Los ojos de Sansa eran incapaces de derramar lágrimas por los desafortunados moradores del Valle. Cuando llegaba la noche y se encontraba a solas en su delicado camisón, ningún fantasma perturbaba su descanso, ningún llanto la mantenía despierta. Sólo eran figuras decorando el escenario en el cual se desarrollaba su vida. En cambio, por sus hermanos...
- ¿Madre?
No se atrevió a sacar a Rickon de su error.
Con el paso de los días descubrió que sus hermanos ya no eran dos adorables niños, tenían costumbres inusitadas que sinceramente la asustaban. Rickon era un pequeño salvaje, incapaz de sentarse a la mesa o de separarse de su huargo.
- Eres blanda – sonrió cuando le ofreció que se sentara a sus pies para devanar lana. Inmediatamente soltó una carcajada y cogió un par de flechas para salir a cazar osos. Ni siquiera la promesa de miel y mantequilla lo mantuvieron dentro del castillo -. Vamos, Osha.
Al menos la mujer salvaje la recordaba y le mostraba un poco de respeto.
Bran era más dócil, pero estaba demasiado unido a la hija de lord Reed. Como Rickon, rehuía su compañía, prefiriendo quedarse en el reducido bosque de los dioses. Era impensable que prefiriera un lugar húmedo y frío al fuego que permanentemente ardía en la chimenea.
A Sansa le desagradaba que sus vidas hubiesen tomado caminos tan diferentes a lo que deberían ser, pero era obvio que estaban sanos y tenían voluntad de vivir, que pese al miedo y la incertidumbre seguirían de pie, a diferencia de sus amigos. La guerra había convertido a Theon y Jeyne en ancianos que se encogían a la mínima palabra áspera. Ver al cocinero trinchando la carne hacía que desviaran los ojos con miedo.
La necesidad de organizar su partida hizo que los olvidara. Sansa no lo dudaba, sus ejércitos vencerían a los Bolton. No eran rivales para las fuerzas de Winterfell y del Valle. Algunas labores se le iban de la cabeza, hasta que Jeyne hizo notar tímidamente que conocía las labores de su padre. Sansa le pidió que escribiera sobre el trabajo habitual del mayordomo para discutirlo con Bran. Después de todo, ya era un hombre.
En su vida existían pocos hombres aparte de sus hermanos, lord Royce, Meñique y el braavosi que solía acompañar a sus antiguos amigos. Siempre la invitaba a cenar y, hastiada de la soledad, aceptó. No se arrepintió.
- Vuestra hermana babla perfectamente mi idioma – comentó el hombre nostálgicamente -. La primera vez que la oí pensé que estaba de nuevo en mi hogar.
No podía decir demasiado, excepto que Arya jugaba muy bien a las cartas. Sonaba como si su hermana continuara siendo la misma niña juguetona después de tantos años. Prefirió ignorar las historias escabrosas de sus trampas, era más interesante oírlo hablar sobre cosas que ella ni siquiera sabía que existían como complicadas operaciones comerciales que incluían créditos, inflación de monedas o préstamos a los reyes de distintos lugares.
- ¿Os puedo decir algo, mi señora? Os recomendaría evitar dentro de lo posible obtener más préstamos. Vuestro hermano ha tomado sabias decisiones para resguardar nuestra inversión
- ¿Qué queréis decir?
En ese momento estaban prácticamente solos. Sus doncellas dormían al lado de la chimenea. Los adornos del sombrero carmesí que usaba el braavosi bailaban cada vez que movía la cabeza. Parecía algo incómodo de revelar sus pensamientos.
- Soy un humilde siervo del banco – explicó con una reverencia -. Como sabéis, mi deber es vigilar y proteger lo que le pertenece, también a sus aliados. En esta larga disputa por el trono han surgido varios partidos, los más fuertes son el de la reina Cersei y el de lord Stannis.
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All Men Must Die [GENDRYA]
Fanfiction[spoilers de los capítulos publicados de Vientos de Invierno]