Capítulo tres

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"—Lamentamos informarles que va a haber un cambio de director, sabemos el gran aprecio que le tenían al Sr. Bakers, pero para sorpresa de todos ha tomado la decisión de retirarse del cargo. Todos somos conscientes de que los 43 años en los que él estuvo dirigiendo St. Nowak University School, fueron unos maravillosos años que ojalá y todos los tengamos presentes como un gran recuerdo.

Esas fueron las palabras que escuchamos decir al Sr. Nowak por medio de un video que se proyectó en el teatro.

Así, sin más, porque luego de que el vídeo finalizó, los profesores subieron el black out y nos enviaron a nuestra siguiente clase.

Sin mencionar una sola palabra al respecto.

Como si hubieran hecho un voto de silencio."

Kasia

El sonido de la alarma resuena en las paredes de la habitación, llevo despierta unos minutos sin haber podido volver a dormir, pero ese sonido hace que me dé sueño de nuevo.

Me incorporo, apago la alarma y miro al frente, Riley está con el brazo sobre su cara intentando bloquear la luz del sol que se proyecta directamente en ella.

Al parecer no escuchó la alarma.

Me baño, me pongo el uniforme y cuando me estoy desenredando el cabello frente al espejo, veo por el reflejo de este a una Riley que parece estar en modo zombie.

Al verme pega un salto que me hace soltar una risa.

—Perdón, perdón —se disculpa—. Estaba acostumbrada a no tener roomie y poder andar como una loca hasta que salga de la habitación. —Ríe un poco.

—No te preocupes, de todas formas, termino aquí y me voy a desayunar.

Al cabo de un rato estoy en camino a la cafetería, mientras, como siempre, siento decenas de miradas sobre mí.

A veces me pregunto qué estará pasando por sus mentes.

Sigo caminando con la cabeza en alto.

Al llegar a la cafetería veo que Aurek recién está sirviendo su desayuno, por lo que me uno a él.

—Que asco da la comida de este lugar —es lo primero que dice cuando siente mi presencia a su lado.

—Pero si ni siquiera la has probado —le reprocho.

—¿Y el almuerzo de ayer qué fue?

Hago una mueca recordando que tampoco me gustó.

—Son cosas diferentes, no me puedes venir a decir que un desayuno y un almuerzo son lo mismo —y antes de que pueda decir algo más, agrego—: Además, que poca decencia tienes, te quejas de la comida frente a las personas que la preparan.

—¿Sí? Dime cuantas personas están interesadas en nuestra interesante conversación en este momento —inquiere con sarcasmo.

Analizo el entorno. Efectivamente la gran mayoría de personas nos están viendo, pero no parecen especialmente interesadas en lo que decimos... En su lugar, parecen más interesadas en cómo nos vemos, en nuestras actitudes, en cada movimiento que hacemos, en cada paso que damos, como si en algún momento fuéramos a dar uno en falso.

Incluso, volteo a ver a la señora detrás del mostrador (la cual, se supone, prepara la comida), hasta ella está mirándonos con recelo.

Dios mío.

NOWAK [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora