Aún algo agitada me acerqué a la joven y le pedí que me mostrara su identificación. La terrible sensación de que me hundía en el suelo comenzó luego de leer su apellido, Thompson. El calor de la vergüenza se adueñó de mi rostro mientras le devolvía la identificación a Amy sin dejar de mirar al suelo.
➢ No tienes por qué sentirte apenada, Jane. Fue divertido conocerte en medio de un ataque de celos. Ahora sé que sientes algo verdadero por mi hermano. –dijo algo divertida.
➢ Discúlpame, Amy. No sé qué decir. Yo no soy así, lo siento. –Edgar se detuvo a mi lado y me miró a los ojos preguntándome si estaba convencida. Solo moví la cabeza débilmente para contestar porque no quería hablar, al menos, no por el momento. Mi corazón se sentía más aliviado y podía respirar. Me dispuse a limpiar mis lágrimas, pero Edgar se me adelantó y con una suave caricia de sus manos limpió mi rostro. Fue como si me acariciara el corazón y aliviara mi dolor.
➢ Vine a ver a mi hermano, llevábamos muchos años separados. Me diagnosticaron con cáncer de seno hace tres años y por todo el tratamiento con sueros, la radiación y la operación no he podido venir a verlo. –comenzó a decirme Amy emocionada mientras acariciaba la espalda de su hermano.
No le había contado a nadie del cáncer porque su médico le aseguró que no debía haber ninguna complicación con su tratamiento. Su cáncer fue detectado muy pequeño y con las radiaciones y la operación se solucionó su caso afortunadamente. Prefirió entonces no contarle a su hermano ni a su padre de su enfermedad hasta que no saliera de la operación. Les sugerí que me acompañaran a tomarnos un café y luego a almorzar todos juntos para celebrar su llegada. A ellos les encantó la idea y me acompañaron a la cafetería. Le expliqué a Hanna que me había ido un momento porque había visto a Edgar con su hermana Amy pasando por allí. Hanna y Amy se agradaron de inmediato mientras yo evitaba el contacto visual con Edgar, aún seguía muy avergonzada. Todos nos sentamos un rato para disfrutar de un café y hablar un poco más. Luego de terminar mi café me fui al baño por un momento, necesitaba estar a solas un momento. Entré al baño para refrescarme el rostro y pensar un poco en lo sucedido. Había sentido celos de Edgar y mi mente aún estaba abrumada. Me miré en el espejo soltando un largo suspiro, estaba enojada conmigo misma por comportarme así. Intentaba calmarme y descifrar el porqué de mis celos. Recordé el momento justo en que los vi y lo que más me molestó fue como lo acariciaba, lo tocaba con esa intimidad que solo yo le daba a él. Era como si tocara algo mío, algo que me pertenecía y eso me había hecho rabiar. En todo esto pensaba mi mente cuando sentí que la puerta del baño sonó. Alguien había abierto y caminaba hacia donde yo estaba. Solo vi sus ojos cafés y supe que era Edgar.➢ Tenía que hablar contigo. ¿Te asusté? –dijo mientras caminaba hacia mí.
➢ No, tranquilo. Estaba aquí pensando en lo que sucedió hace un momento, no sé qué me pasó. De verdad, perdóname, Edgar. Actué sin pensar, debí… llamarte.
➢ Ya pasó, Jane. No puedo decir que no me haya gustado que estés celosa de mí. –rió con malicia. –Pero no quiero que desconfíes de mí. Yo soy tuyo y eso no cambiará.
Mi cuerpo sentía el calor de su cuerpo acercándose a mis labios y sus manos acariciando mi rostro. No podía resistirme a lo que sentía ya en mi corazón, en cada fibra de mi ser. Este hombre era mío y yo suya. Me dejé llevar por la pasión de sus besos mientras me aprisionaba contra la pared más próxima a nosotros. Me hablaba entre sus besos diciéndome que no soportaba que lo ignorara y yo no podía articular palabra alguna. No importaba donde estaba si era con él, entrelacé mis dedos en su pelo oscuro para atraerlo más a mí. Besó mi cuello mientras acariciaba mi espalda dejándome casi sin fuerzas en un vendaval de emociones. Mis ojos se posaron en su rostro y recordé que lo había golpeado y unas lágrimas escaparon de mí. Él se percató de que lloraba y elevó mi rostro por la barbilla para mirarme, besó mi frente y me abrazó en silencio.
➢ No debí golpearte, lo siento. –acariciaba donde lo golpee.
➢ Tranquila, Jane. No pasa nada. Sé que no eres así.
➢ Sé que dijimos que nuestra relación sería lo que yo quisiera darte. Pero… no sé cómo ni cuándo yo… me enamoré de ti. Por eso tengo miedo que esto que tenemos no sea real para ti. –lo miré a los ojos sin importarme si me veía ridícula.
➢ Yo también siento lo mismo, Jane. Desde que nos conocimos sentí que tú y yo teníamos una conexión especial. Quería darte tiempo porque sentí que estabas muy frágil con lo del divorcio. –dijo mirándome a los ojos con ternura mientras me abrazaba.
➢ Quiero… vivir contigo, Edgar. Dormir juntos, despertar juntos. No quiero separarme de ti. –dije descansando mi cabeza en su pecho cálido.
➢ Yo también quiero lo mismo desde hace tiempo. –y besó mis labios con ternura.
Nos quedamos abrazados así por un momento, disfrutando de su exquisito aroma y luego salimos. Regresamos juntos a la mesa donde Amy y Hanna conversaban tan animadas que apenas se dieron cuenta. Fuimos todos en mi auto hasta la casa para almorzar todos juntos, a modo de disculpa. Hanna me ayudó a preparar la comida y la ensalada mientras Edgar y Amy conversaban en el recibidor. Todos nos sentamos a comer en cuanto estuvo listo el almuerzo y pasamos un rato ameno conversando. Hanna miraba a Edgar dándose cuenta que la felicidad que veía en sus ojos cada vez que me miraba era amor. Su comportamiento cambiaba cada vez que interactuaba con él de alguna forma, se daba cuenta que sus intenciones hacia mi eran bien intencionadas. Amy me dijo que debían irse para descansar, el desfase de horario todavía le pasaba factura y se sentía muy cansada.
ESTÁS LEYENDO
Al final de mi vida
RomanceUna mujer de cuarenta y tantos sufre el engaño de su esposo después de 30 años de casados. Luego del divorcio se encuentra devastada y sin un rumbo en su vida. Una noche va a un bar y se pasa de tragos, está hecha un desastre pero aún así logra atr...