Capítulo treinta y uno

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"Al pasar el umbral de la puerta, me pregunto si es real lo que estoy viendo, o si es mi mente jugándome una mala pasada de nuevo.

No entiendo nada.

No entiendo lo que mamá está gritando —quizás no quiero hacerlo—. Solo es una mezcla de ruidos y unos cuantos sollozos que entre más me aturden, más se alejan.

Mis ojos solo están mirando el cuerpo en medio de la gran sala de estar y algo en mí no quiere identificar ese rostro, pero la persona que se encuentra justo al lado —llorando mientras recibe los gritos de mamá—, me obliga a hacerlo.

Trato de apegarme físicamente a la única figura que encuentro segura en medio de estas cuatro paredes, sin embargo, todo lo que recibo de esta es un muy fuerte empujón —por la frustración del momento, elijo creer— que me deja yaciendo en el suelo, el cual se encuentra más frío de lo que me pude imaginar.

Ya no escucho nada, pero sé que si tuviéramos vecinos cercanos, ellos estarían escuchando aquellos gritos que yo ya no puedo.

Quizás ellos sabrían la razón de aquel cuerpo cuya sangre ahora está manchando el suelo.

¿El servicio doméstico limpiará eso luego? Me pregunto.

Cada vez todo se siente menos real y por mi cabeza empiezan a pasar pensamientos completamente aleatorios, sin correlación el uno con el otro.

Pienso en los próximos días y recuerdo que muy pronto cumpliré años, sin embargo, ya no siento la misma emoción de hace unos cuantos minutos, la que sentía mientras mi mamá me llevaba a escoger la decoración de mi fiesta.

A decir verdad, no siento nada, pero sé que en unos cuantos minutos sí lo haré y, por eso mismo; espero, porque ese vacío que siento no es algo que me agrade del todo.

Pasan minutos... o incluso horas —aunque lo dudo mucho— antes de que abra los ojos de nuevo y me encuentre con que el receptor de los gritos y alegos de mamá; ahora tiene el labio roto, al igual que su nariz —de la cual se encuentra saliendo sangre—, y sus lágrimas lograron humedecer la camiseta nueva que papá le había regalado hace unos pocos días.

Empiezo a tararear mentalmente la melodía de una canción cuya letra y nombre no soy capaz de recordar, sin embargo, me es útil. Cualquier cosa que me consiga distraer de la escena frente a mí, me es útil."

Kasia

—¿Dónde están? —Pregunta Liam mientras se sienta a nuestro lado luego de llegar de... honestamente no sé dónde estaba, y dudo que preguntándole obtenga la respuesta esperada.

El ambiente neoyorquino es algo raramente agitado y lo puedo comprobar en este preciso momento; sentada en el suelo, recostada contra la pared de algún pasillo muy cercano a la salida con dirección hacia el parqueadero —lugar donde se supone, debería estar el auto que le prestaron a Alexander— viendo como todas las personas que pasan por delante nuestro tienen algo que denota unas ansias enormes, las cuales aparentan estar brotando por sus poros.

—Se fueron —contesto a su pregunta haciendo una obvia referencia a Aurek y Alexander—. Los hijos de su... —me freno antes de terminar la frase, debido a que de alguna manera me terminaría insultando a mí misma— se fueron.

—¿Al hotel?

Emito un sonido de afirmación antes de encender la pantalla de mi celular y entrar al chat con mi hermano para enseñarle a Liam los mensajes que me mandó hace unos pocos minutos desde su nuevo número:

"Aurek: Antes que nada, no me mates"

"Aurek: Me fui con Alex un momento al hotel"

"Aurek: En el auto"

NOWAK [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora