Capítulo IV: Estoy Aquí.

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Tras esa noticia, un silencio sepulcral que se sintió eterno inundó la sala. Tenía miedo de mirar a cualquier lado que no fuera hacia la kitsune, sobre todo, hacia Nevra y Lance. Maldita sea... ¿¡cómo es que una isla entera había desaparecido sin dejar evidencia alguna!? Sabía que tenía que formular mis teorías, pero primero tenía que prepararme para la contención de daños si algo llegaba a pasar en esta sala.

Entonces, sucedió. Escuché como una silla se azotaba contra el suelo, consecuencia de un movimiento brusco. Tenía tan bien memorizados los asientos de cada persona en esa mesa que sabía que el causante había sido Lance. Apreté la quijada, esperando lo peor y lista para reaccionar. Era una situación demasiado caótica, tanto que sabía que esto era el comienzo de lo que se avecinaba de ahora en adelante. Hoy, tras 4 años de paz, todo se había ido al diablo.


—¿¡Cómo puedes estar tan segura!?— el grito de Lance me hizo recordar por enésima vez que era un dragón, no cualquier raza. —¡Manda a un maldito grupo de rescate o algo! ¡La isla debió moverse de lugar! ¿¡Cómo diablos va a desaparecer de la noche a la mañana!?— su rostro estaba rojo y su cuerpo entero temblaba. Yo, por mi parte, estaba completamente estática.

—Lance, ¡sabes mejor que nadie que no les soltaría algo así de grave sin haberlo confirmado! Se ha comprobado todo el perímetro, e incluso le pedimos a un grupo de sirenas que se asegurara de que en el fondo no hubiera nada por si la isla se había hundido, pero no hay nada... te juro que no hay nada.— la voz de la kitsune se quebró al final, y sentí un nudo terrible en la garganta. Aún no podía asimilar que esto estuviera pasando.

—¿Estás segura de que Valkyon estaba ahí, Miiko? Pudo haberse escapado antes...— a pesar de que la voz de Nevra era tranquila, podía notar la ansiedad en su rostro, como si estuviera aferrándose a que todo esto fuera una confusión.

—Valkyon mandó a Floppy sin ningún mensaje u objeto, y ella tampoco lo pudo localizar.— cada palabra que salía de la boca de Miiko nos arrancaba de las manos la poca esperanza a la que nos podíamos aferrar.

—¡Sigo sintiendo su presencia, Miiko! Si estuviera muerto, ¿¡por qué no lo noté!? ¿¡Por qué no noté el momento en que mi única familia falleció!?— ante las palabras del dragón, la líder no dijo nada. —Esto es una mierda. Esta maldita Guardia es una maldita mierda y cada uno de ustedes, bola de inútiles.— dicho esto, salió hecho una furia por la puerta, y lo primero que hice fue levantarme para seguirlo. Lo conocía tan bien que sabía que dejarlo solo era la peor decisión que podía tomar.

—Aerye, déjalo solo, necesita tranquilizarse.— la kitsune tomó mi muñeca, y arriesgándome a un castigo, me deshice bruscamente de su agarre.

—No me digas que hacer, Miiko. Lo conozco mejor que tú.— me di media vuelta y ahora fue Eweleïn quien me retuvo. Agh, incluso si era Ewe...

—No te voy a detener, Aerye, pero usa esto en Lance.— me entregó una poción somnífera. —Lo va a necesitar, créeme...— agradecí rápidamente a mi amiga con la mirada, tanto por la poción como por no frenarme. Crucé mi mirada con la del vampiro por un instante, y me di cuenta de que estaba muy pálido.

—Nevra no se ve bien, Ewe.— susurré. —Cuídalo a pesar de que lo detestes, ¿de acuerdo? Dime si pasa algo.— asintió, abrazándome.


Tras esa breve interrupción, corrí con todas mis fuerzas hacia uno de los dos posibles lugares en los que se había ido a refugiar. Pensé erróneamente en el cerezo, pues era el lugar favorito de Valkyon para meditar tras algún suceso complicado, pero no había señales de Lance. Eran completamente diferentes, después de todo, así que sus reacciones hacia este tipo de problemas iban a ser muy opuestas entre sí.

Re;Start [Eldarya] (Re;Birth #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora