Señora Denisse
Sentí el pequeño contacto antes de escuchar los chirridos de los neumáticos quemar en el asfalto. Mí mejilla golpeó el capó cuando el auto se movió por la altura de mis piernas. El ruido sordo mezclado con mí jadeó por el material extremadamente frío y un poco más de chirrido, se mezcló en una sinfonía bastante impresionante.
El auto al fin se detuvo y la puerta del conductor se abrió, mí mirada llendo allí, pero sin levantar la cabeza del capó. Lo primero que ví fue el gorro rojo de lana y la cara de Denisse, sus ojos enormes y llenos de lágrimas y asombro.
—¡Mateo! ¡Oh, Dios mío!— gritó mientras se bajaba a tropezones.
Denisse estuvo al lado mío antes de que pudiera levantarme completamente del auto. No me había golpeado fuerte, no me dolía nada, pero ya estaba empezando a temblar por el clima helado y mí poca vestimenta.
—¡Oh! ¡Bebé! ¿Bebé, estás bien?— Denisse pasó sus finos dedos por mí mejilla y mí frente poniéndose de puntitas—. Por favor, Mateo. Dime qué no te lastime ¿Estás bien?
No pude evitar sonreír por su desesperación, mí cuerpo temblando y mis dientes empezaron a castañar. Sus manos siguieron pasando por mí pecho, como si estuviera buscando alguna herida visible. Eso pareció ayudarla a darse cuenta que no llevaba remera.
—¡Dios! ¡Mateo!— abrace mí pecho, intentando hablar pero los golpes de mis dientes no me dejaban decir nada—. ¡Estás helado!
Denisse me ayudó a subir a su auto, sentándome del lado del pasajero. Sentí su perfume de lavanda cuando se inclinó para subir la calefacción. Quise inclinarme para besar aunque sea su fría mejilla, pero ella salió y cerró la puerta. La ví moverse rápido por el frente del auto, llendo del lado del conductor. Una vez que estuvo adentro, se sacó el gorro de lana, dejando suelto su cabello un poco más largo de cuando la había visto después del 24.
— Ponte el cinturón, iremos al hospital— su voz temblaba igual que sus manos cuando intentó ponerse ella su cinturón.
Mí mano cayó sobre la de ella cuando está fue a la palanca de cambio.
—E-estoy b-b-bien— tartamudeé, aunque el frío comenzaba a bajar rápido.
Denisse me miró, con los ojos enormes y de repente, de la nada, rompió a llorar muy fuerte y a lágrima tendida. Escondió su rostro en sus manos y su cuerpo temblando. Ella quiso hablar pero se ahogó con los sollozos.
Me partió el corazón.
La tomé de la cintura y, aunque fue difícil y algo aparatoso, pude sentarla en mí regazo de costado. La abracé, tomando el calor de su cuerpo y sosteniéndola mientras lloraba.
—Tranquila, mí amor. Estoy bien. No me has hecho daño—, susurré mientras acariciaba su cabeza, espalda y brazos.
Denisse me tomó por sorpresa cuando golpeó mí pecho. Su mano desnuda hizo contacto con mí pecho desnudo y frío, sólo diré... auch...
—¡Eres un idiota!— gritó sin mirarme—. ¿Cómo te vas a lanzar a un auto en movimiento?
—No estaba en movimiento cuando me lance— dije sólo para provocarla, escondiendo mí sonrisa. Ella volvió a golpearme— Auch— me quejé, ese si que picó.
—Eres un loco, eso es lo que eres—. Denisse alzó su mirada, sus labios apretados y sus ojos llorosos por las lágrimas—. ¿Qué haces aquí de todos modos? ¿No tienes una novia a la que atender?— gruñó intentando salir de encima de mí.
Mis brazos se cerraron en su cuerpo, no permitiendo que se marchara. Me mordí el gemido que quiso salir de mí cuando sentí su hermoso trasero frotarse con mí entrepierna, mí polla intentado alzarse.

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Señora Denisse
Storie d'amoreMateo tiene la vida que siempre quiso... Su novia de la preparatoria, una casa de soltero y, a sus 22, por fin ha logrado empezar la universidad. ¿Entonces por qué siente la necesidad de tirar todo al tacho cuando conoce a la mamá de su nuevo amigo...