Capítulo XII: El Mejor Consejero.

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Hoy, sucedió de nuevo.

Habíamos quedado de vernos lo antes posible porque tenía que hablar con él, pero, de nuevo, tuvo que terminar unas cosas del trabajo, por lo que lo pospusimos. ¿Cuándo había sido la última vez que salimos? ¿Qué dormimos juntos? ¿Qué nos vimos, maldita sea? Fuera del trabajo, era imposible contactar con el vampiro, y esto comenzaba a desgastarme.

Cuando Miiko le pidió ser su mano derecha, no pude evitar sentirme emocionada. Sí, confesaba que mi novio era una persona un tanto difícil de tratar de vez en cuando, pero sabía que se esforzaba mucho más que nadie. Su ascenso había sido tan importante que incluso Ez, quien llevaba algo de tiempo lejos de aquí, se había tomado la molestia de venir y felicitar a su amigo. El vampiro parecía emocionado de que, por fin, volviera a llamarlo jefe, y todo era risas y diversión.

Sabía que Nevra amaba su trabajo. Para él, trabajar en la Guardia de Eel era todo un gusto, y nunca en la vida había visto a alguien que realmente se levantara con ganas de trabajar. Sí, confieso que de vez en cuando, sobre todo en ocasiones en las que la misión me parecía interesante, pensar en trabajar era algo divertido, pero nunca podría llegar al amor que le tenía el vampiro al trabajo.

Y es por eso decidí que, además de la noticia que tenía que decirle, cortaría con él.

Era más fácil pensarlo que hacerlo. ¿Cómo podría decirle esas palabras a quien consideraba que era el amor de mi vida? Al hombre que, incluso para alguien como yo que pensar en un embarazo era equivalente a una pesadilla, lo veía como el futuro padre de sus hijos. Con quién prácticamente me había casado sin pensarlo dos veces, por más inválido que fuera nuestro compromiso. Pensar en hacerlo me partía el alma en mil pedazos, porque lo amaba. Lo amaba con tanta fuerza, que dudaba que cortar nuestra relación realmente haría que mis sentimientos desaparecieran.

Pero... también sabía que no podía seguir siendo un obstáculo para él. Ya se estresaba demasiado con su posición, ¿y sumarle a esa pila una posible novia tóxica que se moleste con él cada vez que le cancela? No quería convertirme en una obligación para el vampiro, y no quería que nos termináramos odiando...

Con el corazón en la garganta, toqué la puerta de su habitación. Por lo que me había dicho, estaría trabajando en unas cosas y haría lo posible por verme, pero... ya eran las doce de la noche, y sabía que eso no pasaría. Abrió la puerta, y las ganas de darme media vuelta, llorar y recriminarme por pensar en cortar con él me inundaron, pero ya no podía dar marcha atrás. Tenía unas ojeras terribles, y pensar en que tendría que irme a ver después de su larga jornada de trabajo me mataba.

Era por nuestro bien.

Era por su bien.

Era porque lo amaba.


—¿Ae?— alzó una ceja. —Ya casi termino, ¿podrías esperarme un segundo?— tragué saliva, e hice lo posible por agarrar fortaleza.

—Tenemos que hablar, Nev.— por más que quise decirlo con seguridad, mi voz salió como un susurro. —Ahora.— ante mi urgencia, me dejó pasar.

—¿Sucede algo? Estás algo pálida.— acarició mi mejilla, y, de nuevo, sentí unas ganas terribles de llorar. Tomé su mano, acariciándola por, quizás, la última vez.


Quería besarlo. Quería retractarme de mi decisión. Quería pedirle que dejara su trabajo. Que me escogiera a mí... pero no podía. No podía hacerlo elegir entre algo tan importante para él, algo por lo que había trabajo durante tantos años. A diferencia de mí, que tenía a mi familia en Reessia e incluso en la Tierra para poder escapar, sabía que el vampiro sólo tenía este lugar. Que, por una razón que seguía desconociendo, no podría regresar nunca a Yaqut.

Re;Start [Eldarya] (Re;Birth #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora