Señora Denisse IX

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Señora Denisse

Salí por la puerta trasera del restaurante y moví mis manos por mis bolsillos hasta que encontré lo que estaba buscando.

Saqué un cigarrillo del paquete y me lo puse en la boca mientras buscaba el encendedor. Gruñí enojado al no encontrarlo.

—Maldita sea—, gemí al recordar que lo había dejado en la campera que estaba en mí locker.

Cuando me volteé a la puerta para ir a buscarlo, me tope de frente con Gustavo, mí compañero de universidad y trabajo. Él me miró con una ceja alzada al ver el cigarrillo en mí boca y me ofreció el suyo encendido. No le presté atención a su pregunta silenciosa y use su cigarro para prender el mío y se lo devolví.

Después de una profunda calada y mientras soltaba el humo por la boca, lo miré de nuevo.

—Gracias, viejo.

Gustavo asintió mientras se apoyaba en la pared al lado de la puerta. Yo me acomodé en uno de los potes de basura y me senté mirando al cielo y fumando el cigarrillo.

No era de fumar, pero cuando las cosas me sobrepasaban, siempre terminaba fumando. Una maldita mentira que intentaba relajarme. Mis nervios estaban de punta después de unas pocas horas de haberme follado a la señora Denisse y, de paso, haber sido infiel a Emma.

Jamás lo había sido, nunca la había engañado y me sentía como una mierda. Me arrepentía de ello, pero no de haber estado con Denisse. Mí cabeza era un desastre.

Porque no podía dejar de pensar en lo maravilloso y caliente que había sido follar con Denisse.

Suspiré, porque no sabía que hacer al respecto. Emma jamás me lo perdonaría y yo no podía estar con ella después de lo que le había hecho. Pero las señales estuvieron allí, no las quise ver qué es distinto. Desde la primera vez que masturbe pensando en Denisse tendría que haberme separado de Emma. Pero mí cabeza peleó con mí cuerpo, diciéndome que era algo pasajero y que simplemente no pasaría más. Y aunque no veía a Denisse seguido, me masturbaba pensando en ella siempre desde esa noche, ya Emma ni siquiera se asomaba en mis fantasías.

Volví a suspirar, porque al fin y al cabo, había roto otras de mis reglas, que si era sincero jamás se me había ocurrido romperla:

#No follar con madre/hermana de amigos.

Si alguien me hubiera dicho que me jodería a una de las madres de mis amigos, me hubiera reído... Así como hice cuando Diego me dijo que Denisse era sexy. Ahora entendía el enamoramiento de Diego por Denisse y él debía estar más profundo en el ollo porque la conocía desde hace años. Yo apenas unos meses y estaba hundido hasta las pelotas.

Mis manos se apretaron cuando un pensamiento pasó por mí cabeza. Si Denisse me follo... ¿también podría haber follado con Diego? ¿Por eso él se sonrojaba todo el tiempo que estaba cerca de ella? ¿O tal vez la vió masturbarse igual que yo?

¿Diego conocía el color de sus pezones y la forma que se sacudía cuando se corría?

Me apreté la cabeza y tiré un poco de mis pelos para pensar con claridad. La sola idea me dio ganas de ir a buscarlo y romperle la cara de nene que tenía.

— Escuché lo que pasó hoy—, dijo Gustavo llamando mí atención—. ¿Cómo está Denisse?

Mis ojos se abrieron de par en par,¿acaso se había descubierto...?

—¿De qué estás hablando?— le pregunté mientras daba una calada a mí cigarro e intentaba permanecer relajado.

—La pelea de Santiago contra Hernán. Me dijo Tama que el imbécil le dijo cosas a Denisse y Santiago reaccionó mal. Él se peleó, Denisse lloró hasta que los separaste—, suspiré aliviado, aunque disimuladamente—. Me dijo que la llevaste a la casa y que ella había discutido con Santiago. ¿Cómo está ella?

Señora DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora