Señora Denisse
- Hagas lo que hagas, no mires a su madre.
Levanté una ceja cuando Diego me susurró ello mientras esperábamos que Santiago abriera la puerta de su casa. Casi me río con lo que dijo.
-Tengo novia, Diego. ¿No sé si lo recuerdas?- Diego me miró escéptico-. Además, es la madre de Santiago-, disimulé el escalofrío que me corrió por la espalda imaginando una versión de mí amigo en femenino.
Sólo diré que no era atractivo.
-La señora Denisse es la madre adoptiva de Santiago, imbécil- gruñó-. Está para comerla mil veces. Pero ni la mires, Santiago te partiría la cara.
Mí ceño se frunció, no sabía que Santiago era adoptado.
-Hace unos años se divorció y se puso como un camión, viejo, es la cosita más caliente que vieron mis ojos.
Me reí bajo porque Diego parecía completamente enamorado de la señora. Bueno, si ese era el caso, no me preocupaba. Estaba felizmente de novio con Emma desde la preparatoria y aunque ahora que yo había empezado la universidad, no nos veríamos tanto, era la niña de mis ojos. Pero, después de todo, la señora Denisse ¿cuántos años me llevaba? Más de diez era seguro.
Me gustan las mujeres jóvenes, de mí edad. Podía estar muy buena, pero yo estaba en otra honda.
-No hay problema viejo. No me gustan las mamás de mis amigos.
Diego se rió.
-¿Sigues esa regla de que las madres y hermanas tienen bigotes?- Asentí con una media sonrisa-. La señora Denisse es sexy hasta con mostacho.
-¿Quién?
Diego se tensó y yo aguanté mí diversión cuando ambos nos giramos a ver a Santiago.
-Una amiga, viejo-, aclaró rápido Diego, sonriendo nerviosamente.
Santiago alzó una ceja.
-¿Ah si? ¿Cómo se llama?- gruñó con sus ojos negros entre cerrados.
Diego me miró pidiendo auxilio y me encogí de hombros. Hombre, que salga de su propia tumba sin ayuda, ya que solito se metió.
-Oh, no la conoces. Se llama... Uuh.. ah, Tamara...
-¿Tamara?- preguntó Santiago-. ¿La novia de Gustavo?- parecía sorprendido.
-¡No! Casandra, si si. Casandra ¿Por qué? ¿De quién pensabas que hablaba viejo?- Diego carcajeó.
Santiago dudo, y yo oculte mí sonrisa. Pero al final el moreno no dijo nada y nos dejó pasar a su casa.
-¿Que hay amigo?- nos saludamos golpeando nuestro puños.
Una vez que entre en su casa, mí boca se abrió mirando todo. La casa era enorme y con una decoración algo excéntrica, parecía esas típicas casa de ricos que ves en las noveles. Escultura y todo. Miré hacia el techo y reí entre dientes al ver la lámpara araña llena de gotas de cristal.
Parecía una casa de estirados.
Sabía que Santiago tenía dinero, más bien su familia, pero jamás creí que fuera tanto. Acomodé mí mochila llena de libros en mí hombro y me giré para ver a mis nuevos amigos de la universidad. Era algo duro entrar a la universidad a los 22, aunque no era el más viejo, ni por lejos, estos chicos apenas tenían 19 y habían terminado la prepa el año pasado. Mientras yo trabajé duro hasta conseguir una casa para mí solo y luego para pagar parte de la universidad. Fue una desilusión no llegar a la media beca, pero también sabía que no era el mejor en el estudio, entonces me esforzaba el triple.
ESTÁS LEYENDO
Señora Denisse
RomansaMateo tiene la vida que siempre quiso... Su novia de la preparatoria, una casa de soltero y, a sus 22, por fin ha logrado empezar la universidad. ¿Entonces por qué siente la necesidad de tirar todo al tacho cuando conoce a la mamá de su nuevo amigo...