Tras una tarde de duro trabajo repartiendo carteles por la ciudad de Villa Crepúsculo, una chica de cabello castaño, llevaba un vestido rosa acompañado de una chaqueta plateada un cinturon y unos pantalones pegados a la rodilla de color negro, al fin volvía a su casa tras recibir 100 platines. Estaba ganando algo de dinero porque había visto hace poco en la televisión que iban a poner a la venta una máquina de coser. Le había pedido algo de dinero a su padre e incluso se ofreció a ayudar en la cocina, sin embargo, su progenitor le dijo que si quería algo, debía ganárselo mediante trabajo y esfuerzo. Por suerte para Sakura, sus vecinos no sólo necesitaban ayuda, si no que también estaban faltos de personal, así qué pudo hablar con uno de ellos para conseguir un trabajo de verano.Dentro de poco se iba a celebrar la competición anual de Struggle y habían realizado varios posters para anunciar el evento, así que la chica se ofreció voluntaria para repartirlos. No fue fácil, pues le pedían sitios que parecían inalcanzables de subir y la misma se preguntó si habría personas que lp pudieran ver desde ese lugar, pero al final pudo colgar todos.
Contaba las monedas muy feliz, aún faltaba mucho para llegar a lo que costaba su preciada máquina de coser, pero el hecho de haber ganado dinero con su propio esfuerzo la llenaba de dicha. Entonces, un olor dulce pasó por sus fosas nasales y la chica no pudo evitar girar su cabeza, topandose con el restaurante de Le Chez Remi.
Había rumores de que el lugar había sido fundada por una rata, aunque era algo exagerado incluso para Sakura. Iba a pasar de largo, hasta que escucho el sonido de una campana, llamando así su atención un momento hasta que decidió ignorarlo. Habría seguido su camino de no ser que volvió a escuchar ese sonido y, como si estuviera hipnotizada, comenzó a caminar en dirección a las alcantarillas de la ciudad que dirigían hacia el bosque, donde allí se encontraban las ruinas de la vieja mansión.
Al llegar, la chica observo la casa derruida y sintió un escalofrío. No le gustaba ese lugar, pues cuando era más pequeña tuvo un pequeño accidente en ese mismo sitio. Para su suerte, esa mansión ya no iba a estar más a principios del mes siguiente. Ya había alguna máquina demoledora y algunas cintas de "Prohibido pasar".
—... ¿Que hago aquí? —se preguntó la joven, ya que nunca tuvo intenciones de ir a ese lugar, sin embargo, el sonido de la campana la llevó allí. Entonces vio una figura de cabello castaño cortó allí correr—... ¿Una niña? —pregunto extrañada y, algo preocupada, alzó su voz— Hey, no puedes estar aquí...
No se atrevía a cruzar la cinta amarilla. ¿Y si se caía y se rompía algo? Sin embargo, tampoco podía dejar que una niña estuviera jugando, era peligroso. A pesar de lasdas, su sentido de la responsabilidad venció a su cobardía y traspaso él límite.
Se podía notar que el lugar estaba descuidado, nadie había arrancado las malas hierbas, el moho era lo más abundante entre las piedras. Al ser verano, Sakura llevaba un pantalón corto vaquero de color negro que le llegaba hasta debajo de su rodilla, por lo cual la parte descubierta de su piel de sus piernas estaba recibiendo varios rasguños. Ya no veía la niña, era como si nunca hubiera estado allí, cómo si fuera un fantasma, algo que la hizo temblar de miedo. Pero la chica no pudo pensar en ello pues cayó en un agujero y todo se volvió negro.
Sentía que caía, que se quedaba sin aire cada vez que entraba en lo más profundo, siendo imposible respirar. Mientras tanto, su cuerpo era envuelto en un manto negro y morado, a lo lejos podía escuchar una voz susurrandole cosas, pero Sakura no podía entender nada, apenas podía centrarese en ellas. Entonces, sus ojos se cerrarón, perdiendo ya la consciencia.
—Bienvenida al Mundo de los Villanos—
La chica despertó, casi todo estaba oscuro de no ser porque vio una leve luz circular. Apenas se podía mover, pero eso era lo de menos. Se percató de que estaba encerrada en un lugar pequeño y estrecho y no tardo en llorar. Tenía claustrofobia.
Entre las lágrimas, la chica no se percató del sonido de las ruedas de madera chocar contra el camino de tierra, o de los pasos que daba un caballo con su coz, o de que ella no era la única que estaba en ese carruaje hasta que su "acompañante" abrió su lugar de encarcelamiento. Al instante de salir se sio cuenta de que estaba en un ataud y apenas ver al extraño ser con forma de gato y orejas flameantes, dijo lo siguiente:
—... Un gato...