Señora Denisse XXII

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Señora Denisse

Abrí mí pote de ramen instantáneo cuando pasaron los tres minutos reglamentarios. Al fin habían llegado la fecha de navidad y cada vez faltaba poco para el cumpleaños de Denisse.

Mí monoambiente se mantenía silencioso mientras comía y miraba la televisión sin volumen. Se preguntarán ¿Por qué sin volumen? Bueno... Una vieja costumbre que teníamos con mí madre. Para navidad mamá nunca cocinaba, compraba comida hecha y nos sentábamos a conversar con la tele encendida.

Ahora que no la tenía, el silencio era mí compañero, y lo prefería así. Puede que parezca algo deprimente, pero me hacía sentir tranquilo y, de cierta manera, podía sentir que mí madre me veía del lugar donde sea que estuviera y me sonreía.

Cuando estaba por abrir mí segundo pote, la puerta sonó. Mí ceño se frunció mientras me levantaba y me acercaba a la puerta. Cuando la abrí, no pude más que asombrarme de ver quién era mí invitado inesperado.

—¡Sorpresa!

—¿Pedro?

—¿Pues quién más, muchacho?— rió emoujándome y entrando a la casa con sus brazos llenos de varios paquetes—. Pues déjame entrar, que afuera hace un frío de los mil demonios. ¿No tiene calefacción los pasillos?

Aturdido aún, me hice a un lado mientras él daba pasos seguros y pesados por mí monoambiente. Dejó los paquetes en la cama y se volteó con las manos en las caderas, mirando el pequeño lugar.

—¿Que haces aquí?— pregunté mientras cerraba la puerta.

—¡Esto es deprimente!— exclamó, descartando mí pregunta—. ¿De verdad comerás ramen instantáneo?

Cuando movió sus brazos me dí cuenta que llevaba una gran mochila en su espalda. Se la sacó, dejándola con fuerza en mí cama. Mientras revolvía adentro, siguió hablando.

—¡Menos mal que vine! El tío Pedro piensa en todo y traje todo lo que necesitamos.

Mis cejas se alzaron cuando sacó dos botellas de tequila y dos pequeños vasos shots.

—¿Necesitamos eso?

—Oh, si— Pedro se sentó en el suelo, dejando las botellas en la mesa y agarrando mí pote de ramen sin abrir.

Suspiré resignado y me moví para poner más agua a calentar. Menos mal que tenía un suministro de ramen bastante grande. Mientras el agua se calentaba lo vi comer mí ramen mientras agarraba el control de distancia de la televisión y le subía el volumen al programa con videos musicales. Me preparé mí ramen, dos potes más y me senté en mí lugar de nuevo. Observé a Pedro mientras agarraba la otra taza de ramen y movía la cabeza al sonido de la música. Cuando tragó casi la mitad, sirvió el tequila en los pequeños shots y me dió uno.

Lo agarré con una mueca, no era bueno bebiendo cosas fuertes. Me dejaba imbécil.

—¡Hasta el fondo!— brindó alzando el shots y tragándolo de un sólo movimiento.

Lo imite, lo conocía tan bien que sabía que si no lo hacía sería peor.

Él sirvió de nuevo en los vasos.

Me desperté gimiendo cuando sentí un fuerte golpe en mí sien. No podía ni siquiera abrir los ojos, mucho menos moverme. El olor a café me revolvió el estómago mientras sentía que una manada de elefantes me pasaron por encima.

Gemí fuerte y largo cuando moví mí cuerpo para ponerme boca arriba. Mí garganta seca y agria me dijo que había bebido mucho anoche. Mis dedos apretaron mí sien, parecía que mis neuronas empujaban por salir de mí cerebro.

Señora DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora