Llegado el gran día las chicas nos fuimos a la peluquería para quedar bien bonitas mientras que Edgar y Lucas se habían ido a arreglar a casa de Edgar. Aquello era todo muy chistoso, era la condición que le habían puesto Hanna y Laura, que nos las vieran hasta que terminaran de arreglarse. Mientras nos maquillaban y pintaban las uñas sentí un ligero mareo, pero pasó tan rápido que no le di importancia. Nada podía quitarme la enorme felicidad que sentía ese día. Regresamos a casa y subimos para vestirnos y darnos los últimos retoques. Cuando terminamos bajamos al recibidor listas para irnos a la gala de graduación. Lucas me llamó al celular para preguntar si ya estábamos listas para recogernos e irnos hacia el salón de fiestas de la escuela. Pasaron unos 15 minutos desde que hablé con Lucas por teléfono y tocaron a la puerta. Eran ellos, habían llegado en mi carro en poco tiempo. Los ojos de Lucas se abrieron impresionado por la belleza de su novia, fue enseguida a decirle que estaba preciosa.
➢ Estás muy bonita, hermanita. ¿Acaso te espera algún galán?
➢ Gracias, hermanito y si...tengo un galán. -respondió Hanna.
➢ Mamá, tambien estás muy elegante y hermosa. -me elogió Lucas.
➢ Gracias, hijo mío. Pero... ¿donde está Edgar? -pregunté y en ese instante entró Edgar por la puerta principal vestido con un esmoquin blanco sosteniendo entre sus manos una pequeña cajita oscura. Sonriendo se acercó a mi, tomó mis manos con ternura y me propuso matrimonio. Abrió la cajita para revelar su contenido, un resplandeciente anillo fino de oro con piedras preciosas formando dos corazones fusionandose. La emoción comenzó a agitarse en mi pecho e hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas. No hubo duda en mi corazón, lo amamba, acepté su petición y lo besé. Escuché a mis hijos hacer un gran barullo cuando le dije que si y no pararon de gritar y vitorear hasta que Edgar me puso el anillo en el dedo anular.
➢ Soy el hombre mas feliz de este mundo solo porque estás a mi lado.
➢ Y yo lo soy aún más. -respondí emocionada como en un susurro.
Todos nos fuimos al baile de graduación en el auto de edgar que era una camioneta mucho mas grande que mi auto y estaba completamente reparada ahora. Al llegar a aquel gran salón se escuchaba una musica que invitaba a bailar. Hanna enseguida se dirigió hacia el chico que le gustaba que estaba sentado un poco apartado de los demás, solitario como siempre. Se acercó a él y le propuso bailar. Aquel chico apenas la vió no se negó a bailar con ella, la siguió con los ojos tiernos hacia la pista y comenzaron a bailar. Lucas tambien le pidió a su novia que bailar y se alejaron de nosotros entre vueltas y vueltas. Edgar tambien me pidió bailar guiñandome un ojo y acepté sonriendo. Bailamos un largo rato, una cancion lenta y cadenciosa, luego una rápida y escandalosa y luego un rítmico y romántico vals. Le pedí a mi prometido descansar un poco y nos sentamos en una mesa. Edgar fue a buscar una bebidas para hidratarnos y recuperar el aliento.➢ Vaya, pero mira quién está aquí, Larry. Tu querida ex. -dijo la joven pelirroja que estaba junto a Larry, la última perosna que quería ver en este momento. Hice un terrible esfuerzo para que no se notara que el odio hacia ella era profundo como el mar.
➢ Verónica, compórtate. Tiene tanto derecho como yo a estar aquí, es la madre de Lucas. -respondió Larry algo abochornado.
➢ Hola, Larry. Nuestros hijos se están divirtiendo mucho. Hanna baila con un muchacho que le gusta, aún no sé su nombre. -dije ignorando a aquella pelirroja odiosa.
➢ Tengo que decirte que ese vestido está demasiado escotado para una mujer de tu edad pero sígueme ignorando, vieja ridicula. Estar con un joven no te hace lucir joven. -escupió aquella serpiente su veneno. Quise ignorar sus palabras pero no pude quedarme callada.
➢ Ridícula yo, ja. Esa palabra a la que te pega más es a ti, al menos yo no forcé una relación ni tuve que seducir a nadie. ¿Que haz logrado de Larry en todo este tiempo? Nada. Por lo menos a mí me pidieron matrimonio. -respondí con rabia pero esbozando mi mejor sonrisa y mostrando mi anillo de compromiso como si fuera un trofeo.
Intentó avalanzarse sobre mí pero no logro alcanzarme. Larry se interpuso entre ella y yo y le sostuvo los brazos para que no se soltara. Se alejaron los dos de mí solo un poco mientras Larry le repetía que se calmara a Verónica que echaba chispas por los ojos. Edgar regresó en ese momento con las bebidas a nuestra mesa y preguntó que sucedía. Supongo que mi rostro lo decía todo, vio que Larry estaba cerca y acompañado.
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Al final de mi vida
RomansaUna mujer de cuarenta y tantos sufre el engaño de su esposo después de 30 años de casados. Luego del divorcio se encuentra devastada y sin un rumbo en su vida. Una noche va a un bar y se pasa de tragos, está hecha un desastre pero aún así logra atr...