Mi refugio

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El detective Moore miró a Edgar y entrecerró los ojos con curiosidad.

- ¿Puedo preguntarle porque piensa eso de su ex- esposa?

- Estuvimos todos en la graduación de Lucas, el hijo mayor de Jane y descubrimos que la mujer de Larry era mi ex- esposa. Fue un choque para todos, pero ella se molestó mucho al saber que yo le había pedido a Jane que nos casaramos, tanto que se fue de la fiesta. -dijo Edgar mirándome como buscando mi aprobación.

- Interesante. Pudiera ser un motivo, lo investigaré. Cuando tenga más evidencias los llamaré.

Nos quedamos sentados uno al lado del otro hasta que el detective se fue, sentía que estaba viviendo una película. No podía creer que alguien me hubiera esperado aquí para hacerme algo. Me ponía los pelos de punta solo de pensarlo.

- Jane, te has quedado muy callada. ¿Qué pasa?- preguntó preocupado.

- Solo quisiera saber quien y porque me estaba esperando aquí ayer. ¿Quién quiere hacernos daño?

- No te preocupes, yo no te dejaré sola. Ahora más que nunca te quiero cerca de mi. - dijo abrazándome a su pecho cálido.

- Me encanta que me cuides. ¿Entonces nos vamos? - dije ansiosa por llegar a casa y darle la sorpresa a mis hijos.

- Nos vamos, mi amor. Hoy duermes en tu casa y ya mañana tomamos todas tus cosas y las llevamos a mi apartamento.

Arreglamos todo, cerramos bien la casa y nos subimos al auto de Edgar para hacer el viaje de regreso. Mi auto lo dejamos allá hasta que Lucas o Edgar fueran a buscarlo. Dormí un poco en el camino pero me desperté justo llegando a casa. Llegamos alrededor de las dos de la tarde a la casa, aún los chicos no habían llegado pero llamé a Lucas y le envié un mensaje para que supiera que habíamos llegado. Las manos de Edgar alrededor de mi barriga me sorprendieron dando un brinco.

- Todavía no puedo creer que nuestro hijo esté creciendo aquí, dentro de ti. - me dijo mirándome a los ojos. Siempre he deseado ser padre, un padre cariñoso y firme. Pero de verdad no pensé que... me darías este regalo. - estaba emocionado. Su voz estaba cargada de emoción.

- Para mi también fue una sorpresa, no esperaba que a esta edad yo quedara embarazada de nuevo.- dije sonriendo mientras colocaba el móvil en la mesa.

- Me hubiera conformado con ser el padre que Lucas y Hanna necesitan. Ganarme su cariño y confianza fue lo mejor de estar contigo. Pero ahora he sido recompensado por 2da vez con este milagro.- una lagrima rodó por su mejilla y la sequé con el pulgar. Me besó sin aviso, un beso lento y profundo que me hizo estremecer hasta deretirme. Me abracé a su cuello y el me llevó en sus brazos escaleras arriba hasta mi cuarto. Me depositó suavemente en la cama con los ojos llenos de puro deseo pero algo lo perturbaba.
- Tranquilo..., no me harás daño. Soy tuya. - Besó mi cuello lentamente mientras soltaba mi cabello. Yo disfrutaba de sus caricias mientras mi corazón latía acelerado. Acto seguido me desabotonó el vestido dejando una hilera de besos sobre mi clavícula y mi pecho, sus manos explorandome como si fuera la primera vez. Desabrochó mi sostén y se deshizo de mi ropa interior, dejándome desnuda y a su merced. Mi corazón latía a un ritmo desbocado en el que solo podía cerrar los ojos y dejarme llevar. No sabía lo que hacía hasta que sentí su lengua en mí, me castigaba sin piedad. Yo solo podía gemir mientras mi pecho buscaba aire, aunque no me ahogara así me sentía. Luego de unos instantes, se detuvo y se acostó a mi lado abrazándome de frente. Aún tenía los ojos cerrados cuando me rozó la nariz con la suya. Besándome de nuevo se deslizó dentro de mí, lo hacía lento y con cuidado. Era la forma más tierna en que me había hecho el amor y a la vez tan sublime que me encantaba. Abrazada a él y mirando sus ojos café estuve todo el tiempo disfrutándolo hasta que explotamos juntos. Me recosté en su cálido pecho para calmar mi respiración al igual que él.

- ¿Estás bien?

- Contigo... siempre. - dije mientras acariciaba mi cabello.

- Te amo, Jane.

- Te amo, mi caballero. - y luego de que mi respiración se normalizara el sueño me venció en mi lugar favorito del mundo.

Estuvimos así hasta que sentimos ruidos en la cocina y supe que mis hijos habían llegado. Nos vestimos y bajamos para saludarlos. Estaban preparándose algo de comer y terminamos comiendo todos juntos. Nos sentamos en el sofá y en las butacas cada uno con su emparedado de jamón y su jugo de naranja. Luego de comer Lucas y Hanna preguntaron como había sido el incidente en la playa.

- Tuve mucho miedo cuando sentí esa respiración cerca de mí, podía haberme matado. Supongo que como caí por las escaleras y me desmayé se asustó creyendo que me había matado. No sé quién pudo haber sido ni con qué intención.

- Por suerte no pasó nada más grave, mamá. Edgar muchas gracias por acompañarla en ese momento. - dijo Lucas.

- Ahora tengo que darles una noticia. Estoy... embarazada. - Lucas y Hanna abrieron los ojos muy sorprendidos pero enseguida se me acercaron y me rodearon para abrazarme con una gran sonrisa en sus labios.

- Muchas Felicidades, mamá. Muchas Felicidades, Edgar. - y lo abrazaron también. Edgar no pudo evitar emocionarse de nuevo y su rostro se torno de un color rojo intenso mientras sonreía. Yo estaba tan feliz que no cabía dentro de mí.

- Gracias, chicos. Edgar quiere que me vaya a vivir con él, ya que su casa no tiene escaleras y mi embarazo es de riesgo por mi edad. Para evitar que me pueda caer y cualquier accidente. - les dije y mis hijos entendieron mis razones para hacerlo.

- Además, saben que pueden ir a mi casa cuando quieran. No hay problema. Solo quiero que su mamá esté bien cuidada.

- Te vamos a extrañar mucho, mamita. Pero sabemos que vas a estar bien cuidada y que estás cerca de nosotros. Estaremos bien, no te preocupes. - dijo Hanna para que no me preocupara por ellos viviendo solos.

- Sé juiciosa Hanna, obedece a tu hermano mayor y no se peleen. No metan extraños a la casa o no estaré tranquila.

- Tranquila, Mamá. El león no es tan fiero como lo pintan, jaja. - dijo Lucas refiriéndose a Hanna y todos nos reímos menos ella que hizo una mueca de molestia para su hermano pero luego se unió a las risas. Al quedar en silencio los abracé a los dos y no pude evitar llorar.

- Lo siento, no quise llorar pero estoy sensible. No más abrazos. - dije intentando sonar fuerte pero me dolía dejarlos solos.

No te pongas así, te llamaremos todos los días, tranquila. - susurró Lucas, acariciando mis cabellos mientras Edgar observaba algo triste. Me dirigí al auto de Edgar y me subí para no llorar más, sosteniendo mi bolso. Edgar se despidió de los chicos y cargó otro bolso con mi ropa y otras cosas al asiento trasero y luego condujo hasta su casa.

Al llegar allí entramos en la casa en silencio, Edgar abrió la puerta y encendió todas las luces. Me hizo una señal para que me detuviera en el umbral de la puerta y él caminó por toda la casa revisandola. Cuando se aseguró que estaba vacía, me tomó de la mano invitándome a entrar. Caminé hasta el sofá y me senté.

- ¿Aún piensas que fue ella? ¿Piensas que se atrevería a entrar tu casa? - pregunté.
- Sinceramente si. Tú no la conoces, Jane. Esa mujer no está bien de la cabeza.
- ¿Y entonces por qué estuviste con ella tanto tiempo?
- Quería...... no quería decepcionar a mi padre. Lo intenté, de veras lo intenté, pero no resultó. Y ahora me arrepiento de no haberme dado cuenta. Ella necesita otro tipo de ayuda.
- Sí, yo también lo creo. Pero bueno hablamos de otra.  Por ejemplo que comeremos porque tu hijo y yo tenemos mucho apetito. - sonrió con mis palabras.
- Ya veo que es una emergencia así que voy a ponerme manos a la obra. ¡A la cocina! - no pude evitar reír ante su ocurrencia. Lo seguí hasta la cocina y me senté a verlo cocinar, preparó carne de cerdo a la plancha y arroz con vegetales. Todo un manjar para nosotros que devoré sin chistar. Edgar era muy bueno en la cocina y en todo lo que se propusiera, su personalidad perfeccionista lo había llevado a crecerse solo en todos los aspectos. Aunque también eso le había hecho cargar con un pasado tan oscuro como el que tuvo que lidiar con Verónica. Al menos Edgar se dio cuenta de que ella no le convenía pero Larry aún no había despertado del hechizo.

Al final de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora