en la mayoría del tiempo se encontraba amoblado. Dos grandes sofás de color café formaban una "L", mientras que dos sillones del mismo color estaban del otro lado, todos esos asientos formaban un gran rectángulo en conjunto con la chimenea.
Arian, como de costumbre, se acurrucó entre su padre y su abuelo, Aidan y April se adueñaron de los sillones individuales, mientras Avelline y Grace se sentaron en el sofá vacío.
