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❛ Helado de té chai y un golden retriever ❜
Lo primero que hizo al ver a su madre fue gritarle, una parte de ella no quería hacerlo, mas la otra se mostraba mucho más decidida en que eso ocurriera.
La angustia contenida salió en notas de muy alta frecuencia, reproduciéndose con extrema rapidez, apenas entendible.
La mirada triste de Grace no tardó en aparecer, llevó a su hija menor a sentarse en uno de los sofás en la sala de estar.
Ordenó al resto de la familia que se retiraran, besó la frente de Arian a pesar de que esta se mostrara renuente al contacto físico con su progenitora.
──Giselle es tu abuela── la frase ardió al pasar por su garganta y salir de su boca──. Es mi madre── musitó.
Esperó a que la ojiverde diera alguna señal de interés, sin embargo, nunca se dio.
──Te he mentido, Aria── la castaña se giró al oír aquel apodo── Te ha llamado así, ¿no es cierto?
La cabeza de su hija bajó con lentitud en forma de asentimiento.
Inspiró con fuerza antes de seguir hablando, necesitaba fuerzas para ello.
──Tu abuelo Alexander, me adoptó, era el hermano de Giselle, me crió como su hija── hizo una pausa que llegó a hacérsele eterna──. Mi verdadero nombre es Grace, Grace Riddle.
La información cayó como un balde de agua fría, Arian pareció encerrarse en su mente, intentando ordenar los pensamientos intrusivos que no le permitían analizar con claridad.
Giselle era su abuela.
Por fin caía en cuenta de las implicaciones en aquellas palabras.
Riddle. Riddle.
Había escuchado ese apellido en la misma frase donde se hablaba de Lord Voldemort, sentía que su cerebro se encontraba ralenztizado.
Tom Riddle es Lord Voldemort, recordó.
En ese instante un escalofrío le recorrió la columna, quedó completamente paralizada, su rostro se volvió pálido.
──Tom Riddle es mi padre, sí── la voz de Grace sonó rasposa, Arian entendía lo difícil que era decirlo.
La mano de su madre se posó sobre la suya, en un intento de darle consuelo, mas le era imposible sentirlo, no de parte de alguien que también lo necesitaba.
Abrazó a su madre, tomando la parte para entregar apoyo, las lágrimas de Grace no tardaron en aparecer.
──Perdón por gritarte── la niña musitó.
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Por alguna extraña razón, aquel día de caluroso verano se había tornado frío y lluvioso, caía una ligera lluvia, por lo que no era necesario el uso de un paraguas.
Las gotas resbalaban por la gabardina de cuero de Arian, una gran bolsa de tela estampada con la frase "Mistique Femenine" colgaba de su hombro derecho, contenía la mayor parte de los libros solicitados.
Su madre, quien parecía tener hambre de helado, los guió hasta la heladería de Florean Fortescue. Una vez adentro de esta se quitaron sus abrigos, quedando con sus cómodos chalecos de hilo.
Mientras encargaban sus abrigos en la guardarropía, la castaña se encontró con un golden retriever, acostado al lado de esta, se acercó lentamente hasta él, este se dejó acariciar.
Aidan se arrodilló junto a ella, sin embargo, el perro se alejó y sin dejar de ladrar, se escondió tras Arian.
──Lo encontramos vagando por el callejón, Señor Langdon, estaba muy maltratado, es normal que desconfíe.
El chico asintió ante las palabras de Florean Fortescue para luego ir a sentarse con su madre y hermana.
El heladero se tomó un segundo de su tiempo para hablar con la ojiverde, que se había ganado toda la confianza del animal.
──Llevamos tiempo buscándole un dueño, alguien que se pueda encargar completamente de él.
──¿Usted cree que yo...?
──Es la única que se ha acercado a él y le ha agradado de inmediato.
Pensó, pensó y volvió a pensar las palabras de Fortescue, mientras comía su helado de chai latte y este hacía celebrar a sus papilas gustativas.
Volvió a analizarlo, nunca se había atrevido a tener una lechuza por miedo a no saber cuidarla, solo estaba Eros, su aethonian, pero este tenía cuidadores especializados y minuciosamente seleccionados por sus padres.
La pregunta se repetía, una y otra vez, ¿era capaz de cuidar de un ser vivo, que no fuese ella? ¿Era lo suficientemente responsable? Y en caso de ser así, ¿qué ocurriría cuando partiera a Hogwarts?
¿Cómo se lo diría a sus padres? Esa era otra gran interrogante, no era llegar y decir, ¿puedo tener un perro? Porque ellos le responderían que ya tenía un aethonian cuyos cuidados no eran precisamente baratos. Llevó una cucharada de helado a su boca, volvió a sentir el sabor a té con leche y azúcar.
Aunque, si se ponía a pensar de una forma positiva, sus padres no tenían argumentos para rechzar su petición, no desde que aceptaron comprarle un erizo a Avelline y correr con todos sus gastos.
Paralelamente y lejos de la alborotada mente de Arian, Florean y Grace se encontraban hablando sobre el perro, él no entendía cómo ella, una mujer muy conocida por ser increíblemente difícil de interesar, había centrado su atención en el golden retriever.
──Ari── llamó a su hija, esta salió de sus pensamientos en un sobresalto, el helado cayó hasta sus mejillas──, ¿quieres este perro?
La muchacha pestañeó repetidas veces, incapaz de creer las palabras de su madre, sus labios se separaron en duda.
──¿Cómo── preguntó.
Lewis nunca había destacado por ser una persona que tomara la iniciativa a ciertas cosas, siempre en preferencia de mantenerse al márgen.
──¿Quieres este perro?── la mujer indicó al golden retriever.
Una sonrisa curvó sus labios, su madre no necesitó más respuesta que esa.
El animal se lanzó a lamerle la cara, quitando los restos de helado de esta.
