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Mi armario completo se encontraba sobre mi cama. Mi queridísima Yaeyoon estaba rebuscando entre prendas para encontrar según ella el modelito perfecto para mi cita. Yo en cambio hacía la tarea en mi desordenado escritorio. Los cuadernos y carpetas apiladas estaban en riesgo de caída, pero de igual forma yo seguía añadiendo hojas sobre aquella inestable torre.

—¿Te pondrías un vestido?

—Hace quince grados, ponme algo más abrigadito por favor.

Mi amiga bufó y siguió desordenando mi ropa.

—Lo tengo, ven aquí niña.

No quedaba de otra, me levanté mirando con cierto miedo a mi amiga. Esta me tiró una camisa blanca ligeramente transparente de manga corta que no recordaba haber comprado nunca, una falda gris de líneas negras y blancas y por último unas mallas semitransparentes oscuras que no recordaba tener.

—Te pondrás esto quieras o no.

Bufé mirando las prendas de mis brazos. Sin duda sería un día largo. Anduve directa al baño para ducharme y colocarme aquella ropa sin rechistar.

Salí secándome el cabello con una toalla. Mi amiga negaba desde mi cama en cuento me vio entró. Pasó de largo sin decir nada. Me senté en mi silla del escritorio con las piernas cruzadas sobre esta y seguí secándome el pelo. La silla daba vueltas, por ello un par de veces me golpeé la rodilla con la madera de la mesa; mi desgracia siempre estaba presente.

—Secador, y me dejas peinarte.

Suspiré desganada, debí haber preguntado a Renwoo si me podía ayudar; él hubiera tenido en cuenta mis gustos a la perfección.

Mi amiga seguía mequillándome, esa mujer no se cansaba. Lo más probable era que lloviera, me tropezara o llorara y el maquillaje y peinado se fueran a la mierda. Pero bueno, su cara de felicidad no se la iba a quitar.

—Lista, ¿Hora?

—Cuatro y dos.

—Era a y cuarto, así que ve yendo a la cafetería esa.

Me levanté tras ponerme las botas negras y agradecí a Yaeyoon por su ayuda. Ella me dijo que recogería su desastre y luego se iría.

Caminaba por la calle buscando con la mirada la cafetería a la que llegaba tarde. Eran y veintiuno, ya debía una disculpa a mi cita.

Al encontrarla entré algo nerviosa, me sorprendí al ver a Kim Haesoul sonriente en una de las mesas mirando en mi dirección. Sonreí tímidamente y me acerqué con rapidez. Me senté en la silla frente a él.

—Perdón por llegar tarde.

—Si llegaras pronto no serías tú.

Esa sonrisa tan amplia en él me relajaba de alguna manera. Suspiré aliviada y miré a nuestro alrededor. Había algunos clientes trabajando con el ordenador o simplemente acompañados y hablando. Una pequeña melodía salía de unos altavoces a los laterales, era tranquila y podía distinguir un bonito saxofón.

—¿Te gusta?

—Es muy linda—dije sonriendo ilusionada.

Era mi primera cita y tenía tanta ilusión como el primer día de clase de un niño pequeño. Rió sin dejar de mirarme.

—Eres adorable April.

Me sonrojé y miré a mis pies encogiendo mis hombros.

—¿Pedimos algo?

Asentí desviando la mirada a la mesa para que no me viera directamente a los ojos. Estaba nerviosa pero de alguna manera cómoda con él.

Estuvimos hablando amenamente sobre algunas historias completamente casuales de cuando éramos más pequeños. Le comenté sobre Yaeyoon hoy en mi casa preparándome para aquella cita.

The Mess - Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora