Conociéndote

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No tenía ni idea de quien podría ser así que contesté:
➢ Hola.
➢ Hola, Jane.
➢ ¿Edgar? ¿Cómo conseguiste mi número?
➢ Ah, tengo mis métodos. Es broma. Cuando estuviste aquí en casa, antes de irnos a correr tomé tu celular y llamé al mío para poder tener tu número. Sé que fue una invasión de mi parte, lo siento. –respondió y se quedó en silencio esperando mi reacción.
➢ Me alegra que lo hayas hecho, estaba por llamarte. Quería hablar contigo.
➢ ¿Sobre qué? –preguntó y me puse un poco nerviosa y no supe que decir.
➢ Es…sobre… lo del trabajo que me dijiste que me ayudarías a conseguir. –pensé para mis adentros: Que pregunta tan estúpida inventé.
➢ Ah, no he ido a mi trabajo, pero el lunes en cuanto ponga un pie en mi oficina me ocupo de eso. No te preocupes. –respondió y quedó en silencio de nuevo.
➢ Está bien, gracias. Mi hijo Lucas… me preguntó quién era el hombre con el que salía. Me preguntó si podías venir a comer con nosotros este fin de semana para hablar contigo y conocerte. –dije y el corazón me latía a mil.
➢ Yo…estaría encantado de conocer a tu hijo, pero …la pregunta es si me das permiso de ir. –lanzó la pregunta e hizo silencio para poder escuchar mi respuesta. Tomé un largo respiro pues sentía que me ahogaba sumergida en los pensamientos.
➢ Sí, creo que sí, es solo para que no se preocupe de con quien estoy. Es muy protector.
➢ Está bien, allí estaré. Luego hablamos sobre los detalles.
➢ Sí, claro. –dije sin querer colgar aún, pero sin saber que más decirle. Él se percató de que estaba esperando a que hablara, mi respiración era agitada. Me sentía como una adolescente de nuevo.
➢ Hace solo unas horas que te vi y ya te extraño, Jane. –dijo y mi piel se erizó cuando mencionó mi nombre.
➢ Yo…también te extraño, Edgar. –dijo casi sin pensar.
➢ Me alegra oírte decirlo. Llámame cuando quieras, está bien. No importa la hora, estaré aquí para ti.
➢ Lo sé, gracias.
➢ Adiós, Jane. –y colgó dejándome más ansiosa aún.
Tiré mi cuerpo sobre la cama y mis pensamientos solo iban a él. Estaba emocionada con la idea de que viniera a casa a cenar juntos. Me percaté de que ya no pensaba en Larry, ni en su traición, ni en su secretaria. Solo quería sonreír con Edgar como lo había hecho aquel día, ser feliz con él. Me di una ducha fría pues mi cuerpo estaba extrañamente acalorado y al salir comí con mi hijo que sonría al verme y luego me fui a mi cuarto de nuevo. Guardé en mi celular el contacto de Edgar y me acosté. A la mañana siguiente me desperté temprano y me vestí con ropa deportiva para correr a aquel parque donde corrimos Edgar y yo. Me despedí de mi hijo que había terminado de desayunar y tomaba su mochila para irse. Tomé mi auto y me dirigí a ese parque. En pocos minutos llegué y vi que Edgar ya corría allí. Estacioné mi auto sin que me viera y me acerqué corriendo a sus espaldas para que no me viera. Luego de trotar por unos segundos a sus espaldas sin que sospechara me acerqué rápidamente. Me coloqué justo a su lado trotando sin mirarlo y le di los buenos días como si se tratara de un corredor desconocido, pero con una sonrisa contenida. Al responderme pude notar su sorpresa y la expresión divertida en sus labios.
➢ ¿Qué haces aquí, Jane?
➢ Vine a correr y a disculparme contigo. Soy tan insegura que no pude decirte en ese momento que yo siento lo mismo. Este camino…es nuevo para mí y tengo miedo…, miedo de perder todo esto que solo siento contigo. –dije deteniéndolo agarrando su musculoso brazo. Su mirada tierna se clavó en mis ojos y sus manos acariciaron mi rostro.
➢ No sabes cuánto me alegra oírte decir eso. –acarició su mejilla con su pulgar.
➢ Si quieres después de que regreses del trabajo podemos ir al supermercado para buscar la comida que prepararemos para la cena. ¿Te parece bien?
➢ Está bien, pero terminemos el ejercicio primero. –dijo dándome un rápido beso en los labios.
Terminamos nuestro trote matutino alrededor de las 8 de la mañana. Luego de despedirse de mí con un par de besos y abrazarme para hundir su nariz en mi cabello se fue a su casa diciendo que pasaría a buscarme después de salir de su trabajo. Yo me dirigí a mi auto y conduje hasta mi casa de vuelta. Estaba muy emocionada de organizar la cena para el fin de semana, pensaba en lo que haría para cenar y de postre. Quería que todo quedara perfecto, quería impresionarlo con mi sazón. Escogí la ropa que usaría y los zapatos que me pondría sin darme cuenta que se hizo de noche. Mi hijo Lucas llegó a casa a las 7 y subió a mi cuarto para verme. Me dio un beso en la frente como siempre hacía y me dijo que no me preocupara por hacer algo de comer porque iría a casa de la novia y regresaría algo tarde. Le pregunté cómo le había ido en el examen y me respondió que había contestado todas las preguntas, a su entender de forma correcta, pero que el resultado se lo daban el viernes. Se fue a su cuarto para arreglarse, se le veía alegre y me hizo muy feliz el verlo así. Sonó mi celular y era un mensaje de Edgar diciéndome que me esperaba en su casa. Me puse nerviosa solo de leerlo, corrí a ducharme y alistarme. Busqué un bonito vestido color blanco con encaje negro sobre la tela y tomé las llaves de mi auto. Conduje hasta su casa y al llegar toqué el timbre.
➢ Hola, Jane. ¡Wao, estás preciosa! –dijo en cuanto me vio.
➢ Gracias, tú también. –dije mirando su camisa color azul cielo y su pantalón negro.
➢ Pasa. Hice unos espaguetis con atún por si querías cenar conmigo.
➢ ¡Qué bien! Muero de hambre, mi hijo me pidió que no hiciera la cena hoy. No va estar en casa, está … enamorado y fue a una cita con la muchacha.
➢ Vaya, que bueno. Así podemos tener una cita tu y yo. –respondió Edgar mirándome mientras tomaba mi mano y me conducía al comedor. La cena estaba servida.
Luego de comer y hablar sobre lo que debíamos comprar para la cena en mi casa el fin de semana nos trasladamos al salón para ver una película. Edgar me preguntó muy caballeroso que género prefería y no supe que contestarle. Realmente nunca había visto una película con nadie, a Larry no le gustaba el cine, ni el teatro y yo, me adapté a verlo por televisión y sola. Le respondí que lo que escogiera él estaría bien para mí, quería conocerlo, conocer sus preferencias. Escogió una película de terror y los 10 primeros minutos de la película salté en mi asiento más de 5 veces. Quitó la película y me miró soltando una gran carcajada. Su sentido del humor era tan espontáneo y divertido que parecía un niño, no podía dejar de mirarlo. Luego buscó una película que se llamaba “La mujer del que viaja en el tiempo” y me miró como pidiendo mi aprobación para abrazarme. Me sentía muy cómoda en su pecho cálido y firme, su respiración al principio era algo errática pero luego era calmada y lenta. Sus manos me acariciaban los cabellos y me transmitían una ternura inmensa. Disfrutamos de la película y de estar así abrazaditos, no quería que terminara. Sonó mi celular que estaba en el comedor dentro de mi cartera y fui a contestar. Era mi hijo que me decía que había llegado a casa y que se iría a dormir. Le pregunté cómo le había ido en su cita y respondió que muy bien. Le respondí que en un rato estaría en casa y me contestó que era adulta y que si quería quedarme y pasar la noche fuera podía hacerlo. Las palabras de Lucas me quitaron un gran peso de encima, buscaba su aprobación siempre, no quería que nada dañara la relación que tenía con mis hijos, aunque con Hanna todo era mucho más complicado. Me despedí de Lucas y regresé a sentarme en el sofá, Edgar estaba en silencio mirándome. Quizás esperaba que en cualquier momento le diría que tenía que irme, pero no lo hice.
➢ Mi hijo Lucas me llamó para decirme que había llegado a casa.
➢ Ah, qué bien. Por lo que se ve es un chico modelo ¿No? –dijo mirándome.
➢ Si, Lucas es muy bueno. Hanna también, pero es más rebelde, tarda más tiempo en acostumbrarse a los cambios. Disculpa que te hable de mis hijos, es inevitable para una madre.
➢ No te disculpes, yo quiero saber todo de ti. Y ellos son parte de ti, Jane. –dijo acariciándome el rostro, colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja.
➢ Yo también quiero saber todo de ti, Edgar. –y nuestros labios se fundieron en un beso lento, tranquilo al principio, pero después tornándose cada vez más salvaje y apasionado. Sin pensarlo mis manos fueron desabotonado su camisa para sentir la piel de su pecho mientras él me miraba tomar el control. No me reconocía a mí misma, no sabía exactamente que hacía, pero estar con él era como ser otra mujer completamente nueva y me gustaba. Sus ojos cafés llenos de deseo se clavaron en mí cuando besé su torso esculpido. Entonces me acarició el cuello acercándome a sus labios de manera posesiva, luego se puso de pie y me tomó en sus brazos para llevarme a su habitación. Caminó hacia el dormitorio y me colocó en la cama tendida. Me levantó el vestido hasta la cintura depositando besos en mis piernas y en mi abdomen haciéndome cosquillas hasta que me lo quité. Se deshizo de sus pantalones de forma pausada sin dejar de admirar mi cuerpo mientras soltaba su cinturón. Me gustaba la forma en que miraba mi cuerpo y me sonrojé cuando se acercó a mi como un depredador.
➢ Eres hermosa, Jane. –me dijo y fue como si leyera mi mente. Pensaba que mi cuerpo no sería de su agrado y Edgar de un soplo me borró ese pensamiento. Yo no supe que decir solo lo besé.

Al final de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora