Capítulo XX: Algún Día.

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Antes de irme con el vampiro, entramos una vez más para despedirnos de nuestros amigos. El baile seguiría por unas horas más, pero si era sincera, sentía que ya había bailado lo suficiente por una noche. Tomados de la mano y sin saber realmente a donde nos dirigíamos, seguí a mi novio. Cuando salimos de la sala del Cristal, le lancé una mirada interrogante, y él simplemente rió... aunque seguía teniendo ese nerviosismo que me extrañaba un poco.


—Sé que te está comiendo viva la curiosidad, así que te diré mi plan.— desvió la mirada. —Quiero... quiero dar un paseo por Eel, contigo. Ya sabes, recordar todo lo que hemos pasado en este lugar. Es cursi, lo sé, pero...—

—...Pero no sabes si esta será de las últimas veces en las que estaremos aquí, ¿verdad?— asintió, y las razones de este sentimiento eran tanto felices como abrumadoras. Por un lado, ya casi sería nuestra misión hacia la Tierra: no sabíamos si incluso podríamos cruzar el portal sin desintegrarnos, o si volveríamos. Por el otro lado, si la cosa salía bien... Nevra y yo nos iríamos de aquí, para por fin vivir tranquilamente.

—¿Te parece si empezamos por el pasillo?—


Nuestra primera parada, para mi colmo, fueron las duchas. Pude notar como el vampiro ladeaba una sonrisa, el recuerdo de nuestra travesura más reciente regresando a mi mente por un instante. También, una memoria un poco más inocente llegaba al ver este lugar: Nevra y yo, aun siendo... bueno, algo parecido a solamente amigos, estando en la ducha al lado del otro. Él me había identificado por el olor de mi perfume, y yo había hecho lo mismo. Solté una pequeña risa al darme cuenta de lo estúpidos que habíamos sido mutuamente... ¿acaso no era una pista tan obvia de que nos gustábamos?

Pasamos por mi antigua habitación... ah, como pasamos cada cosa en ese lugar. Cuando le terminé de contar mi pasado, y...


—¿Qué estabas dispuesto a hacer en ese momento, Nevra?— le pregunté, y por su sonrisa, sabía que había entendido a que me refería.

—Aunque no me creas, sólo quería besarte. Es de las pocas veces en las que me costó tanto aguantarme las ganas.— me tomó del mentón, besándome. —Imagínate lo imposible que fue mentirme a mí mismo sobre mis sentimientos después de eso.— me aguanté una sonrisa tonta, apretando su mano.

—Bueno, ahora lo puedes hacer cada vez que quieras.— sonrió, y me besó una vez más.


Al pasar por su habitación, me llegaban recuerdos muy similares a los que podría tener de mi antigua habitación o de mi actual casa. Las veces que dormimos juntos, o cuando logré colarme a su habitación por una razón tan estúpida como asegurarme de ser la única que le había regalado una nueva bufanda. De nuevo, por la sonrisa burlona de mi novio, sabía que estábamos pensando en lo mismo.

Por obvias razones, mis memorias de la sala del Cristal no eran las más felices del mundo, pero habían sido importantes para mí. Ahí, Nevra y Valkyon habían luchado contra Lance y Leiftan en su momento. Todos habían terminado en un pésimo estado, y estuve a punto de perder a mi novio y a uno de mis mejores amigos. Y, claro... mi pelea con Huang Hua, sus antecedentes y consecuencias que hasta el día de hoy me seguían atormentando.

Al darse cuenta de mis gestos, el vampiro siguió caminando, llegando a la sala de puertas. La cantina... ah, tantos recuerdos divertidos. Mi primera fiesta en Eel. Cuando me juntaba con Ezarel, Valkyon y Nevra para tomar algo, nuestro grupo haciéndose cada vez más grande para separarnos poco después por múltiples razones. Era nostálgico, y, aunque sabía que las cosas no volverían a ser iguales, amaba ese lugar. Tantas veces que le rogué a Karuto para que me enseñara nuevas recetas, y las veces que nos prestó la cantina en la madrugada para nuestras cenas románticas por aniversario no tenían igual.

Re;Start [Eldarya] (Re;Birth #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora