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❛Primer día de falso optimismo❜
Arian entrecerró los ojos, sabía que estaba en su cama, tenía las sábanas envueltas en las piernas, una parte de la frazada cubriendo su abdomen y el cobertor tapaba hasta su cuello. Se encontraba reclinada hacia la izquierda, con esa pierna flectada hacia adelante, Chai estaba durmiendo junto a sus pies.
Cuando abrió sus ojos por completo se encontró con Daphne y una almohada alzada y lista para lanzársela.
──Levántate── le ordenó──. ¡Es el primer día, Arian Charlotte Langdon! Tenemos que llegar a la hora.
──¿Cuánto falta?── la castaña se incorporó y comenzó a estirarse sentada en su cama, se puso las zapatillas de levantarse y por fin se puso de pie.
──Una hora y media── la rubia le informó mientras iba a su mesa de noche para tomar su varita y conjurar un hechizo que le secara el pelo.
Asintió y fue al baño llevando consigo algunos productos de aseo y su uniforme, se dio una ducha rápida y se lavó los dientes, no sin antes retirar la placa que debía usar por las noches, luego se lavó la cara, aplicó su crema de día y protector solar, secó la piel de su cuerpo, aplicó una crema humectante y se puso el uniforme, exceptuando la túnica.
Se soltó el cabello, lo cepilló y con una pinza para el pelo se hizo una media cola de caballo. Salió del baño.
Vio como Chai se dio vueltas en la cama para luego bostezar con fuerza, un elfo doméstico se apareció en la habitación.
──Buenos días, Señorita Arian, Señorita Daphne── era el mismo elfo del día anterior. Traía consigo un plato de comida para perros llena de esta──. La comida de su perro y el agua── dijo y dejó el plato en una esquina de la habitación, justo abajo de una de las ventanas──. El Profesor Dumbledore me pidió que le dijera que el perro puede pasar el día en los jardines de la escuela.
──Muchas gracias, ¿cuál es tu nombre?
──Angrod, Señorita Arian.
──Gracias Angrod, que tengas un buen día.
──Igualmente, Señorita Arian── dicho eso, el elfo desapareció.
Tomó un espejo y comenzó a enchinarse las pestañas, luego aplicó algo de tinta rosada en sus mejillas y un bálsamo de cereza en sus labios.
Sintió a Chai caminar alrededor de sus piernas, sabía que si miraba sus calcetas las encontraría llenas de pelo de perro.
Se calzó sus zapatos e intentó quitar el pelo, para su suerte, logró retirar gran parte de este, amarró las agujetas y volvió a incorporarse para colocarse su túnica.
