- Os suplico compasión. Si no puedo conservar mi inocencia, al menos permitid que conserve mi orgullo y el de mi casa. Las flores púrpura que habéis pintado en mi cuerpo son nada comparadas a las cicatrices que dejáis en mi corazón sangrante...
- ¡Mal, mal Mercy! - gritó frustrado Izembaro hacia el escenario -. ¡Esto es terrible! Debes usar voz dulce y suplicante, recuerda que él es lo único que tienes y que parece odiarte. ¡Llora un poco más, como hacías en La Mano Sangrienta! ¡Pero no exageres!
Phario podía tener la pluma más sangrienta en Braavos, pero no le gustó la forma en que representaba a su familia. Su propia representación era irritante, una llorona debilucha que no intentaba escapar a su destino. Yo no era así, maté a un chico a los nueve años e hice todo lo que pude por huir de la reina y de Joffrey.
Observó ansiosamente a su alrededor cuando se dio cuenta de que estaba pensando como Arya Stark y no como Mercy. ¿Cómo podía saber si Phario estaba o no en lo correcto? Ella sólo era una pequeña actriz en Braavos y nada más. Tenía que interpretar el papel que le habían dado y agradecerlo.
Yo no era así, pensó testaruda. Había tomado malas decisiones a veces, pero esa criatura llorona no era ella.
Bonobo por supuesto se llevó las mejores líneas. Ahora era el hombrecillo sonriente de barba corta que la vendía a Ramsay y Roose, interpretados por Brusco y Marro. La molestaba diciendo que debía practicar más, y estaba en lo cierto.
- Ramsay es un monstruo - Izembaro estaba de acuerdo con el enano -. Viola mujeres y cuando se harta de ellas las echa a los perros. Encerró a su primera esposa en una torre y la mató de hambre. Comió tres de sus propios dedos antes de morir. No tiene honor y es un depravado. Eres una doncella asustada porque él es capaz de matarte por entretenimiento. Intentemos otra vez.
Pero si Arya Stark tenía problemas, Mercy tenía los suyos. Daena estaba algo resentida por no haber obtenido el papel y no le habló por unos días. Menos Wendeyne, que creía tener derecho a los buenos papeles por dormir con Izembaro y soñaba con reemplazar a Lady Stork. La veía como una competidora.
- Te tiene miedo - dijo Lady Stork.
Cuando terminó el ensayo e Izembaro estuvo satisfecho ya era de noche. Como no habría función, les pagó y los dejó ir. Lady Stork decidió llevar a Mercy al puerto porque en una posada abierta hacía poco un cocinero de Westeros servía pasteles y vino. Se cambiaron las ropas de la obra por las de diario y dejaron el teatro. No tardaron mucho, ambos lugares estaban cerca.
El lugar no estaba lleno y el dueño, un anciano gordo y rubicundo estaba barriendo el impecable piso. Sonrió al verlas y sus ojos brillaron cuando Lady Stork levantó su mano para saludar.
- Bienvenidas, hermosas damas - soltó la escoba para recibirlas -. Me alegra veros.
Fue amable e incluso besó la mano de Lady Stork, que se contoneó de una forma muy extraña que Mercy jamás había visto en ella. Como la habitación estaba vacía la mujer eligió la mesa que deseaba, frente a una de las ventanas. El posadero les llevó un par de jarros.
- Usualmente las personas vienen aquí antes de que caiga la noche - su braavosi casi no tenía acento -. Sin embargo, algo me dijo que vendríais hoy, Lady Stork. Os he traído vino rojo y leche para esta preciosa niña.
- Mi señor no soy una niña, soy una doncella - rió Mercy.
De todas formas, bebió el contenido de su vaso.
- Está bien, mi joven señora - rió a su vez -. Hoy tengo cisne asado con salsa y pan de manzana. Un barco ha llegado desde mi antiguo hogar cargado de limones y naranjas, os prepararé pastas. Por cuenta de la casa, por supuesto.
YOU ARE READING
All Men Must Die [GENDRYA]
Fanfiction[spoilers de los capítulos publicados de Vientos de Invierno]