—Me voy a casar con el príncipe Dellinger.
Aquella frase retumbaba en su cerebro, como un mosquito molesto zumbando en el oído. La mujer tomó sus manos, retirándolas con delicadeza, y sólo fue en ese momento que él notó que tenía el anillo de rubíes en su dedo anular. Robin no paraba de llorar, y él negaba con la cabeza. Se sintió desorientado, y ni siquiera estaba buscando un lugar al cual ir. Se separó, dio un par de vueltas, y se pasó las manos por el pelo, ella sabía que estaba intentando mantener la poca paciencia que le quedaba.
— ¿En qué diablos está pensando, Nico-san? ¡Es obvio que esto es una maldita trampa! ¡Usted es más inteligente que esto! ¿Cree que porque se le acabe el dinero voy a abandonarla? Le buscaré a la maldita resistencia, haré lo que necesite, pero no cometa este error. Además, si de verdad va a casarse con... Ese, tendrá dinero para seguir pagándome. ¿Por qué me despide?
— ¡Porque es lo mejor! Voy a estar casada, Zoro, no pienso traicionar a mi esposo. Y tenerte a mi lado sólo va a servir para torturarme, sólo con verte llegar ahora mismo lo primero que pensé es que me muero porque me quites la ropa y me hagas el amor. Yo... No voy a poder resistirme, y tú tomaste tu decisión, aferrarme a ti sería muy egoísta de mi parte.
—Piénselo, ellos la están manipulando, maldición, metería mis manos al fuego si Doflamingo no está detrás de esto. Estoy casi seguro de que tiene conexiones con Dellinger. ¿Su problema es que no se puede resistir a mí? No tiene que hacerlo, Nico-san. Si lo que quiere es que le haga el amor, se lo haré todas las veces que quiera. Entrenaré el doble para poder protegerla.
—No es tan simple, Zoro. Los recursos que Dellinger me está ofreciendo son la solución que necesitamos. Con su presupuesto podré convencer a los del ejército, podré contratar investigadores para conseguir la evidencia que me falta, y podré derrocar al Consejo. Y lo de nosotros... Tú mismo lo dijiste, se convirtió en algo más, cuando ambos acordamos que no sería así, no es justo que tengas que retractarte por mí.
—No me estoy retractando. Yo jamás quise dejarlo de hacer, tenía miedo por usted. ¿Cree que dejé de desearla tan solo por un minuto? ¿Piensa que dejé de quererla? Porque no es así, y usted lo sabe bien. Sino mire lo que pasó en mi cumpleaños, terminamos enredados de nuevo porque no pudimos controlarlo.
— ¿Y qué hacemos, Zoro? Te contrato, me cuidas, ¿y seguimos acostándonos una y otra vez hasta que nos cansemos del otro? Para ti no es más que una entretención, puedes ir a buscar a cualquier otra mujer, pero yo no. Yo tengo que quedarme atada a alguien por el bien del país.
— ¿Una entretención? No, usted no lo entiende, usted me importa. Más de lo que imagina, no me importa si nos acostamos o no. Yo no quiero a otra mujer. Nico-san, míreme. ¿Cree que podrá ser feliz con él? Se levantará todos los días pensando en que desearía estar con alguien más, alguien a quien ame. Usted duró 10 años casada con un hijo de puta que le hizo la vida miserable, todo por tener un heredero que nunca llegó. Y ahora que por fin tiene libertad, ¿se va a atar a alguien que ni siquiera la ve como mujer? Usted no se merece eso. Eso no es lo que su madre le dejó dicho en esa carta.
—Desde que nací me dijeron que mi vida no era mía. Yo soy del reino. Les debo todos esos años de sufrimiento que han pasado. Les debo una mejor vida, les debo un gobierno justo. Lo que mi madre me pide en esa carta es imposible, Zoro. El amor es de dos. No hago nada con amar a alguien yo sola. Ni siquiera puedo tener los hijos que tanto quisiera. Mi vida no tiene un propósito que no sea el de servirle a mi pueblo. Mis deseos no importan, no tengo deseos propios.
—Eso no es cierto, usted no le debe nada a nadie. Y usted no quiere ser reina, nunca lo ha querido. Quiere enamorarse, casarse, tener hijos, e irse a una cabaña en el medio del bosque donde nadie la encuentre, donde pueda tener una vida normal y un empleo sencillo como maestra o guía turística. Eso fue lo que dijo la noche que la conocí, cuando se emborrachó en el bar de Usopp. Lo recuerdo perfectamente.
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Absoluta Virtute
FanfictionEn el pequeño estado monárquico de Una Pars, la gente muere de hambre, la medicina escasea, los nobles se bañan en dinero y a la reina parece no importarle. Sin embargo, cuando intentan asesinarla, Nico Robin I deberá hacer todo por sobrevivir, por...