Señora Denisse VII

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Señora Denisse

Mis cejas se subieron cuando vi a Diego correr a mí mesa de almuerzo. Él se detuvo con un derrape, apoyó sus manos en la mesa y respiró trabajosamente mientras me miraba con ojos locos. Debo admitir que me asustó como el infierno y lo miré sin comprender nada.

-¿Qué pasó?

Diego me mostró su palma mientras intentaba recuperar el aliento. Pero terminó haciendo señas para que me levantará y lo siguiera. Agarré como pude los libros que tenía fuera de la mochila y me la colgué al hombro, dejando la bandeja en la mesa y lo alcancé cerca de la puerta. Lo agarré del brazo para detenerlo.

-Maldita sea, dime qué pasa.

- Santiago...- fue lo único que pudo decir antes de que me empujara del brazo.

Mí ceño se frunció más, pero no lo detuve esta vez. Corrimos hasta llegar a la salida de la universidad y mis ojos se agrandaron al ver mucha gente junta. Mientras más me acercaba, me pareció escuchar la voz de la madre de Santiago y gruñidos.

Mí corazón latió rápido mientras empujaba a más gente para llegar hacía adelante. Mis ojos se agrandaron al ver a Santiago peleando con otro mucho más grande. Denisse estaba al otro lado, gritándole a su hijo que se detuviera y pidiendo que los separarán.

Corrí a ella y sus ojos se agrandaron cuando me vió. Denisse prácticamente se tiró a mis brazos con los ojos llenos de miedo.

-¡Por favor, Mateo! Detenlos.

Mis manos se apretaron en sus hombros y miré su rostro asustado y preocupado.

-¿Qué sucedió?

Denisse negó con la cabeza y mi mandíbula se tensó cuando ella se lanzó ahora a los brazos de Diego, para pedirlo lo mismo. Diego no fue tan tonto como yo y la abrazó apretándola contra su cuerpo.

- Tranquila, señora Denisse. Santiago puede encargarse de esto.

Mis ojos se entrecerraron mientras Denisse golpeó en sus brazos intentado liberarse. Pero Diego no la dejó cuando ella misma quiso lanzarse para "salvar" a su hijo. Miré a la pelea y Santiago parecía manejar bastante bien el asunto, pero su madre ya estaba llorando y yo no podía aguantar ver sus ojos almendra, que generalmente estaban llenos de ternura, ahora tan asustados. Me moví para abrasar a Santiago de atrás, sosteniendo sus brazos y separándolo del otro chico.

Santiago peleo para liberarse mientras gruñía por el esfuerzo.

- Tranquilizate, maldición. Tu madre está llorando-, le susurré al oído y fue lo correcto porque él aflojó todo su cuerpo y me dejó separarlo del otro que se había volteado para escupir en el suelo.

Todo se volvió raro después, Denisse abrazó a Santiago y miró las marcas rojizas que empezaban a marcarse en sus mejillas, por los golpes que había recibido. Yo miré con el ceño fruncido al otro idiota mientras se levantaba. Dos amigos ayudándolo y mirando con cautela a Santiago.

-Basta-, me volví cuando Santiago le gruñó a su madre. Mis cejas se alzaron cuando la apartó-. ¿Qué te había dicho? No vengas a mí maldita universidad. ¿Que te pasa?

- Santiago...- gruñí en advertencia por el tono duro que estaba usando con su madre, pero él no me prestó atención.

La gente comenzaba a irse, al perder el espectáculo de la pelea, pero unos cuantos se quedaron a ver cómo seguía el drama.

- Encima vienes así vestida...

Mí mirada cayó al cuerpo de Denisse cuando Santiago rezongó por eso y mis ojos se abrieron asombrados. No le había prestado atención, pero Denisse iba con unos leggis ajustados y negros y una simple remera holgada que colgaba hasta sus muslo, pero no ocultaba su forma, al menos no tanto.

Pero tampoco es como si hubiera venido en ropa interior, era una vestimenta normal y dentro de todo recatada. No entendía por qué Santiago reaccionaba así...

Mi confusión se borró cuando mí mirada cayó en el rostro de Denisse. Parecía muy dolida con las palabras de Santiago, sus ojos brillantes con lágrimas sin derramar. Mis puños se apretaron fuertemente cuando Santiago escupió las próximas palabras:

-¿Tan necesitada estás de un hombre?

- Santiago, detente-, dijimos Diego y yo al unísono, enojados y ofendidos por igual en nombre de Denisse.

Ella bajó la mirada y quise golpear a Santiago cuando se escuchó un leve quejido de su voz.

-Y-yo... - susurró.

-Vete, mamá. No quiero saber lo que mierdas me quieras decir-. Me acerqué cuando Santiago dió un paso más a Denisse. Él bajó la voz-. No te volveré a repetir que no vengas a la universidad, ¿no es suficiente como calientas a mis amigos cada vez que van a casa? Ahora quieres que todos los de la universidad sepan que mí madre es una calienta pollas.

-¡Santiago!- lo empuje lejos de Denisse y le mostré los dientes-. Detente o te partiré la boca, no le hables de ese modo a tu madre.

Santiago me miró con el ceño fruncido y quiso avalanzarse contra mí, pero Diego se colocó en medio.

-Basta viejo, estás diciendo estupideces y haciendo una escena-, gruñó Diego, pero me di cuenta que quería golpearlo tanto como yo.

Santiago pareció ser consciente de las miradas de los otros y gruñó una vez viéndome y se volteó, caminando rápido. Diego dudo, mirando entre la espalda de Santiago y yo.

- Iré a asegurarme que no haga una locura, acompaña a la señora Denisse-, susurró antes de correr trás él.

Yo me quedé unos momentos mirándolos irse e intentado controlar mí respiración agitada. Mí mirada fue a la poca gente que quedaba y parecieron darse cuenta que no estaba de ánimos y se movieron rápido para irse.

Respiré profundamente antes de voltearme para mirar a Denisse y verla temblar en un desastre lloroso me rompió el corazón.

Después del cumpleaños de Santiago, había pasado al rededor de dos meses. Prácticamente ya no la veía, no iba a la casa de Santiago y la bloqueé de mí Facebook, temeroso de tener otra tentación. Me había arreglado con Emma, aunque tuve que prometerle que no vería más a la señora Denisse. Y lo hice... hasta ahora.

Verla de nuevo era extraño, pero seguía teniendo el mismo efecto en mí. Esta vez, la excitación se mezcló con algo que no pude identificar al verla tan vulnerable. Sin saber que hacía, me moví y simplemente la abrace.

Su perfume a lavanda llenó mis fosas nasales y fue como respirar el paraíso mientras apretaba su menudo y exquisito cuerpo contra el mío. Acaricié su espalda y ella tembló más fuerte en mis brazos.

No sabía que había pasado...

Pero lo averiguaría.

Continuará...

Señora DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora