Capítulo veintidós

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"—¿Crees que sean reales? —su pregunta me desconcierta.

—¿Qué?

—Los rumores... —me mira como si me estuviera pidiendo permiso, pero mantengo mi expresión intacta—, sobre ellos.

—Hay demasiados rumores sobre todos aquí —le resto importancia, enfocándome en detallar cada movimiento y expresión que hace la persona que se encuentra a pocos metros de mí.

—Sabes a lo que me refiero.

Resoplo

—¿Por qué tengo la sensación de que estás arrepintiéndote de ayudarme?

—Porque sabes perfectamente que estamos jugando con fuego... Corrección, estás jugando con fuego.

Sonrío de lado.

—¿Quién dijo que esto es un juego?

Creo que nunca había tenido tanta seguridad sobre algo en mi vida, pese a tener altas probabilidades de morir –aún desconozco si metafóricamente o no–, así que esto no podría decirse que es un juego."

Aurek

"¿A qué hora vienes a la habitación?".

Envío el mensaje a mi compañero de cuarto. Ya está anocheciendo y, después del desayuno, no lo he visto en todo el día... ¿Estoy urgido? Efectivamente.

"Myers: En dos minutos".

Sonrío ante su tan inmediata respuesta.

"Myers: O menos".

Llega otro mensaje que también dejo en leído para proceder a sacarme la playera, tomar el traste que había dejado encima del escritorio y tumbarme a las camas que ya yacen pegadas por las laterales. De este modo es como se obtiene una cama más amplia.

Me percato del ligero sonido de la perilla girándose para abrir la puerta, dejando entrar al pelinegro, sin embargo, se queda quieto en cuanto me mira.

Veo la puerta cerrándose muy lentamente detrás de sí.

—Ahora entiendo por qué tanta insistencia en saber a qué hora venía —comenta entre una risa—. Antes no te interesaba ni un poco.

—¿Quién dijo que no? —le sonrío muy -para nada- inocentemente. Él enarca una ceja antes de dejar sus cosas en una de las sillas del escritorio y sacarse la playera—. Otra cosa es que no iba a pasar detrás de ti como un adolescente alborotado hormonalmente.

Se comienza a reír.

—¿Y qué crees que estás siendo justo ahora?

—Es distinto.

Él mira su celular durante un segundo antes de dejarlo en el mueble de cerca.

—¿Por qué?

—Porque tú también lo eres. —Mis ojos se pasean descaradamente por todo su bien trabajado abdomen y en la "V" que se puede apreciar a la perfección por la parte de arriba del inicio de su pantalón—. Ambos somos un par de adolescentes alborotados.

—Que poético —se burla, teniendo la iniciativa de subirse sobre mí, quedando en frente con las rodillas apoyadas sobre el colchón—. Esto y...

Impido que siga hablando por estampar mis labios con los suyos, queriendo iniciar con un beso intenso, sin embargo, termino separándome.

—Ya no sabes a mango —me quejo, haciéndole soltar una sonora carcajada.

—No he comido mango en todo el día —responde, divertido —ya está muy escaso, así que tendrás que aguantarte durante varios días... o meses.

NOWAK [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora