Señora Denisse XXIII

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Señora Denisse

Escupí mientras me lavaba los dientes y miré mis ojos rojizos por el espejo.

No podía creer que haya llamado a Denisse borracho para decirle todas chorradas. Mí memoria siguió viniendo en partes, en cómo describí lo que quería hacerle y lo que sentía por ella.

Sentimientos que sabía que comenzaba a sentir, pero no quería profundizar... Y ahora Denisse los sabía.

Me mojé la cara una, dos, tres veces. Dándome tiempo a mí para enfrentar su mirada seria cuando saliera. Ninguno de los dos habíamos dicho algo sobre sentimientos. Nos concentrábamos en nuestra fuerte química en la cama y nada más.

No tengo la más pálida idea de cuándo comencé a enamorarme de ella, pero lo sentía aunque no lo quería decir.

Respiré hondo antes de salir. Denisse estaba arreglando la cama cuando dí un paso fuera del baño. Ella se volteó y se sentó en la cama, dando palmaditas en al lado suyo.

-Ven-, dijo.

Me dí cuenta que Pedro se había ido y tragué saliva antes de avanzar y sentarme al lado de ella. Mí mirada avergonzada se quedó clavada en el suelo de madera, no quería ver su expresión cuando me dijera algo que rompería mí corazón.

-¿Mateo?- hice un ruido para que sepa que la escuchaba, pero no levanté la mirada-. Mírame por favor.

Me mordí el labio mientras mí mirada se alzaba de a poco. Mirando sus zapatillas blancas, subiendo por sus piernas cubiertas por un vaquero azul claro y pasando por sus abundantes pechos escondidos en su camiseta que parecía de pela de peluche. Mí mirada que clavó en su boca rosa y no quise mirar sus ojos.

Esto era tan vergonzoso.

Denisse suspiró mientras agarraba mis mejillas con sus manos y terminaba de subir mí cara para que la mirará a los ojos. Sus hermosos ojos de almendras.

-¿Ya recuerdas lo que pasó?

-Mas o menos- susurré sintiendo mis orejas quemar.

Ella acarició mis mejillas con sus dedos delgados y fríos.

-¿Te gustaría decirme algo?

-Yo..- me mojé los labios.

¿Qué debía decir? ¿No siento eso? ¿Si te amo?

¿¡Qué mierda quieres de mí Denisse!?

Mí mejor respuesta fue encogerme de hombros. Denisse volvió a suspirar y me asombré cuando me besó en los labios. Mí boca respondiendo de forma automática a ella.

Sus labios suaves con gusto a café llenaron mí cabeza y nublaron mí raciocinio. Mis manos llendo a su nuca, queriendo que se acercará más, que trepara sobre mí, que me hiciera olvidar la tonta escena que había hecho. Me dejé caer de espalda a la cama y ella sobre mí, gemí cuando pasó una de sus piernas por encima de mi cadera, mis manos llendo a su trasero y apretándolo.

Denisse gimió, sus uñas acariciando mí cuero cabelludo. A esta altura ya prácticamente no recordaba nada, sólo quería saborearla y hacerla venir en mí polla dura. Denisse separó su boca de la mía, fuertes jadeos por parte de ambos.

- También siento cosas por ti, bebé. Pero es muy rápido para saberlo y para que otros lo sepan. Me entiendes ¿no?

Yo la miré, mis ojos nublados por la pasión, aunque si la entendía, en el fondo quería que nuestra relación fuera más normal. Sin escondernos.

-Yo entiendo. Pero...- dudé, sin saber si la estaría presionando mucho al pedirle lo que quería.

Denisse acarició mí mandíbula.

-Lo sé. Sólo un poco más ¿Puede ser?

Mis manos se apretaron en su cadera. Este era un tema que no podíamos hablar seriamente si ella estaba sobre mí, yo haría lo que fuera por ella, porque Denisse se mantuviera sobre mí.

-¿Pero lo harás, no? ¿Se lo dirás a Santiago?

Denisse hizo una mueca e intentó salir de encima de mí, mis brazos la abrazaron, intentado que se quedará dónde estaba.

-No lo digo ahora-, aclaré-. ¿Pero lo harás en algún momento?

- Mateo...

La solté cuando me miró con súplica y la moví para levantarme. Puse distancia entre nosotros, intentando pensar con claridad.

- Mateo, estás en lo universidad y tienes muchos planes para tu futuro. No los cambies por mí.

Me giré para mirarla aún sentada en mí cama.

-Tú no cambiarías los tuyos por mí ¿Eso me estás diciendo?

-Ya cambié mí vida por una relación, Mateo. Ahora yo soy dueña de hacer lo que quiera, no puedes...

-¿Qué?- le interrumpí- ¿Lo que quieras es jugar un poco con un chico más joven que tú? ¿Piensas que porque soy más joven voy a ser dependiente de ti?

Mi humor se fue calentando mientras más hablaba, el de Denisse también salió a flote cuando se levantó.

-Ambos sabíamos de nuestras diferencias, Mateo. Y te dije claramente que necesitaba tiempo.

-¿¡Cuánto!?- grité enojado-¿ Cuánto tiempo necesitas de mí, Denisse? ¿En algún momento seremos algo serio o esto es follar para ti solamente?

-¡Te dije que quería una relación, Mateo!- gritó ella también, su cara roja de ira-. No pongas palabras en mí boca que no dije. Te quería conocer, saber si podríamos tener algo.

-¿Y no crees que ha pasado bastante tiempo? ¿Qué planeas? ¿Pensaste que me iba a conformar con follarte cuando quisieras?

Denisse apretó sus manos en puños y comenzó a moverse a la pequeña sala. No me miró cuando agarro su tapado del sillón.

- Obviamente no se puede hablar contigo en este momento...

Yo la seguí.

-¿Qué? ¿Porque soy un idiota de 23 que se enamoró de una mujer que me dobla la edad? ¿Porque me emborraché y te dije toda mí mierda?

Denisse siguió sin mirarme mientras se ponía el tapado, ni me contestó mientras se movía a la puerta. La agarré del brazo antes de que llegará e hice que girará. Pero ella apartó su brazo de un tirón, cuando me miró al rostro, sus ojos que siempre habían sido suaves y tiernos, llenos de frialdad hicieron que diera un paso atrás.

-Te dije que estoy grande para estás escenas, Mateo. No me gustan los celos ni que me intenten arrinconar. Yo tengo mí propio tiempo y necesidades que no están relacionados a ti-. Di un paso más hacía atrás cuando sentí que mí pecho se apretaba, el enojo volando lejos para dar paso al miedo-. No conseguirás nada de mí con tus tontas e infantiles preguntas. No juego, no te mentí. Te dije desde un principio que esto sería difícil. ¿Creíste que dejaría todo por ti? No lo haré.

Mis labios se apretaron y la miré sin mostrar cómo me estaba clavando un puñal en el corazón con sus palabras.

-Yo lo habría hecho- dije con voz grave.

Denisse negó con la cabeza.

-Yo no.

Ella se movió a la puerta y está vez no la detuve. La dejé ir, sabiendo que no volvería, ni que yo la buscaría.

Continuará...

Señora DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora