Capítulo treinta y seis

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“—Una mierda —denota aun más su enojo al tirar fuertemente una lámpara que yacía en mi mesa de noche—. Es lo único que me están dando desde ese día.

—Agradece que no estás pudriéndote en la cárcel —vuelvo a hablar aun con tranquilidad. Mi semana a sido tan calmada que no pienso arruinarla por ese imbécil, aunque comienza a agotarme la paciencia.

—¡Porque no hay razón! —grita—. ¡Ustedes son los únicos que lo ven así porque nunca quieren ni quisieron hacerme caso. Pero si tan solo no hubiese pasado…!

—¡Pero pasó! —interrumpo, ahora levantando la voz y acercándome tan rápidamente a él—. ¡Y pasó por tu maldita  culpa! —Le grito en la cara mientras mi dedo índice se apoya una y otra vez sobre su pecho—. ¡Así que tienes toda la puta mierda que te mereces!

Seguido de eso me voy con el único pensamiento de calmarme. Mi avance iba tan bien.”

Aurek

El estruendo y los vidrios resonando por el suelo no me inmutan en lo absoluto porque yo lo ocasioné al lanzar lejos de mí el reloj de pared de mi habitación. Su sonido parecía estar taladrándome la cabeza.

Aunque la tranquilidad del silencio me dura nada porque alguien toca a la puerta. Podría ser la policía para hacerme más preguntas. Alexander para, quizás, reclamarme por lo grosero que fui con él hace un rato.  O mi hermana.

En efecto, es Kasia quien entra a mi habitación sin previo aviso al yo abrir.

—Esta es una de las tantas razones por las que no te tienes que desaparecer de la nada —habla rápidamente con tono elevado. Está furiosa—. ¡No supe cómo responder las preguntas de la policía porque todas se trataron de ti! ¿Y quién mierda es Leszek? —No me da espacio para responder porque sigue hablado—: Sea quien sea, espero que te saque de ser el primero en la lista de los principales sospechosos.

—Lo más seguro es que mañana regresemos al internado y los superiores se encarguen de comprar también a la policía de acá para que digan que fue un accidente. —Hago uso del sarcasmo y vuelvo a tumbarme sobre la cama.

Realmente no me preocupa si parezco sospechoso o no.

—Está más que claro que no fue un accidente.

—Y vaya que lo está, nadie va por la vida escribiendo el sonido del reloj con sangre y a lado de un cadáver por accidente —expreso nuevamente con sarcasmo.

—Es más que solo el sonido del reloj —habla después de darme un mala mirada. Quisiera decirle algo sobre su comentario, pero mi garganta no me lo permite por el simple hecho de no querer sentir ese tipo de pesadez.

>>¿Cómo sabe alguien algo de nuestra infancia? —Cuestiona después de parecer pensarlo durante unos segundos—. Sobre todo eso, que es… Más personal.

—Yo se lo conté a Leszek —soy sincero.

—¿Estás insinuando que…?

Sé lo que va a decir, entonces me adelanto:

—También lo pensé, Kasia. También lo pensé porque incluso tiene una de las barajas, pero también había un micrófono en mi celular, entonces no le encuentro sentido a que él quisiera hacerme daño si lo conocí esa misma noche. Además, pasé prácticamente pegado a él y nunca noté un comportamiento que gritara "quiero hacerte daño" o "este día voy a asesinar a alguien para amenazarte directamente"

—¿Qué? —se levanta de golpe del sillón en el que no tenía mucho de haberse sentado. Ya decía yo que solo en eso se enfocaría—. ¿Hay más barajas? ¿Él tiene una?

NOWAK [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora