Entramos en mi casa todos juntos y me senté un momento en el sofá con Hanna por un lado y Lucas por el otro. Seguía algo nerviosa, no paraba de abrazar a mis hijos y tocarlos para asegurarme que estaban bien. Tocaba mi barriga una y otra vez sin decir nada, solo lloraba.
- Jane, ellos están bien, tu estás bien y a salvo, todo acabó. Ellos deben irse para estar con su padre ahora. - las palabras de Edgar me hicieron reaccionar.
- Es cierto, mis pequeños. Deben estar con su padre ahora. Él los necesita. Vayan al hospital. - Lucas y Hanna se despidieron con un beso en la frente como siempre y se fueron. Yo miré a Edgar a los ojos y le pedí que me abrazara de nuevo. Acurruqué mi cabeza en su regazo mientras el me acariciaba la panza.
- Tuve tanto miedo de perderte, Jane. A ti y a nuestro bebé. Pero agradezco que el detective Moore llegara a tiempo.
- Y yo tuve miedo de no volver a verte, a abrazarte. Esa mujer estaba de verdad obsesionada contigo. No sé cómo creyó todas las cosas que le dije.
- ¿Qué le dijiste? - preguntó Edgar con su característica picardía.
- Que solo estaba contigo para obtener tu dinero y que este bebé no era tuyo. Que no me gustabas y que huiría con tu dinero. ¡Locuras! ¿Sabes lo que me respondió Verónica?
- ¡Vaya historia! ¿Que te respondió? - preguntó intrigado.
- Que ella me daría el dinero para que te dejara en paz y me alejara. Que solo así volverían a ser una familia.- sonreí al recordar su expresión.
- ¿En serio? Definitivamente no está bien. Pero ya podemos olvidarnos de ella, ahora si viviremos en paz, Jane. - me aseguró Edgar mientras me acariciaba los cabellos. Luego de un rato de estar así tan relajada me venció el sueño y Edgar me subió a mi habitación para que descansara en mi cama. Realmente necesitaba dormir, estar tan tensa por esas dos horas con Verónica me habían drenado toda mi energía.Creo que dormí tres horas al menos porque era de noche cuando me levanté. Todo estaba en silencio en la casa y al bajar las escaleras sentí las voces de Edgar y los chicos en la cocina. Hablaban de Larry y de su situación. Los médicos les habían dicho que tuvieron que operarlo para detener la hemorragia debido a la puñalada que le dio Verónica. Habían logrado salvarle la vida extirpándole el bazo. Pero al menos estaba fuera de peligro. Estaría en terapia intensiva durante uno o dos días por eso le habían dicho a sus hijos que no podía recibir visitas por ahora. Regresaron a casa algo tristes por su padre pero con la esperanza de que mejoraría en unos días. Terminé de bajar las escaleras y fui a la cocina donde conversaban. Los saludé con un besoen la frente mientras me miraban tiernamente.
- ¿Estás mejor, Mamá? - preguntó Lucas.
- Si, hijo. Más tranquila. Creo que cuando llegué aquí seguía en shock, en mi mente sólo podía pensar en mis hijos. Aunque no estuvieran cerca de esa desequilibrada. Pero ya todo pasó, solo rezo para que su padre salga bien de todo esto.
- Eso esperamos todos, mamá. Bien, yo cocinaré para que tu descanses más. - Hanna no pudo evitar tapar su rostro lamentando mucho las palabras de su hermano. Cocinaba fatal y todos lo sabíamos.
- Yo te ayudaré, Lucas. Así te enseño mis habilidades culinarias. - dijo Edgar y todos reímos al unísono.Pasaron dos semanas en las que Edgar y yo nos quedamos en mi casa. No quería volver a la casa de Edgar aún después de la visita inesperada de Verónica. Fue un poco traumatico tener que verla jugar con el cuchillo frente a mí, todavía me sorprendía en mis sueños clavándomelo en la barriga. Larry salió del hospital y luego de 4 días fue a hablar con nosotros sobre Verónica.
Nos contó que ella al principio se comportaba de manera normal con él. Pero luego del accidente de Edgar actuaba cada vez más extraño.
- Recuerdo que ese día ella me dijo que iría a hacer unas compras y que le prestara mi auto porque el suyo estaba en el taller por problemas con los frenos. Yo tenía esa reunión con los inversionistas del nuevo proyecto y no iba a utilizar el auto así que le dí mis llaves y se fue. Regresé a las 11 y media de la noche al apartamento y ella estaba nerviosa, extraña. Le pregunté qué había comprado y me dijo que no vio nada que le gustara y se fue de la tienda. No creí mucho esa historia, era una compradora impulsiva. Desde que nos conocimos compraba todo lo que podía en ropa. Sobre todo lencería, no era creíble su historia pero aún así no dije nada. Pensé que se había pasado del límite de la tarjeta de crédito y que no me había contado para que no me enfadara con ella. Así que cuando la policía fue a vernos para hacernos preguntas sobre el accidente de Edgar la vi respondiendo a las preguntas del detective Moore muy nerviosa, pero no tenía idea de porque. Luego de unos días me percaté que mi auto había sido pintado y reemplazados los vidrios del área de la puerta del piloto. Cuando la confronté me dijo que había sido un ligero incidente en el parqueo de una tienda cuando fue de compras. Yo le creí pero le dije que me lo tenía que haber dicho antes de mandarlo al taller.
- Nos engañó a todos, Larry. Sólo que no sé porqué te apuñaló. - dije con la mirada de Edgar sobre mí.
- Me enteré que la policía descubrió cabellos rojos en la casa de la playa cuando te atacaron y de inmediato supe que había sido ella. Tomó mis llaves para entrar y por culpa mía por poco te mata esa loca. Así que le dije que porque lo había hecho y me contó que seguía enamorada de Edgar, que yo solo había sido un pasatiempo. Que nadie la separía de él y todo el que se interpusiera acabaría muerto. Al ver que la denunciaría a la policía me apuñaló para que no pudiera contarle a nadie.
- Dios mío, pero ya por suerte ella está presa y espero que no salga pronto.
- Si, me alegro de que así sea. Y también me alegro de tu embarazo y de que seas feliz con Edgar de corazón. Entendí que no siempre se puede tener lo que uno quiere y que la felicidad hay que cuidarla. Tenemos que llevarnos lo mejor posible por nuestros hijos, esto que me pasó me hizo ver la vida diferente y ver lo buena madre que eres.
- Me alegro que hayas cambiado, Larry. Es lo mejor para nuestros hijos.
- Bien, ya me voy. Solo quería que supieran que a partir de ahora pueden contar conmigo. - se puso de pie y Edgar le hizo lo mismo estrechando su mano en señal de paz. Luego de irse Larry Edgar me abrazó acariciando mis cabellos diciéndome lo afortunado que era de tenerme.Pasaron varias días en los que ni Edgar ni yo habíamos regresado a su casa. Pero debía ir para terminar el cuadro que era sorpresa para Edgar, así que le pedí a Lucas que me llevara allí en lo que Edgar trabajaba para recoger el cuadro. Así lo hicimos y cuando ya lo tenía en casa lo terminé. Todo estaba listo para darle la sorpresa cuando la doctora me llamó para decirme que debía ir al ultrasonido donde nos dirían el sexo del bebé.
Por la noche Edgar llegó de su trabajo y enseguida fue a darme un tierno beso en la barriga. Le conté que debíamos ir a consulta al día siguiente y me dijo que llamaría para poder ausentarse y acompañarme. Salimos muy temprano al día siguiente y luego de esperar unos minutos la doctora nos pidió entrar. Luego de acostarme en la camilla y verter sobre mi barriga el gel para deslizar el traductor por mi vientre nos dijo:
- Es un niño. Está muy sano y fuerte. Todo bien. - sonrió Edgar al saberlo y apretó mi mano mientras yo lloraba emocionada.
Al llegar a casa le dije que le tenía una sorpresa y que esperara en el salón. El cuadro estaba en nuestra habitación, sólo debía destaparlo para que lo viera cuando entrara. Subí las escaleras, llegué al dormitorio y sitúe el caballete de frente a la puerta. Le hice una seña a Edgar para que subiera las escaleras. Una vez arriba le dije que caminara hacia mi con los ojos cerrados. Al llegar a mí lo besé y le dije que los abriera. Sorprendido miró hacia la puerta nuestro cuarto y vió el cuadro. Él y su madre abrazados ambos adultos. Emocionado caminó con lentitud hacia el cuadro y suspiró sonriendo. Yo me acerqué acariciando su espalda, se giró hacia mi y me abrazó con tanta ternura que derritió mi alma.
- Me haces el hombre mas feliz de este mundo todos los días.
- Quería que tu mamá pudiera abrazarte y estar orgullosa del hombre en que te has convertido, el hombre que amo. Quería regalarte ese momento aunque fuera solo un instante. Tu también me haces muy feliz. - nos besamos profundamente, el aire nos faltaba y aún asi nuestros labios no querían dejarse.
Nos mudamos a la casa de la playa para vivir en un lugar sin malos recuerdos, queda un poco lejos de mis hijos pero sabía que estaban seguros. Lucas le pidió a su novia que se mudara a la casa y me pidió permiso para hacerlo. Mientras que Hanna se ganó una beca en una universidad cerca de la casa de la playa. Los fines de semana siempre viene a visitarnos y le encanta estar en la playa.
Toda mi vida creí que ya me quedaba nada que aprender. Que había nacido en desgracia por fracasar en mi matrimonio y porque mis hijos me culpaban de la separación pero al final de mi vida conocí a una persona que me hizo darme cuenta de tantas cosas, que estamos en constante cambio, que la vida es muy corta para estar todo el tiempo atormentado, preocupado, triste, celoso, furioso. Aprovechar nuestro tiempo compartiéndolo con las personas que realmente importan, así es como debemos vivir la vida. Ahora puedo decir que al final de mi vida aprendí a vivir, esa lección de vida no tiene precio y esa es la verdadera felicidad.
FIN

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Al final de mi vida
RomansaUna mujer de cuarenta y tantos sufre el engaño de su esposo después de 30 años de casados. Luego del divorcio se encuentra devastada y sin un rumbo en su vida. Una noche va a un bar y se pasa de tragos, está hecha un desastre pero aún así logra atr...