Capítulo X: Genkaku, parte II.

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El humano me escaneó por un momento, como verificando que fuera humana y no alguna clase de ser maligno. Sí, había acertado en mandar al vampiro a que despertara a los demás... no sé cómo podría haber reaccionado al ver un hombre con orejas puntiagudas y colmillos que intimidaban, sin olvidar que solía tener esa cara de pocos amigos la mayor parte del tiempo. Poco a poco, comencé a acercarme a él, y el humano hizo lo mismo.

A esta distancia, sólo podía describirlo como alguien castaño, unos pocos años mayor que yo. Tenía ojeras muy marcadas, lo cual era de esperarse por las pésimas condiciones en las que se encontraba... incluso si era un hotel, el no recibir luz solar podía estarlo afectando. Su ropa también estaba hecha un desastre, pero fuera de eso, parecía estar sano tanto metal como físicamente... o eso esperaba. No podía dejar de estar alerta por si las cosas se ponían difíciles.


—Soy... soy Edgard.— me contestó con un poco de temor. Ah, ¡agradecía que entendiera el idioma!

—¿Sabes en donde estás, Edgard?— ante mi pregunta, no contestó nada, como intentando entender a que me refería. —Disculpa, creo que eso lo podemos dejar para otro momento. ¿Qué pasó aquí?—

—Yo... bueno, trabajo en un banco. Me quedé hasta tarde organizando unos pendientes, pero de repente, el edificio comenzó a moverse... como un terremoto. Me extrañó un poco, porque no son demasiado comunes en Nueva York.— no me resistí y comencé a tomar notas, lo cual el hombre no vio extraño. Seguro que pensaba que era del equipo de rescate o algo así, lo cual era bueno.

—Entonces, ¿eres de Estados Unidos?— pude deducirlo por su acento, pero confirmar completamente su identidad me serviría mucho más para mis notas.

—Sí, ¿tú eres de Inglaterra?— por más banal que fuera esta conversación, tenía que mantenerla para que la persona frente a mí siguiera contestando a todo.

—No... soy alemana. De Frankfurt, para ser exacta.— corregí, buscando realmente la manera de decirle la verdad. —Edgard, ¿sabes en dónde estás?— repetí mi pregunta.

—Bueno... supongo que seguimos en Nueva York y hubo una fuerte nevada, pero no entiendo porque no hay nadie en las calles. Tampoco tengo señal de ningún tipo.— ante su respuesta tan segura, me di cuenta de que no tenía el corazón para contradecirlo, pero era lo mejor.

—¿Te parece si nos sentamos?—


Ante mi invitación, el... bueno, podría describirlo como joven, se sentó en frente de mí. Me tomé un minuto para analizar mi panorama: tal y como lo describió, esto parecía un complejo de oficinas. Era común que los edificios de esta altura combinaran oficinas, hoteles y departamentos, utilizando a veces los tres, dos de ellos o sólo uno. Ver computadoras de nuevo, material de oficina, incluso teléfonos, me hacía sentir un nudo en el estómago.

La misma pregunta me golpeaba de nuevo: ¿Realmente sería capaz de resistir la tentación de regresar a la Tierra?

Dejé mis cuestiones personales de lado, pues sabía que no eran la prioridad en este momento. Edgard se mostraba bastante nervioso, pues, aunque no le había negado que seguía en Nueva York, tampoco le había dicho que sí. Aunque no era una vampiresa, pude escuchar que Nevra y los demás ya habían llegado, y se habían escondido justo en donde el vampiro y yo estábamos hace unos momentos.


—Realmente no sé por dónde comenzar, perdón.— me disculpé, desviando la mirada. —Edgard, seré directa: no estamos en la Tierra.— ante mi afirmación, abrió los ojos, su gesto siendo reemplazado por una mirada escéptica poco después.

Re;Start [Eldarya] (Re;Birth #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora