XXV

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— ¿C-cómo dices? ¿Lo sabías? —preguntó, estupefacto, mientras la vio salir, y la siguió. Un grupo de personas rápidamente salió de un cuarto al fondo.

—Así es. ¿Crees que ese día nos encontramos por casualidad? Quiero decir, yo tampoco supe quién eras tú en primera instancia, cuando me salvaste estaba oscuro y no te vi bien, solo vi tu pelo verde. Fue luego, cuando entramos al bar de Usopp-san, que vi tu rostro y lo supe, en el mismo momento en el que tú me reconociste a mí.

Zoro frunció el ceño, estaba confundido.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

— ¿Por qué no me lo dijiste tú? No tienes derecho a molestarte, Zoro, tú también me engañaste. Ambos estamos a mano.

En ese momento Luffy y los demás entraron, escuchando esa última frase, la cara de Sanji era la misma de alguien que siente pena ajena. Todos se quedaron callados escuchando la conversación, incluso los miembros de La Resistencia que estaban detrás. Miraban de uno al otro como si de un partido de ping pong se tratase, tratando de comprender qué sucedía.

—No, no estoy molesto, mi reina. Pero me sorprende que no me hayas dicho nada.

—Esperaba que me lo dijeras tú. Cuando te conocí ese día, no confiabas en mí. Cuando viste quién era te la pasaste lanzándome indirectas. Pero incluso sabiendo quién era me protegiste, e incluso luego de verme borracha y hablando de más Usopp-san y tu fueron dos caballeros. ¿Recuerdas que te dije que estaba buscando a alguien?

—Sí. Luego me dijiste que si aceptaba el trabajo ya no lo ibas a necesitar.

—Estaba buscando la base de La Resistencia. Saulo me dijo que ellos me ayudarían, me había enviado a mi celular una lista con los nombres y fotos de algunos miembros. Los líderes Dragon el revolucionario y Shanks el pelirrojo. Algunos líderes de distrito como el capitán Smoker, Sabo, Inazuma, incluso el general Aokiji del Ejército de la Pica. Y también había algunos otros miembros minoritarios como Jewerly Bonney, X Drake, Kuroashi no Sanji, a quien yo ya conocía por su familia; Roronoa Zoro, y otros. De tu grupo sólo fueron mencionados Sanji-san y tú, eran nombres al azar. La cuestión es que luego de ver que pudiste separar los prejuicios de tu moralidad, y de ver lo capaz que eras, decidí contratarte y probar suerte, sabía que La Resistencia no me iba a aceptar con los brazos abiertos, y que iba a ser muy difícil ganarme su confianza, así que creí que si te contrataba haciéndote creer que no sabía nada tú podrías ver cómo era todo con tus propios ojos y les explicarías. Luego de que te conté todo acerca del acuerdo y de mis limitaciones, pensé que tal vez sería suficiente para que confiaras en mí, pero pude ver que todavía dudabas un poco.

—Aún no te conocía del todo, y no sabía qué tan cierto era. Lo pude comprobar en la primera reunión del consejo, al ver la forma descarada en la que robaban dinero en tus narices sin que pudieras hacer nada, y cuando te dieron el vino envenenado.

—Tuve mucha suerte de que te dieras cuenta al instante —sonrió, cálidamente—. Apenas tenías unos días en el trabajo y ya me habías salvado. Dos veces.

—Eso fue una coincidencia —sonrió él también, ladinamente, pero volvió a su semblante serio—. Dejaron la segunda botella para ti, y el vino estaba más aguado de la cuenta en comparación al de ellos. No había que ser un genio.

—Pero yo no lo noté, estaba muy ocupada en mi pequeña fantasía mental de mandarlos al diablo —soltó una leve carcajada—. Volviendo al punto, pude ver como confiaste en mí poco a poco. Te volviste prácticamente mi mejor amigo y confidente, creí que en algún momento me lo dirías. Pero tú preferiste dimitir, lo que me hizo sentir un tanto culpable y halagada a la vez, seguía esperando que me lo dijeras tú, lo que nunca pasó. Después de todos los rumores y de cómo nos acercamos, decidí restarle importancia, estabas a mi lado, y eso era lo importante. Siempre me he sentido protegida a tu lado. Sin embargo, luego de que me apuñalaran y las cosas comenzaran a ponerse peligrosas sugerí que viniéramos aquí, y tú te negaste. Eso me sorprendió, yo creí que ibas a estar de acuerdo.

Absoluta VirtuteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora