Capítulo XXVIII: Confesión.

243 22 3
                                    

Decir que estábamos aún más perdidos que el día anterior era decir poco.

Leiftan había despertado y, como pudo, nos explicó lo que había pasado. Justo cuando iban rumbo a Mémoria, un grupo de humanos los interceptó. Todos fueron capaces de escapar menos él, pero no conocía realmente el estado de los demás. En un principio, un humano que describía como corpulento, castaño y ojos color lila, lo invitó a unirse a él. Intentó hacerle un lavado mental de que los faeries estábamos locos, lo cual, según sus palabras, era algo irónico de decirle a un daemon, precisamente.

Al no estar de acuerdo, lo llevaron a una celda, donde no quiso darnos más detalles. Pese al suspiro de Nevra, le pedí que continuara, pues me imaginaba que revivir algo tan traumático de manera tan reciente no era algo fácil de hacer. De una forma u otra, había terminado en Alemania, y por el tiempo transcurrido me era difícil pensar que lo hubieran trasladado en auto... aunque todo era posible.


—Gracias, Leif.— concluí, bostezando. —¿Lograste escuchar algo? Lo que sea, por más mínimo que te parezca...—

—Bueno... además de lo que esa persona me intentó meter en la cabeza, habló sobre energía cer... no estoy seguro, pero empezaba con esa sílaba. Eso no es lo importante, sino que simplemente se refiere al maana. No sé para qué lo necesiten ni cómo lo obtengan, pero eso.— asentí lentamente, intentando encontrar alguna correlación.

—Debe haber algo más.— el vampiro insistió, e hice lo posible por no poner los ojos en blanco. —¿Qué sucedió en la celda?— casi acribillé al vampiro con la mirada, pero este no parecía entender.

—Prefiero ahorrarme los detalles, pero creo que lo puedes asumir por el olor, Nevra. Sabes perfectamente que no sólo es mi sangre la que está en mi ropa.— tragué saliva ante el comentario del aengel, y pude notar como se ponía bastante tenso.

—Te defendiste, así que tranquilo.— fue lo único que atiné a decir, intentando calmar la tensión. —Como dije, vi muchos faeries... muertos. ¿Sabes algo?— el aengel arrugó la nariz, intentando recordar.

—No sé, pero... escuché que el humano mencionó a un tal Kellinroe.— pude notar como ahora mi novio se ponía tenso de repente.

—¿Kellinroe? No suena como un nombre humano.— agregó el castaño. —Bueno, aunque hay gente con cada nombre que no me extrañaría...— sentía que algo no iba bien, sobre todo por como el vampiro fruncía el ceño.

—¿Y qué con esa persona, Leiftan? ¿En qué contexto lo mencionó?— por más que su voz fuera monótona, podía notar ese leve estrés en la voz de Nevra.

—No logré escuchar todo, pero uno de sus subordinados lo dijo.— noté como Nevra tragaba saliva, haciendo cada vez más difícil que disimulara sus emociones. —¿Algún problema?—

—Sí, que así se llama mi padre.— hice lo posible por no reaccionar, pero por el codazo poco discreto de Chrome, pude percatarme que fui muy obvia. —No es el único Kellinroe que existe, pero me preocupa por el contexto de la situación. Creo que tendré que ir a Yaqut de nuevo.—


Ahora que ya teníamos una idea más o menos clara de lo que estaba pasando, podíamos iniciar con la siguiente fase: recopilar más información. Debía existir una relación entre todas las pequeñas pistas: el hombre intentando reclutar a Leiftan. Los faeries muertos... y esperaba que el padre de Nevra no formara parte de la ecuación.

Por más que quisiéramos seguir con nuestras exploraciones, la hora era demasiado concurrida y, aunque sería muy predecible atacar a la misma hora, tampoco podíamos actuar en otro lapso más que en ese. Mientras tanto, les pedí a los chicos que se ducharan y vistieran, y, de ser posible, que durmieran un poco. Había comprado unas pizzas de microondas en el supermercado, por lo que me imaginaba que sería buena idea preparar eso para que comiera quien tuviera algo de apetito.

Re;Start [Eldarya] (Re;Birth #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora