Señora Denisse XV

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Señora Denisse

Podía sentir como mí semen se escapaba por su vagina y corría por nuestros muslos, gracias a mí polla flácida y saciada. Pero el beso lento que me estaba dando Denisse, estaba despertando mis sentidos poco a poco. Mí cerebro pareció reiniciar con la velocidad de un perezoso corriendo.

Gemí cuando Denisse se levantó un poco y mí pene salió de su calor, en seguida sintiendo su falta.

—Quiero comerte el coño— dije contra sus labios.

Denisse mordió levemente mi labio inferior y yo le respondí chupando el suyo cuando me soltó. Una de mis mano dejó su espalda y fue a su montículo. Mis dedos encontrándola llena de mí corrida, suave e hinchada.

Apreté más fuerte mí brazo cuando ella quiso moverse y mojé muy bien mis dedos para ir a su clítoris. La pequeña perla estaba dura y prominente. La rodeé suavemente y fui agregando presión hasta que Denisse gimió en mis labios, encontrando el punto justo que le gustaba.

Mí boca dejó la suya cuando comenzó a respirar con fuera y comencé a bajar por su mandíbula hasta llegar a su cuello suave y perfumado con lavanda. Su cuerpo comenzó a moverse, por lo menos su parte baja, porque la de arriba la estaba sosteniendo fuertemente para que no se me fuera.

Tenía a Denisse en mis brazos...

Aún no lo creía, tal vez era la sensación de la fuerte corrida que tuve, pero sonreí al sentir como ella empezaba a desesperarse. Dejé de besar su cuello y la miré desde abajo, su cara tirada hacía atrás, su cabello corto fuera de su hermoso rostro. Sus ojos suaves cerrados mientras mantenía su boca abierta con gemidos que era la mejor canción para mí.

Me mordí el labio cuando mí polla comenzó a endurecerse de nuevo. Había creído que no tenía más semen para dar... Al parecer no era así.

Mí dedo medio se metió en su coño mientras mí pulgar seguía jugando con su clítoris.

—¡Oh, si!— gritó, curvando su espalda y ofreciéndome sus pechos aún cubiertos por su remera cerrada.

A pesar de eso, baje y apreté entre mis dientes la protuberancia dura que era su pezón. Ella jadeó y gimio, empezando a montar mi dedo con más ganas.

—Si, si. No te detengas, bebé—, lloriqueo.

Mí polla ya estaba dura de nuevo, así que le metí otro dedo más. Esta vez la prepararía bien y la follaría como dios mandaba. Mí otra mano la soltó y fue a su remera cerrada y la levanté hasta que sus magníficos pechos estuvieron al descubierto.

—Que buena que estás Denisse— gemí para chupar uno de sus pezones en mí boca como si fuera un lactante desesperado por comer.

Ella se quejó con fuerza.

—¡Me voy a correr!— mi dedo sintió las contracciones previas y los saque de un tirón.

Con ambas manos la agarre de la cintura y la levanté, moviendo mí cadera también para lograr sumergirme en ella de un sólo embiste.

—¡Oooh!

La espalda de Denisse se curvó hacia atrás, casi parecía que se rompería y comenzó a temblar. Mí respiración se cortó e hice una mueca de placer cuando su coño se cerró con fuerza en mí polla dura. Cada espasmo que tenía su cuerpo, lo sentía en mí polla.

—Si, delicia. Cómo me gusta tu coño, mí amor— susurré mientras ella seguía subiendo.

Su pequeño cuerpo pareció que estaba por quedarse sin fuerzas y casi se desvaneció sobre mí. Pero yo no olvidaba como había jugado conmigo y no me había permitido durar más nuestra primera vez. Sintiéndome malvado me levanté del sofá, sacando mí polla una vez que se calmó y la lleve a la cama en mis brazos.

Señora DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora