Capítulo veinticinco

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"—Si supieras quién manda aquí, o si te importara, cariño, te juro que todo sería mucho más fácil. —Ladeo la cabeza— Pero tú no quieres colaborar y así no se puede.

Dice mi nombre y yo asumo el papel de ignorar a la persona a mis espaldas, porque «idiota» definitivamente no pertenece a la lista de cosas que soy, ni palabras con las que me identifico.

Empiezo a cantar en voz muy baja, pero al parecer no lo suficiente como para que no me logre escuchar.

—Cantas horrible.

—Que amable —ironizo—, pero muy lastimosamente no recuerdo haberte preguntado.

—Igual sé que necesitabas mi opinión.

Trago saliva.

>> No te preocupes, sí cantas bien —dice justo después de una risa, de esas que te aseguran que alguien se estaba burlando de ti.

Y como si fuera una máquina programada para hacerlo, automáticamente me distancio de lo que estaba haciendo porque empiezo a sentir la intensa y abrumadora necesidad de salir de estas cuatro paredes que de la nada empezaron a verse excesivamente atosigantes.

—Nos vemos mañana —digo rápidamente, olvidando todo lo previo y saliendo del lugar."

Kasia

—¿Qué?

—La baraja está en la habitación —repite.

—Y cómo... ¿por qué? —Aurek habla en nombre mío y de sí mismo.

Alexander sonríe.

—¿Nunca han tenido una baraja de póker? —Pregunta con ironía, de esa forma tan poco seria que tanto lo caracteriza.

Le quito la carta de las manos antes de que pueda poner oposición, para mostrársela yo misma.

—La carta no existe —no es complicado percatarse de ello, pero aun así lo menciono porque hay cosas que no me terminan de cerrar en esta conversación.

—Tú lo acabas de decir; es una edición especial —explica.

"Y si tenías la baraja en la habitación, ¿por qué preguntaste si era una edición especial?" Es algo que estoy a punto de preguntar, pero me lo pienso dos veces antes de hacerlo. Y el hecho de que mi hermano me devuelva el pellizco en el antebrazo como una señal para que cuide las próximas palabras que saldrán de mi boca, hace que me muerda la lengua.

—Claro que deberíamos jugar póker luego, de todas formas me gustaría ver el resto de cartas —llena el vacío que se generó en la conversación luego de que yo no dijera más al respecto—. Viniste para que fuéramos a comer, ¿no? Lo cual es genial, porque tengo hambre.

El aludido asiente y nos guía con él, mientras yo guardo la carta cuidadosamente en mi bolsillo, asegurándome de que mi estupidez no me permita dejarla caer de nuevo.

Me acerco lo suficiente a Aurek como para que me escuche si susurro algo.

—Cuando veas las cartas, dime —le digo—. Sabes a lo que me refiero.

Él asiente.

***

—¿Cuántos días son los que estaremos en Nueva York? —Le pregunto a Riley, quien está junto a mí, armando su propio equipaje.

—Creo que estaremos hasta el martes, lo que serían cuatro días, si contamos el día de hoy —responde distraídamente mientras intenta cerrar la maleta con fuerza de lo llena que se encuentra.

NOWAK [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora