De nuevo estaban repasando la historia de la bruja del mar, así que, con un rostro aburrido, apoyo su cabeza en la mesa soltando un suspiro. Más tarde que temprano, Floyd se quedó dormido, justo en la parte donde la sirena fue a la superficie por su cumpleaños. No pudo escuchar más, pues cayó en un sueño.
En su sueño, veía un par de burbujas salir de su boca. Ya sabiendo donde estaba, empezó a nadar con comodidad, sin rumbo alguno. Entonces, a lo lejos, escucho un llanto infantil. Se acerco al sonido, notando cómo el paisaje marino iba apareciendo hasta llegar a una orilla. Escuchaba los llantos de una pequeña niña y quiso sacar su cabeza para ver quién era, sólo pudiendo distinguir un cabello castaño, pues sintió una pata en su nariz, siendo despertado por el familiar del Profesor Trein.
—Señor Leech —lo regaño el adulto, con un rostro serio—. Si quiere dormir, hágalo fuera de clase.
El varón inflo su mejilla molestó, sin poner atención a la clase mientras escribía su sueño en su libreta para no olvidarlo.
A la hora de comer, se junto con su hermano y su amigo de la infancia en el comedor, absorto en sus pensamientos. Azul y Jade no preguntaron, ya qué no era la primera vez que tenía esa actitud. Comieron con calma y los gemelos se separaron del líder, sin hablar ni decir nada, hasta que Floyd habló.
—... Oye Jade, he tenido un sueño raro —rasco su nuca, inflando sus mejillas—... Soñé con una niña, ¿tú crees que significa algo?
El mencionado parecía un poco sorprendido, sin embargo, suspiro con calma y habló con un tono tranquilo.
—¿Recuerdas la historia de la Sirena que fue ayudada por la bruja del mar?
—... Sí, la he escuchado otra vez en la clase de Historia. Es la que rescata al príncipe, ¿no?
—Bueno, ¿y que hay del final?
—Pues se casa con el príncipe, ¿no? Gracias a la bruja del mar.
—... ¿Has escuchado el final alternativo?
Al escuchar esa pregunta, Floyd puso un rostro lleno de curiosidad, pues nunca había escuchado sobre ese otro final.
—... Investigando en la biblioteca, un escritor llamado Hans hizo su versión de la historia. En su final, él príncipe no reconoce a la sirena y se casa con otra. Entonces, la pequeña sirena decide morir en vez de sacrificar a su amor.
—... Que idiota —dijo el varón, molesto por ese amargo final—. ¿Cómo puede no reconocer a la persona que lo salvó?
Ante esa pregunta, su hermano gemelo dio una suave risa.
—Antes de criticar, mírate en un espejo Floyd —ante estas palabras, Floyd quedó confundido, poniendo el ceño fruncido—...
—¿A que te refieres Jade?
—Nada importante por ahora Floyd —calmó a su hermano tocando su hombro—... Sólo no pierdas a tú sirena.
Tras esas palabras, Jade siguió su camino hacía su club del cuál era él único miembro, mientras Floyd, molesto por las palabras de su hermano, camino hacia el gimnasio.
Jade cerró la puerta y suspiro, entonces se dirigió hacia una ventana, observando él jardín, en específico al prefecto de la habitación abandonada.
—... Pero la pequeña sirena parece no recordar tampoco.