Capítulo veintitrés

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"No logro identificar si lo que hay en mi rostro son lágrimas o sudor.

Quizás ambos.

Imbécil, dijiste que esto no pasaría de nuevo. Habla alguien.

No. No. Creo que fue mi cabeza... Sí. Sí. Fue esa maldita voz que tanto odio.

Cállate, maldita sea —creo que soy yo quien dice eso. Creo. Creo, porque todo lo que sé y no creo, es que está temblando... No. Soy yo quien está temblando.

Hiperventilando.

¿Esto es a lo que llaman ataque de pánico?

La pregunta se va tan rápido como llegó, porque automáticamente comienzo a llorar. No sé por qué. Quizás por el desespero... o quizás porque es un efecto secundario que jamás había experimentado.

O quizás porque soy muy, muy idiota..."

Kasia

Liam está bien.

Bueno... dentro de lo que cabe en la definición de la palabra.

—Lipotimia por el calor —informa la enfermera que llegó a atender a Liam luego de haberlo transportado a una zona con sombra y haberlo acostado sobre un banco.

—Pero... estamos en otoño —dice alguien.

—Una lipotimia por calor no tiene que ser obligatoriamente causada por los rayos solares —explica brevemente antes de incorporarse—. Estará bien, solo no lo muevan de este lugar, ni lo cambien de posición. Hay que esperar a que despierte y, cuando lo haga, no lo agobien; sus pulmones tienen que oxigenarse —habla mirando a la entrenadora de tenis del internado, aunque todas las personas presentes somos conscientes de que el mensaje va dirigido de manera general.

La enfermera se va y yo me acerco a mi hermano, quien está mirando detenidamente el cuerpo casi inerte de Liam.

—Felicidades —le digo.

—¿Por qué? —Pregunta y automáticamente me cuestiono si escuchó lo que le acabo de decir.

—Por el partido de tenis —digo, aunque quizás sonó como una pregunta—. El que acaban de ganar... el que casi termina con un nuevo muerto.

No creo que mencionar eso último haya sido lo más apropiado, pero el haberlo hecho, automáticamente me lleva al pensamiento de que si de verdad hubiese terminado de esa manera —con la muerte de Liam—, todo lo relacionado con el resto de muertes que han ocurrido, se tornaría un poco más personal e intenso de manera negativa, al menos para Aurek. Por suerte, esa sensación todavía no tengo la oportunidad de comprobarla y solo me queda especular.

—Gracias. De todas formas, es más como si lo hubiese ganado el internado y no solo dos personas, ¿no? —Dice sin hacer contacto visual conmigo.

Frunzo el ceño.

—Sí... ¿supongo? No lo sé.

En el mismo instante, me doy cuenta de que Liam se remueve en el sitio en el que se encuentra recostado y, acto seguido, abre los ojos.

Alexander y Adeline se acercan a él de primeras, seguidos por Adrián, quien se aproxima casi al mismo tiempo que Aurek, mientras yo me quedo ligeramente atrás para no estorbar ni, como avisó la enfermera momentos previos, agobiar a Liam.

—¿Cómo te sientes? —Pregunta su prima con un tipo de emoción demasiado vago como para percibirlo.

Él tiene el ceño fruncido mientras responde con un gesto que es una indicación de que necesita que todas las personas a su alrededor —nosotros— se muevan cada una hacia atrás.

NOWAK [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora