Señora Denisse XXI

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Señora Denisse

Y así, los días pasaron... Las semanas y finalmente los meses más esperados:

Las vacaciones y las fiestas de fin de año...

Y la más importante, el cumpleaños de Denisse.

Estaba en el centro viendo qué podría comprar para ella, y no tenía la más pálida idea. Me moví de local en local, pensando qué le gustaría y qué no. También me encontré muchos de mis compañeros de universidad. Generalmente, cuando me preguntaban qué estaba haciendo, les contestaba sobre comprar regalos para navidad. Aunque pasaría esa fiesta solo en casa, pero nadie necesitaba saber eso.

Ni siquiera se lo había dicho a Denisse, con miedo de que ella sintiera pena de mí e intentará convencer a Santiago para que me invitará a su casa. Este sería el segundo año que estaba solo, y aunque me costaba mucho también, había ido a la tumba de mí madre a dejarle flores. Estas fechas eran difíciles, pero soportables.

Estaba pasando por un local de cosas artesanales, casi por irme, cuando me detuve en seco. Sonreí al ver el regalo perfecto para Denisse.

Entre en el negocio y enseguida sentí el olor a sahumerios y desinfectante. Mí acerqué a la vidriera y vi de cerca lo que quería comprar. Había una pequeña etiqueta y la tomé, para mirar el precio. Mis cejas se subieron, era más caro de lo que había pensado. Pero desde el momento que empecé mí extraña relación con Denisse, había empezado a ahorrar para su cumpleaños. Aunque no tuve mucho tiempo, era bastante considerable la suma de mis ahorros (recortes en autobuses y golosinas).

Denisse valía la pena.

-¿Puedo ayudarte en algo?

Me volteé al escuchar la voz del vendedor, con mí sonrisa aún en el rostro.

Me quedé congelado cuando ojos pequeños y claros me miraron, aunque no tan asombrados como los míos.

-Oh, Mateo. ¿Cómo estás?

-Hola, Thomas.

La verdad es que no sabía cómo tratarlo y él pareció entenderlo. Se acercó un paso más para susurrarme mientras ponía una mano sobre su boca.

-No te preocupes, yo no diré ni una palabra que andas con la Milf.

-¿Milf?- pregunté sin entenderlo.

-Esa zorra vieja- dijo dándome una palmada suave en el brazo y una risita.

Mí ceño se frunció, y fue por su expresión al referirse a Denisse.

-Ella no es zorra, ni vieja.

Thomas se rió tapándose la boca, ahora que lo veía fuera de su papel de novio de Denisse, se notaba mucho que era homosexual. Pero no me molestaba, simplemente lo había visto actuando tanto, que me parecía algo extraño cómo podía poner su voz un poco más grave y sacar sus además exagerados con las manos cuando estaba interpretando.

- Siempre nos tratamos así con Denisse. Ella no lo considera un insulto- dijo dándome otra palmada, está vez en mí bíceps pero en esa ocasión sin sacar la mano de allí.

Me aleje un paso cuando apretó mí brazo.

-Que bien trabajado estas-, comentó-. ¿Vas a un gimnasio o algo así?

Mis labios se curvaron con ganas de reír.

-No, no voy al gimnasio. No tengo tiempo.

-Mmm- Thomas miró mis hombros cuando me cruce de brazos-. Que afortunada mí amiga-, murmuró pero yo lo escuché perfectamente. Él hizo como que no lo oí, y yo también, cuando aplaudió-. ¡Muy bien! ¿Qué te trae por aquí?

- Quería ver eso- dije señalando un cofre mediano.

Thomas alzó las cejas y se acercó a la vidriera para tomarlo y sacarlo. Lo agitó en una mano frente a mí cara. Me reí, tenía una chispa especial, lo admito.

- Exacto.

- Sígueme- dijo mientras caminaba para la repisa, haciendo la señal con su delgado dedo índice.

Eso hice, Thomas poniéndose del otra lado y colocando el cofre sobre está. Lo movió mientras hacía una especie de mohín con lo labio, abriéndolo y mostrándome el interior. El cofre era un estilo medieval, con todos adornos de llaves y candados en dorado y madera.

Para mí era perfecto y la sonrisa se ensanchó en mí cara.

-¿Este será el regalo para Denisse?- me preguntó Thomas cuando lo tomé para verlo de cerca.

Mí mirada se separó del cofre para verlo.

-Puede ser... -, dudé, pero quién la conocería mejor que su amigo de la infancia-. ¿Crees que le guste?

Thomas negó con la cabeza, su expresión sería y mí sonrisa decayó completamente. Había creído que le gustaría, miré una vez más el cofre, sin poder creer lo poco que conocía a Denisse.

-¡Lo amará!- gritó Thomas de repente, dando un susto casi de muerte.

-Mierda, me asustaste-, gruñí.

Thomas apoyó sus brazos en la repisa mientras acercaba su rostro sonriente a dónde estaba el cofre.

- Denisse, ama este cofre. Vino una vez aquí, pero sin dinero. Lo amó desde que lo vió- me susurró y luego habló más fuerte-. Le dije a la tonta que se lo llevará, pero como es muy remilgada, no quiso llevárselo sin pagar. Yo le dije-, apoyó su mano en medio del pecho-. ¡No seas boba! ¡Llévatelo!- gritó mientras agitaba la mano de nuevo. Su cara haciendo gestos extraños-. Pero ¡No! Ella quiera pagarlo. Entonces le pregunté:¿Por qué no trajiste dinero, mensa? Y ella...

Yo sonreí escuchando toda su cháchara. Thomas era todo un personaje haciendo sonidos y caras mientras te contaba la situación. Pero yo estaba más contento por saber que no había fallado en los gustos de mí Delicia.

Esperé a que él terminará.

-Me lo llevo entonces.

- Okistriquis- dijo dando un salto para separase de la repisa.

-Pero Thomas- lo llamé cuando empezó a buscar el papel de regalo. Me miró con una ceja alzada-. Quiero que sea una sorpresa. ¿Puede quedar esto entre nosotros?

-Mmm ¿Un secreto?- preguntó con el ceño fruncido-. Amo los secretos-, sonrió. Luego él miró mis brazos de nuevo y volvió a mis ojos-. ¿Puedo chantajearte con esto después?

Yo me reí.

-No conseguirás nada de mí.

Thomas hizo un mohín.

- Valió la pena intentar-, él sonrió-. No te preocupes. De mí no saldrá ni una palabra- juró.

-Gracias.

Sonreí mientras esperaba que lo envuelva.

No podía esperar a ver la reacción de mí Delicia.

Continuará...

Señora DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora