Capitulo 47

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Sabrina.

Tengo el celular de Matteo, entonces eso significa que Matteo tiene el mío ¡Carajos!. Me preocupa que Tomás llame a mi celular y el conteste.

Trato de desbloquear el celular de Matteo pero tiene contraseña y la verdad no tengo ni la menor idea de cuál puede ser. ¿Cómo no me pude dar cuenta que tomé el celular equivocado?.

Bajo de mi auto y corro a mi casa. Escucho risas que provienen de la cocina y me dirijo a ella. Sthep, Francisco y Amelía están comiendo, al parecer comida china.

—¿Donde estabas? —pregunta Sthep al verme entrar a la cocina.

—Estaba con... ¿Matteo? —arrugo mi nariz y los tres me miran de reojo —Necesito que me ayuden —pido acercándome a el comedor.

—¿En qué? ¿Vas a terminar tu relación con Tomás?— Sthep frunce el ceño y yo niego.

—No, ¡Por supuesto que no!— la miro incrédula. ¿Como crees que voy a terminar con Tomás?.

—¿Entonces? —Francisco espera que hable sin tantos rodeos.

—Matteo tiene mi celular por accidente y yo tengo el de el, pero me preocupa que Tomás llame a mi celular y que Matteo conteste.

—Pobre Tomás, ni el venado pues... —suelta Francisco y le lanzo una mirada asesina.

—¡Cállate! Matteo y yo solo somos amigos. No me interesa estar con alguien más que no sea Tomás —Francisco ríe al verme enojar y pongo ojos en blanco.

—Si, claro —molesta.

—Jodete— le saco el dedo y el ríe con fuerza —Dame tu celular —ordeno y se calla.

—¿Para que lo quieres?— le muestro el celular de Matteo y lo miro obvia —Vale, ten— me entrega su celular mientras Sthep y Amelía lavan los platos.

Marco a mi celular y repica unas tres veces.

—¿Hola? —contesta Matteo con voz ronca.

—Hola Matteo, soy Brina. Equivocadamente tomé tu celular, ¿Te parece si en un rato me pasas tu dirección para ir a recogerlo?.

—Vale está bien, calle Gallegos N°349 —tomo un papel y un lápiz y lo anoto.

—Vale, en una hora estoy allá —cuelgo la llamada y le entrego el celular a Francisco.

—Que no me digan en la esquina el venado, el venado —canta Francisco y lo fulmino con la mirada.

—No me jodas —saco nuevamente el dedo y los tres ríen.

—Deja a Brina quieta— Sthep me defiende y yo sonrío de boca cerrada.

—Francisco dicen que el mal que uno desea se le regresa con furia— susurro y Francisco me mira serio y Sthep me jala el cabello —¡Auch! Eso fue muy salvaje de tu parte.

—Dejen de decir tonterías— Amelía toma un vaso de agua y bebe de ella.

                            –*~~*–

Camino por la cera de mi casa dirigiéndome a mi auto cuando en eso aparece Tomás quien me ha asustado por completo.

—¿Qué haces aquí? —trago grueso.

Te llamé —su voz fría y áspera me da un mal presentimiento.

—Tomás... —digo derrotada mirándolo pero el ni siquiera me mira a los ojos.

—No me expliques nada Sabrina —mi corazón se arruga al escucharlo llamarme por mi nombre y no decirme Brina —Aquí tienes tu celular —me entrega en las manos mi celular y un nudo se forma en mi garganta.

—Escuchame, entre Matteo y yo no sucedió nada —me pongo nerviosa ante su actitud neutral.

—Creí que habíamos quedado en que no te ibas a volver a hablar con el —me recuerda y siento culpa.

Había olvidado eso por completo.

—Si lo sé, pero me había olvidado —el frío de la noche comienza a invadir un poco mi cuerpo —Creemé que no he hecho nada indebido.

—¿Y entonces que hacía el con tu celular Brina? —pregunta un poco alterado.

—Fuimos a Starbucks, platicamos y al momento de venirme tomé por equivocación el celular de Matteo —explico y el sigue sin mirarme a los ojos lo cual me parte el corazón en pedazos.

—¿Cómo puedo creerte? ¿Cómo sé que me estás diciendo la verdad? —mis ojos se inundan al escuchar sus palabras duras.

—¿No confías en mi? —chillo con lágrimas en mis ojos.

—Confié en ti Brina, creí que no hablarías con el —pasa las manos por su rostro.

Las palabras arden como fuego en mi interior.

—Y yo creí que no hablarías con Kendall —digo solloza al recordar lo que me dijo Matteo y un silencio reina en nosotros.

—No quiero echar nuestra relación a la basura por esta tontería, no me siento agusto discutiendo contigo —dice por fin mirándome a los ojos.

—Yo tampoco lo quiero Tomás —me toma en sus brazos y da un beso a mi frente.

—Prometeme que no volverás a hablar con el desde ahora ¿si? —asiento levemente mientras sus cálidos brazos quitan el frío.

—Y tu promete que no volveras a hablar con Kendall.

—Está bien —besa nuevamente mi frente.

"TE ESPERARÉ EN LA CASA DEL ÁRBOL". ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora