XIV

285 17 24
                                    

Finalmente, llegaron los últimos días de Julio, y, Robin, Zoro, Johnny y Makino regresaron al palacio para comenzar con las preparaciones del baile histórico. La última semana pasó sin problemas aparentes y el gran día llegó.

Varias personalidades de la nobleza habían hecho acto de presencia y el palacio se encontraba repleto de gente, lo que tenía a Zoro en alerta constante. La pelinegra le dio una mirada comprensiva mientras ambos caminaban hasta la boutique del palacio, donde se vestirían. La mujer se deleitaba viendo los atuendos de la gente que se encontraba en los jardines, a través de las ventanas del pasillo, mientras que él pensaba en lo mucho que le irritaba tener que usar toda esa indumentaria.

—Le encanta todo esto, ¿no?

— ¿A qué te refieres?

—Los atuendos, la gala en sí. El mero hecho de que sea histórica le resulta fascinante.

—Así es, tienes razón. Hay muchos eventos históricos que definieron bastante nuestra cultura. Y debo admitir que la moda de las eras de la regencia, la época victoriana y el rococó me parecen obras de arte.

—Sí, todo será una obra de arte hasta que tenga que vestirse.

Ella dejó salir una pequeña carcajada y cubrió su boca, y llegaron a las puertas de la boutique.

—En eso también tienes razón, sólo el hecho de pensar que debo cargar con un miriñaque toda la noche me hace sentir un poco estresada. Pero supongo que sobreviviré, no es la primera vez.

— ¿Miri- qué?

La pregunta del hombre se vio respondida cuando las puertas se abrieron y vio la gran falda de tela rígida con varios aros, pieza que ella tendría que ponerse debajo del vestido para darle forma al mismo. También notó el corsé y otras piezas que se sentían incómodas sólo de verlas.

— ¿Va a ponerse todo eso?

—Descuida, no todo. Puedo omitir algunas cosas por comodidad.

— ¡Su majestad, bienvenida! —gritó Pappag, emocionado, mientras la reina entraba.

—Pappag, estamos algo cortos de tiempo, ¿tienes todo preparado?

— ¡Por supuesto! Su hermoso vestido está detrás de esa cortina, es una de mis mejores y más hermosas creaciones... ¡Estará en la portada de todas las revistas para mañana!

—Muy bien, ¿y el atuendo de Zoro?

—También está listo, el joven Roronoa puede entrar en aquel vestidor, su traje también quedó divino, y como lo pidió, lo combiné con el suyo. Como el suyo es de flores y en tonos rosa y plateado, para él usé plateados y grises con pequeños detalles blancos.

—Excelente, entonces manos a la obra.

—Joven Roronoa, antes de que se cambie, ¿podría ayudarme con el corsé de su alteza?

—Claro.

Ambos esperaron a que la reina se pusiera un pequeño vestido blanco de tela fina y cuando salió del vestidor Pappag ponía el corsé, mientras que Zoro intentaba cerrarlo, con delicadeza.

— ¡Aprieta, con fuerza! ¡Eres un joven lleno de vigor, tú puedes hacerlo mejor que eso!

—Tampoco quiero asfixiar a su majestad.

—Estoy acostumbrada, no te preocupes. Hazle caso.

El hombre puso expresión de duda y apretó mucho más, y ella contuvo el aire un momento.

—Muy bien, amarra el lazo, que sea fuerte.

—No veo la necesitad de todo esto. Usted tiene un cuerpo de infarto, no necesita de un corsé para moldear sus curvas. Las suyas naturales son perfectas.

Absoluta VirtuteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora