Capítulo nueve

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"Llevo noches en vela evitando las pesadillas que probablemente solo sean producto de una paranoia absurda e intentando atar cabos de una forma casi imposible, puesto que, no existen tales cabos para atar.

Sin embargo, nadie parece darse cuenta.

En realidad, en este lugar, nadie parece darse cuenta de absolutamente nada.

Porque no importa cuánto tiempo y qué pase, todo sigue igual... Pero diferente; diferente mal; diferente de una forma que, al parecer, solo yo noto."

Kasia

—¿Vas a salir? —Me pregunta Riley cuando ve que estoy buscando qué ponerme en los cajones.

—Sí.

—¿A dónde?

—A un antro, te preguntaría si quieres ir pero dudo bastante que tu respuesta sea "sí".

Riley se ríe.

—Bien, dos cosas. Primera: veo que nos vamos entendiendo. Segunda: ¿vas a ir a un antro luego de ayer?

—Sí —digo, encontrando la ropa que me voy a poner—, la fiesta ayer se me arruinó, toca compensarlo.

—¿Y... decides ir a uno de los lugares más peligrosos que se te pudieron ocurrir?

—Es de esos lugares que están muy normalizados y, de igual forma, siguen siendo peligrosos —le doy la razón—, pero tú lo dijiste, hay peores.

Mi compañera de cuarto resopla, burlándose.

—Yo no dije eso, pero si tú lo dices...

Localizo mi celular y lo tomo en mis manos para llamar a Aurek.

Hablo con él y Alexander, intentándolos convencer de cambiar sus raros planes de ir a un velorio —en la noche, cosa que es aún más rara— mientras mi hermano menciona algo sobre una boda.

—¡Genial! —exclamo, feliz—. Te veo en diez minutos abajo, ¡ah! Y trae al amargado de tu compañero de cuarto.

Cuelgo la llamada y me encierro en el baño para cambiarme.

Al bajar, lo primero que me encuentro es a Alexander y a mi hermano de pie junto a la entrada a la casa.

—¿Cómo piensas que nos van a dejar entrar a un antro, Kasia? —Es lo primero que dice Aurek cuando me ve.

—Tú tranquilo, hermanito, yo ya tengo todo arreglado —le respondo yo.

Mentirosa.

Sí, pero no es la gran cosa.

Aurek me da una mirada de "sí, claro" y pregunta respecto al transporte, cosa que, momentos después, nos hace descubrir que Alexander tiene un Porsche.

Un. Porsche.

Sí.

Porsche.

No soy fan de los autos pero, por Dios, esos son una completa belleza.

Aurek pide conducir el humilde auto y Alexander accede, acto seguido, nos subimos al auto, Alexander como copiloto y yo en la parte de atrás.

—¿Lo puedes descapotar? —Solicita mi hermano.

—Tus deseos son órdenes —obedece su roomie, mientras presiona algo, allá en la parte de adelante, que causa que se empiecen a ver las estrellas por encima de nosotros.

—Kasia —me llama Aurek— ¿Cuál es la dirección?

Estoy a punto de responderle algo como "No sé. Alexander, ayuda, ¿dónde hay un antro?" porque en realidad este fue un plan completamente impulsivo y no conozco Victoria, o Canadá en general, lo suficiente como para responder esa pregunta.

NOWAK [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora