Capítulo XIX: En Tus Brazos.

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Si el tiempo pasaba demasiado lento cuando Miiko nos regañaba, cuando se quedaba callada y observándonos con desprecio, se detenía. Realmente no comprendía por qué nos tocaba regaño al dragón y a mí; le habíamos dicho nuestras verdaderas intenciones. Sabía que iríamos a Yaqut, y aunque nos retrasamos un poco con nuestro regreso, tampoco había sido un tiempo demasiado dramático como los de Chrome en su momento.

No es que quisiera aventarle la responsabilidad a Nevra, pero lo justo sería que sólo él recibiera un regaño. Sí, lo quería y todo, pero tampoco iba a fingir que su brillante idea de engañarnos a todos, incluida a su propia jefa, era su mejor movimiento. Claro que tenía pensado abogar por su cabeza en caso de que el castigo fuera demasiado severo, pero realmente no creía que la kitsune llegara a tal extremo.


—...Aerye, Lance.— después de años, por fin dijo algo. —¿Por qué están heridos? ¿Pasó algo?— su tono parecía molesto, pero... no sé, había algo diferente.

—Un grupo de humanos atacó Yaqut y defendimos el pueblo.— el dragón fue quien contestó. —Aerye recibió un impacto directo en el brazo y casi recibe otro en la pierna, y a mí me atacaron en mi forma de dragón. Tuvimos que acabar con ellos.— ante la explicación, la jefa asintió lentamente, como si estuviera asimilando todo lo que acababa de escuchar.

—Llegaron juntos, así que... me imagino que mentiste con lo de tu viaje, ¿no es así?— se dirigió al vampiro, y este bajó la cabeza, avergonzado.

—No pienso justificarme y estoy de acuerdo con cualquier sanción que se me imponga.— tragué saliva, pues, aunque hace no tanto decíamos que dejar la Guardia sería una excelente opción, hacerlo sin ningún plan en concreto no era lo mejor. —Decidí ir a Yaqut sin decirle a nadie porque tenía planeado confrontar a mis padres. Consideré que mi pueblo fue uno de los responsables de lo que estamos sufriendo actualmente, y mi plan era terminar con el problema de raíz.— pude notar como la arruga en la frente de la kitsune se suavizaba un poco, para volver unos segundos después.

—Lo que hiciste no estuvo bien, y tendré que suspenderte durante una semana... aunque eso lo tenemos que posponer. No me puedo dar el lujo de prescindir de ti en este momento.— suspiró, sentándose por fin. —También recibimos un ataque, y quiero saber si fue el mismo grupo o uno distinto.—


La noticia me cayó como un balde de agua helada. ¿¡Cómo que Eel también había sido atacada!? Tendría sentido que los humanos quisieran atacar a una de las organizaciones... bueno, militares, más prominentes de este mundo, pero me preocupaba qué tanta información podrían tener los humanos sobre Eldarya y su funcionamiento.

Miiko nos compartió más detalles de lo que sucedió; habían detectado ciertas anomalías cerca del círculo de setas, como voces de personas al otro lado hablando de temas para nada de nuestro mundo. Se habían hecho guardias en el lugar para asegurarse de que ningún humano cruzara nuestra frontera, pero, lamentablemente, lo hicieron. Teníamos tres bajas, y me alegré con bastante culpa de que ninguno de mis amigos estuviera en esa lista.

Como nosotros, se habían encargado de terminar con los humanos. El grupo que había llegado a Eel era más reducido, pero también contaban con diversas armas de fuego que la kitsune había resguardado con ayuda de Leiftan y Ezarel, que había regresado hace poco a sus antiguas tierras. Noté como el vampiro esbozaba una sonrisa momentánea, y no pude evitar sentirme feliz por él. Aunque eran tiempos de guerra, uno de sus mejores amigos estaba aquí... pero Ewe me preocupaba. Tener a su ex tan cerca podría incomodarla...


—Nosotros nos enfrentamos a soldados de un país, creo.— compartí con mi jefa. —Parecían saber en dónde estaban, lo cual es preocupante. ¿Lograste obtener algún distintivo de los que llegaron aquí?— la kitsune me extendió un pedazo de tela con dos insignias.

Re;Start [Eldarya] (Re;Birth #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora