Edgar me miró y sus ojos café se oscurecieron, se sentó a mi lado en el sofá y me habló con un tono de voz que me transmitió su temor.
- En el tiempo que estuve con ella solo me demostró que puede llegar a ser muy peligrosa si no obtiene lo que quiere. Llegué a pensar que no saldría con vida de esa relación.
- Olvidemos eso ahora. Me pone los pelos de punta.
- Es cierto, amor. Bienvenida a mi casa, espero que te guste vivir aquí. -me besó y con ese beso borró todo los malos pensamientos. Sonreía en sus labios y eso le gustaba. - ¿Estás cansada?
- Un poco, tengo un poco de hambre, pero quiero ducharme antes. ¿Puedo?
- Claro, mi amor. Te pondré el bolso en el cuarto para que acomodes tus cosas como quieras y prepararé algo para cenar. Siéntete en casa.
Me dirigí al cuarto y allí estaba la cama donde habíamos dormido tantas veces. Me sonrojé al pensar en lo que habíamos hecho allí pero ya no era esa Jane, esa temerosa de experimentar la sexualidad a plenitud. Me senté en la cama, al rato Edgar entró y puso el bolso a mi lado y me miró casi cómo si adivinara lo que estaba pensando.
- Mi traviesa Jane, yo también te extraño y mucho pero creo que por hoy es suficiente. Además estás herida. ¿Recuerdas? - dijo indicando hacia mi cabeza. Había olvidado por completo mi herida.
Tenía razón pero me resultó muy gracioso que él me dijera que por hoy era suficiente cuando sabía que era insaciable. Me besó en la frente y se fue a la cocina. Me dispuse a sacar mi ropa del bolso y la acomodé en el armario de Edgar. Era muy espacioso así que no tuve problema en acomodar todo. Tomé mi ropa de dormir y me fui al baño a bañarme. Al salir estaba más relajada y con un poco de sueño. Fui a la cocina y entonces vi a Edgar preparando un pescado que olía maravilloso. Mi apetito despertó de nuevo y me senté en la banqueta de la isla de la cocina para esperar mi plato. Se giró hacia mi y me vió mirándolo cocinar. Me encantaba verlo moverse en la cocina, había aprendido a cocinar solo y lo hacía muy bien. En un abrir y cerrar de ojos devoramos todo aquel pescado delicioso. Luego nos acurrucamos en el sofá para ver una película y me quedé rendida con mi cabeza en su regazo. Estaba tan agotada que ni noté cuando me llevó en sus brazos hasta la cama.
Mi caballero no podía ser más atento y dedicado conmigo. Se levantaba temprano me hacía el desayuno, me lo llevaba a la cama con una flor que no tengo idea de donde sacaba y me daba un beso antes de irse a trabajar. Llamaba a lo largo del día unas 6 veces preguntándome como estaba aunque sabía que no estaba sola porque se turnaban Lucas y Hanna para visitarme y hacerme compañía y así solo estaba sola unas pocas horas hasta que él llegaba del trabajo para seguirme cuidando y mimando. Me preparaba el baño y se bañaba conmigo para asegurarse de que no resbalara. Así transcurrieron varias semanas mientras mi barriga crecía. Tenía ya unos 5 meses cuando llamó el detective Moore a Edgar un fin de semana para hablar con nosotros sobre el caso del accidente de Edgar de nuevo.
Suponiendo que sabía algo nuevo nos preparamos para recibirlo en casa de Edgar. Yo me senté en un bello sillón de madera que me había comprado mi caballero y me sentía a gusto meciéndome cuando el detective entró al salón.
- Hola, señora Jane. ¿Cómo le va?
- Muy bien, detective Moore. ¿Tiene alguna noticia para nosotros?
- Si, de eso quería hablarles. Procederemos a arrestar e interrogar a Verónica Smith. Los cabellos encontrados en la casa de la playa de la señora Jane se estudiaron buscando ADN y coinciden con el ADN de la señora Verónica Smith. Ella estuvo en la casa de la playa esa noche, creemos que fue y cortó los cables de la electricidad de la casa para estar a oscuras y así nadie la reconocería. Debemos interrogarla para saber porque estuvo aquí y con que intención. No están sus huellas en los cables ni en la pinza que fue encontrada allí pero pudo haber utilizado guantes.- ¡Dios mío! ¿Entonces fue ella quien me hizo rodar por las escaleras?
- Si, seguramente. Creo que quería matarla y cuando vio la sangre de su cabeza creyó que lo había logrado y se fue. - dijo el detective Moore con toda tranquilidad.
- Lo sabía. Ella es capaz de todo, de eso y de mucho más. Lo sé. - Edgar habló con rabia.
- En el carro del señor Larry encontramos los mismos cabellos rojos de la señora Verónica pero bueno eso no significa nada. Ella es su pareja y a veces comparten el auto. Tambien vimos que el carro fue pintado recientemente pero eso tampoco prueba nada. Por eso debemos seguir indagando en el interrogatorio. Mañana procederemos al arresto, tenemos pruebas de que ella estuvo en esa casa en la noche que hubo un ataque a la señora Jane, un intento de homicidio. Ahora del accidente del señor Edgar no tenemos nada. No hay testigos que puedan identificar al conductor del vehículo que lo atropelló y las cámaras de seguridad de la gasolinera estaban muy alejadas del lugar del accidente como para precisar el rostro del conductor. No se puede hacer nada respecto a ese caso.
- ¿Entonces el que me atropelló seguirá impune? - dijo Edgar indignado.
- No se desespere, señor Edgar. Tarde o temprano la verdad sale a la luz y la justicia prevalece. Se lo aseguro. - Edgar quedó más tranquilo cuando escuchó al detective Moore hablar con tanta seguridad. Se puso de pie, se despidió de nosotros, se dirigió a la puerta y se fue.Al día siguiente Edgar se fue a trabajar temprano en la mañana como siempre. Yo me quedé dormida de nuevo, este embarazo me hacía dormir mucho. Aunque no pude quedarme del todo dormida, las palabras del detective retumbaban en mis pensamientos. Así que me dispuse a desayunar y luego a pintar, estaba haciendo un hermoso cuadro de Edgar con su mamá. Quería regalarle el poder verse con su madre, ya no como el niño frágil del retrato que estaba en el estante de salón sino en este hombre fuerte y amable en que se había convertido. Quería que fuera una sorpresa así que todos los días pintaba un poco, solo cuando estaba sola. Casi lo había terminado, solo me faltaban unos retoques. Me lavé las manos en el fregadero y sonó el teléfono. Edgar me llamó para saber como estaba, si había despertado y desayunado.
- Hola, amor. Todo bien. Si, ya desperté y desayuné jugo de naranja, tortilla de queso y galletas.
Y ahora me estoy comiendo una manzana pero aún tengo hambre así que no te preocupes que acabaré con tu refrigerador.- Jaja, mi glotoncita Jane. Come todo lo que quieras, no te preocupes por nada. Besos, mi amor.
- Besos, te amo.Colgué y me dispuse a continuar enjuagando todos los pinceles para que no se pusieran duras las cerdas. Seguramente Hanna o Lucas vendrían de un momento a otro y no quería que nadie supiera de este cuadro hasta que no estuviera terminado. Fui a la cocina y comí un poco de helado de chocolate con fresas y galletas. Volví al cuarto donde tenía el caballete y lo tapé con una sábana para que no se viera. Volví al salón pero de inmediato supe que algo no estaba bien. La ventana de la cocina estaba abierta y escuché una respiración agitada a unos pasos de mí. Ya no estaba sola.
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Al final de mi vida
عاطفيةUna mujer de cuarenta y tantos sufre el engaño de su esposo después de 30 años de casados. Luego del divorcio se encuentra devastada y sin un rumbo en su vida. Una noche va a un bar y se pasa de tragos, está hecha un desastre pero aún así logra atr...