XVI

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Al siguiente día, luego de hacer sus rondas y desayunar, el espadachín se dirigió a la habitación de la reina, como todas las mañanas de la última semana, a verificar que estuviera bien. Le preguntaba a Law acerca de su evolución, conversaba con ella, aunque ella no pudiera escucharlo, y se aseguraba de que sus almohadas estuvieran cómodas, su pelo desenredado y sus uñas cortas (aunque casi nunca tuvo que peinarlo, ya que Makino y Moda se encargaban de tenerla limpia y fresca), ajustaba la temperatura, y confirmaba que no hubiesen posibles amenazas en la habitación. Luego del ataque se encontraba paranoico, cualquier cosa le parecía sospechosa, sentía que no podía confiarse de nadie. Makino no le decía nada, ya que sabía que tenía sus razones para estar nervioso, pero Law sí se encargó de hacerle ver que muchas veces estaba exagerando, aunque lo entendiera, necesitaba que el hombre se mantuviera cuerdo para evitar cualquier fallo en una situación real.

Aquella mañana en particular, el médico tuvo que volver al palacio para buscar algunos medicamentos, y le encargó a Zoro que no la dejara sola ni un instante, cosa que el peliverde aceptó sin protestar. Ya tenía allí algunos cuarenta minutos, se había encargado de que la habitación oliera a lavanda, como a ella le gustaba, y luego de hacer las mismas revisiones de siempre, se sentó a su lado y tomó su mano, apretándola ligeramente.

— ¿Cuánto más nos hará esperar, Nico-san? Todos la extrañamos. Yo la extraño muchísimo. Tiene que demostrarles a todos lo fuerte que es, debe mostrarles que esto no bastará para derribarla. Sé que usted se levantará incluso con más determinación, usted es toda una guerrera. Yo estaré a su lado en todo momento, jamás la voy a abandonar.

Se quedó mirando su rostro dormido, sin soltar su mano, estaba casi dormido cuando sintió un leve apretón. El corazón le dio un vuelco, se sobresaltó para encontrarse con que todo estaba igual, la mujer que amaba dormía. Seguía siendo hermosa, incluso estando más delgada y pálida, tenía la esperanza de que ella iba a despertar pronto. Law ya le había explicado que los pacientes de coma despertaban progresivamente, primero con respuestas a pequeños estímulos, como movimientos leves parecidos al que acababa de hacer o abrir los ojos por algunos segundos. Le recomendó a él y a los demás que se mantuvieran hablándole y haciéndola parte del entorno, aquello ayudaría.

Hacía un par de días que se le había ocurrido una idea. Había escuchado que los pacientes de coma algunas veces escuchaban lo que les decían, no sabía qué tan cierto era, pero recordaba que ella se encontraba en medio de una trilogía de libros de ciencia ficción llamada "Sin oxígeno". Le había pedido a Makino que le buscara el segundo, ya que la reina había completado el primero, y se había mantenido leyéndole un capítulo por día, en voz alta, comenzando por el primero, ya que no sabía hasta dónde lo había dejado. Tomó la obra y comenzó a leerle el cuarto, soltando su mano sólo para pasar página, y se sorprendió a sí mismo bastante inmerso en la lectura, para cuanto se había dado cuenta ya iba en el séptimo capítulo.

Era una historia de una especie de civilización alienígena que recibía la visita de un astronauta que se había quedado varado en su planeta, sin comida y sin recursos, hablaba acerca de cómo llegó allí, sus últimas horas de vida al agotársele el oxígeno y su descenso hasta la locura. Recordaba que ella le había hablado de la saga, el primer libro era desde la perspectiva de una chica extraterrestre, el segundo era desde la perspectiva del mismo astronauta, y lo que le dijo del tercero no lo recordaba, no le dio importancia, tenía fe en que ella despertaría y lo leería por sí misma. Durante la lectura, a veces hacía pequeños comentarios acerca de lo que él opinaba, Makino lo atrapó en medio de la lectura, pero nunca dijo nada. A ella le parecía algo muy dulce y extremadamente tierno, así que prefería dejarlo seguir y no molestarlo.

En aquel momento, se encontraba finalizando el séptimo capítulo, ya había leído cuatro ese día, lo que para él era demasiado, así que prefirió detenerse. Se rió un poco por el desenlace que estaba teniendo, le habló mientras veía con detenimiento una extraña ilustración que habían incluido.

Absoluta VirtuteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora