Capítulo catorce

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"Miro la pantalla, está desbloqueada, eso es bueno, lo que iba a ser muy malo. Ese vídeo estaba a nada de ser enviado junto con un mensaje que dice “prueba”. El vídeo estaba a nada de caer en manos equivocadas, si yo no hubiese llegado a tiempo…

—¿Le mandaste el vídeo a alguien? —le pregunto con serenidad, pero no me habla—. ¡Responde!

N-no.

—Hasta la voz te tiembla —me burlo, tomándolo del mentón, obligándolo a mirarme—. Incluso para jugar a ser el héroe, se necesita valentía y postura. No esta pusilanimidad que te cargas.

—El único juego que hay aquí es el tuyo, y está a punto de llegar a su fin —se atreve a responderme, haciéndome elevar ambas cejas.

—El único fin que habrá aquí y ahora es el tuyo —lanzo el celular a un lado, sin importarme que caiga al suelo, y saco del bolsillo especial de mi pantalón mi arma favorita. Una daga.
Se la pongo en frente.

—¿A qué es bonita? —Alardeo, llenándome de satisfacción, no por lo que sostengo, si no por el miedo que me regalan sus ojos—. Pero, no tanto como las que normalmente uso. Bañadas en oro o plata, con piedras preciosas de adorno. Esta, comparada con las otras, es basura, y eso la convierte perfecta para ti —empuño el cuchillo a la altura de su cuello, justo donde sobre sale la famosa “manzana de Adán”—. No quería hacerlo personal, pero. Te metiste conmigo, con mi equipo, y, lo más importante, traicionaste a mi novio."

Aurek

—Bien dicen que ninguna promoción es mala —me encojo de hombros con simpleza, demostrándole a la pelirroja que no me interesa nada de lo que ella pueda decir. Es curioso, no llevamos más de cinco minutos hablando y yo siento que ya es un completo dolor de cabeza.

—¿Y cuándo dije que era mala? —le veo poner sus codos sobre la mesa, entrelazando sus dedos frente a ella, a la altura perfecta como para descansar su mentón en ellas. Lista para soltar veneno—. Solo no creo que sea demasiado beneficiosa, digo, no veo en qué puede beneficiarte el que todos digan que tu papá es un mafioso... ¡No!, ya sé, ya sé... —Se aclara la garganta, sonriéndome con malicia—. Que es un asesino. Que él mató a t...

—¿Y eso en qué me afecta? —le corto para evitar que me desate totalmente con lo que creo que iba a decir. Sonrío, ocultando a la perfección el enojo que comenzó a bullir dentro de mí, y rápidamente le doy una mirada a Kasia, intentando ver su expresión ante las palabras de la pelirroja, pero ella parece tener una conversación más interesante con la rubia—. Al contrario, me beneficia... demasiado.

—Oh, ¿En serio?, ¿En qué?

—Mira, aquí hay algo que no has entendido, Adeline —acaricio su nombre. Ella parece querer hablar, pero no la dejo—, en este cruel e injusto mundo, solo las personas que son temidas son las que triunfan. Y aquí todos me temen. Aquí tú eres una simple chica, mientras que yo podría ordenar cualquier cosa y se haría de inmediato.

A lo lejos veo a mi hermana, saliendo de la cafetería junto con la otra chica que creo es su compañera de cuarto. Ni siquiera me di cuenta de en qué momento se levantó de su lugar.

—En algo sí te estás equivocando —hace lo mismo que yo, sonríe para disimular su, muy probable, enojo—. Yo no soy una "simple" chica, y tú estás muy equivocado si crees que con solo pedir algo te va a caer del cielo, las cosas no funcionan así.

—¿Cuándo dije que me caían del cielo? Observa y aprende —le guiño un ojo, antes de enderezarme en mi asiento y dejar caer mi vista en una chica que va pasando cerca de nuestra mesa—. Tú, tráeme un vaso con agua.

NOWAK [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora