De nuevo, caía en una profunda oscuridad. Escuchaba cómo la persona que más amaba gritaba su nombre con dolor que cada vez se iba haciendo más lejano.
¿Cómo ocurrió? Bueno, ella tuvo que dejar Night Raven College para confrontar a Sir Monty, quién estaba al acecho y amenazando la vida de los alumnos de la bruja si no volvía con él. Resultó ser una trampa y quedó atrapada de nuevo ante las garras del dragón de cómodo, está vez como experimento. En ningún momento imagino que su muerte fuera así, lenta y dolorosa, pero se lo merecía.
Cuanto más se hundía, más lejana eran las voces que la llamaban, pidiéndole que luchará, ¿para qué? No valía la pena. Al final, poso sus pies en un suelo sólido. La pequeña bruja se quedó quieta unos segundos, mirando de vez en cuando a la luz que había en lo más alto.
Sólo el silencio predominaba por el lugar, estando ella sola, en plena oscuridad. Ya no podía oír lo que estaba sucediendo fuera, ésto la apeno un poco pero tampoco quería escuchar a Riddle gritarle que volviese. Tampoco sabía lonque estaba haciendo, ¿estaría luchando contra Riddle, Sakura y Lily o contra los Mercenarios? Como fuese, esperaba ser derrotada pronto y desaparecer para siempre.
Poco a poco, los recuerdos iban llegando a su mente. Recordó su tiempo como mercenaria, llevando varias vidas al inframundo. Se miró sus manos, las cuales se llenaron al instante de sangre y todo el suelo se cubrió de un fuerte rojo carmesí. Los gritos de dolor y agonía resonaron en su cabeza, las víctimas de las cuales ella misma se había encargado de matarlos. ¿Se lo merecían? Algunos tal vez, pero no excusaba sus acciones. Una gran sombra surgió detrás de ella, de la cuál surgió un Sin Corazón gigante que la encerró en una jaula con sus propias manos. Circe no se oponía, lo aceptaba.
—¡Bruja! ¡Asesina! ¡Mentirosa! —escuchaba en su cabeza. Estás mismas palabras tomaban la forma de un cuchillo y se clavaban en su piel, cada una más dolorosa que la anterior—
Por primera vez en siglos, el dolor era tal que lloraba, pero no había queja. Las lágrimas recorrían sus mejillas en silencio, pues Circe se había rendido.
—¡No te rindas! —grito una voz aguda desde la distancia, pero la bruja lo ignoró— ¡Por favor, si mueres aquí te arrepentirás!
Pero los insultos eran cada vez más dolorosos, llegando poco a poco a su corazón. Sin embargo, una cerradura brillante apareció, sorprendiendo a la hechicera maldita. Una puerta se abrió, apareciendo una pequeña figura femenina con una llave espada en su diestra, una que pudo reconocer la misma Circe: Corazón de Dragón, su llave espada.
—¿Quién... Eres? —pregunto la pelirroja con una débil voz, agotada—
Ante sus ojos, en un camino de losas de luz en dirección al Sin Corazón que la mantenía encerrada, apareció una chica de pelo rojo, rizado y corto, adornado por un lazo negro, de ojos morados que brillaban con intensidad, acompañada de un par de pecas. Su piel era pálida, destacada más por su ropa rojiza, que consistía en un pequeño mono de pantalón corto y mangas largas, combinada con unas botas del mismo color. Caminaba con una gran sonrisa y llena de confianza.
—¡Mi nombre es Rika! —dijo la chica, alzando su llave en lo alto. Saltó en dirección al ser de ojos amarillos, directo a su cabeza y empezó a golpear con su llave de forma bruta y sin parar— ¡Y te ayudaré Circe!
—¿Cómo... Sabes... Mi nombre?
—¡Te sorprenderías de las cosas que yo sé de ti!
Mientras hablaban, la elegida de la llave golpeaba sin parar a su contrincante que, al tener encarcelada con sus manos a la pequeña bruja, la chica tenía más facilidad en golpearlo con su arma, debiltandolo.
—¡Pero no dejaré que mueras de ésta forma, no, debes volver para terminar lo que empezaste! —grito, asestando el golpe final contra el Sin Corazón, desapareciendo en brillos y dejando lentamente a la bruja en el suelo. La elegida se acerco y le tendió la mano—.
Ambas pelirrojas se miraron fijamente a los ojos, puede que fueran diferentes la una de la otra pero Circe sentía que estaba mirando su propio reflejo.
—Vamos, levántate —la bruja negó, pero la chica mantuvo su pose—. Sé qué tienes miedo, pero no puedes encerrarte en la Oscuridad. No es la solución. Además, tu persona importante está luchando por ti, tú también deberías luchar por él, ¿no crees?
La bruja recapacito un momento y, con su mano débil tomó la mano de su compañera, que, apenas la levantó le dio la llave.
—... Corazón de Dragón —Circe la tomó del mango y miró la llave plateada con alas—.
—Esa llave me fue otorgada porque en mi mundo existía un mito. Si un caballero sigue las leyes de la caballería, un dragón le otorgará su corazón y así ambos renaceran cómo estrellas —la chica, quién parecía tener 13 años miró su llave—. Viví muchas aventuras con ella, pero desde que naciste, es tuya.
La bruja la miró confundida, entonces, con una risa inocente, Rika respondió lo siguiente.
—Yo soy tu vida pasada, por eso eres una elegida de la llave espada tú también. Sé que es una forma rara de serlo, pero las llaves espadas son así.
Circe tuvo que procesar un momento esa información, aún con sus 501 años era difícil asumir que tuvo otra vida antes de incluso ser fecundada. Al final, sólo dio un suspiro, escuchando al final cómo alguien gritaba su nombre mientras Rika se desvanecía.
—Lucha una última vez al menos.
Cuando ya estuvo sola de nuevo, con su llave espada en mano, avanzó lentamente por el camino de luz y mirando al frente.
—... Yo he sido siempre una bruja —ee decía a si misma mientras avanzaba—. Todos me han llamado así, en un punto dejó de importarme... Pero lo que me molestaba... Eran los rumores. Yo no odiaba a la Cazadora de Pesadillas. ¿Como podría odiar a mi propia madre?
Y con esas palabras, un recuerdo apareció en la mente de la pequeña bruja. En un pequeño prado, dentro de una casa acogedora había una mujer adulta de cabellos y ojos marrones con ropas de maga, enseñando magia a una pequeña niña pelirroja. Era Circe, dos semanas después del 13 de Octubre, su décimo cumpleaños.
—Muy bien Circe —la animaba su madre con una dulce voz—, lo estás haciendo muy bien.
—Gracias mami —respondió la niña con una gran sonrisa, mirando a la mayor—, he practicado, como tú me dijiste.
—Bien, ¿que tal si hoy intentamos hacer algo nuevo?
—¡Sí, me gustaría mucho y poder sorprender a papá cuando vuelva!
—Hoy te enseñaré el hechizo de lanzar rayos, ¿de acuerdo?
A pesar de que, como buena madre y maestra, le explicó la realización dle hechizo, resultó ser que la magia de la pequeña era muy poderosa, tanto que un rayo electrocuto a su madre. Tras éste escenario, la pequeña sólo pudo huir asustada y con miedo. Él hecho de recordarlo, hacía cargar a la bruja con un gran sentimiento de culpa, ya que...
—Yo mate a mi madre.
Recalcó mientras avanzaba hacia la luz, esperando poder regresar a su cuerpo una última vez.